Capítulo XXII: Molestia

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Ya habían pasado alrededor de 20 minutos desde que llegaron a ese pequeño restaurante familiar, de los cuales casi 10 minutos el jodido beta pelimorado había estado fingiendo no tener ni idea de que irían a tal lugar a comer e incluso tuvo el descaro de intentar sacarle platica a su alfa, ¡que es su maldito alfa joder!, pero no contento con eso se dio el lujo de ¨buscarles la mejor mesa del lugar¨ ¡ja, y una mierda le iba a creer!, tan solo los hizo perder otros 6 minutos, y tal vez irse del lugar como propuso su pareja en cuanto vio al idiota del 1-C hubiera sido la mejor decisión, pero su jodido orgullo estaba primero, y si el maldito pretendía arruinarles su cita con su estúpida presencia, pues él se encargaría de restregarle en toda la cara lo buena que era su relación con el mayor.

- ¿Seguro que no quieres ir a otro lugar? – Insistió luego de escuchar el tercer gruñido del menor en dirección al molesto mesero.

- Seguro...

- De acuerdo – Era consciente de que una vez algo se le metía a la cabeza al omega era casi imposible hacerlo ceder, especialmente si su orgullo estaba en juego – hay que ordenar entonces...

- Si... - Al fin pudo ver al rubio desviar su atención del incordio morado que fingía ser un mesero más del establecimiento, para leer el pequeño menú frente a él - ¿de verdad viene aquí seguido? – Le pregunto de forma distraída, solo era una idea que surgió luego de ver el ambiente alegre y familiar del sitio, simplemente no parecía encajar con el carácter del mayor.

- Yamada ama los pastelillos del lugar – Contesto con simpleza, no obstante, la expresión de confusión en el chico le hizo darse cuenta de algo importante – Present Mic... - Asintió comprendiendo todo, definitivamente ese lugar encajaba mucho mejor con el escandaloso héroe, y casi como si estuviera leyendo su mente continúo hablando – puede ser un imbécil escandaloso, pero después de tantos años aguantándolo, supongo que ahora mismo puedo decir que es un buen amigo, fastidioso pero bueno.

- ...Ya veo

- ¿Qué? ¿estas celoso acaso?

- ¡P-por supuesto que no!

- Aja, claro

- ¡Alfa idiota! - A pesar de su enfado el rubio guardo silencio en el instante que recordó donde se encontraban – púdrase... – Aunque eso no evitaría que le murmurara unos cuantos insultos, antes de notar algo extraño en el lugar - ¿Por qué...?

- ¿Qué?

- ¿Por qué a nadie le molesta que nosotros...? – La vergüenza no le permitió terminar la pregunta, por lo que opto por cambiarla - ¿acaso no se supone que los lazos pueden ser percibidos por la mezcla de aromas?

- Es cierto – Concedió con demasiada calma desde el punto de vista del menor – pero te recuerdo que la razón por la que se concedió una ley que permite al omega consentir ser marcado a partir de los 16, es por el hecho de que las parejas destinadas con una gran diferencia de edad se han vuelto bastante comunes en la actualidad, por lo que nuestro lazo no es tan raro de ver, además...

- ¿Además qué?

- Pon atención a las personas aquí – Tan pronto escucho aquello el rubio cenizo paso su mirada por el lugar una vez más, notando algo peculiar al hacerlo – veo que ya lo notaste, esta cafetería al ser un lugar familiar resulta un sitio tranquilo en el que las parejas como nosotros pueden relacionarse sin que sea malinterpretado y las personas parecen estar tan acostumbradas que se ha convertido en un lugar frecuentemente visitado por ese tipo de parejas...

- ...

- ...

- ¿Por eso me trajo aquí?

- Bueno, pensé que te sentirías más cómodo sin miradas curiosas sobre nosotros – Y de nuevo ahí estaban los mimos innecesarios por parte del alfa – pero también es porque la comida de aquí es bastante buena, y no suelo salir mucho, salvo a bares y obviamente no te llevare a uno, así que me pareció un buen sitio, puedes elegir la próxima vez...

Pero...¡¿15 años?! (AiBaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora