¡0!

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—¡Eh, que se mueve! —acercó su barriguita de seis meses al chico sentado—. ¡Vamos, siéntelo! —tomó la mano temblorosa del joven y la posó sobre un lado de su vientre—. No sé qué pasa con este chiquillo, se alborota cuando tomo café. Siempre que quiero que su padre lo sienta, me bebo una taza ¡y ya está! —soltó con gracia.

—Es cierto —murmuró el joven después de retirar su mano del pequeño vientre—. Se siente maravilloso.

Sonrío. El chico era muy lindo.

Lástima que fuera un traficante de omegas...

A veces la vida no es como uno piensa.

—Bien. Comencemos con lo divertido —suspiró sentándose al otro lado de la mesa, recargando la espalda sobre la silla. Tenía un dolor en las piernas que lo estaba matando—. ¿Dónde están los otros betas?

—No lo sé —el chico contestó con miedo. Sus dientes tenían atrapado su labio inferior y lo mordía con fuerza—. Yo solo hacia encargos para ellos.

—¿Encargos? —preguntó—. ¿Qué tipo de encargos?

—Ya sabe, dar mensajes y esas cosas —su pie chocando con el suelo fue el único sonido por unos minutos.

—Oh, ya veo —tomó su vaso y le dio un sorbo. Ah, como amaba el café—. Supongo que...

Dejó la frase en el aire y tiró el contenido del vaso a la cara del chico. Si, eso dejaría cicatrices.

—A ver, pequeña mierdecilla —rodeó la mesa, sujetando el cabello aún mojado del contrario—. O me dices lo que sabes o te juro que pondré tu cabeza entre dos placas de metal y haré que presionen con tanta fuerza que se te saldrán los ojos —sonrió.

—Ya se lo dije —el beta murmuro sin abrir los ojos—. No sé nada.

—¿Escuchas eso? —preguntó mirando el techo.

—¿Qué?

—Eres tú, gritando que paremos...

De repente azotó su cabeza en la mesa de metal. Gotas de sangre se quedaron en ella.

—Te veré después pequeño Chani. Disfruta tu estadía —acarició los cabellos del beta con ternura.

Después de aquel gesto, salió del cuarto de interrogatorio. Necesitaba una pastilla y rápido.

—Llévenlo con Park. Él nos ayudara a obtener la información que necesitamos. Lo necesito respirando —ordenó a un oficial a su lado.

—Jimin, la cita con tu ginecóloga es en media hora —le recordó SeokJin quien pasaba muy apresurado hacia el despacho del jefe.

—Pronto iremos juntos, hyung —se burló.

SeokJin siguió corriendo, pero pudo observar el sonrojo en sus mejillas. Oh cierto, necesito una pastilla para el dolor.


| Firepower | ~YM~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora