Mala mañana...

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Joaquín

Solo sé que no sé nada...

Me quedé dormido en cuanto toque mi cama y no supe del mundo.

Ya era de día, lo sentía por qué abrí un poco mis ojos.

Sé que ya era tarde porque mi hermana estaba tocando la puerta de mi cuarto y ella nunca se levanta temprano. Bueno, solo cuando va a la escuela.

-No está Joaquín- mi voz se escuchaba súper adormilada, mi boca estaba seca, y me dolía mucho la cabeza. Me volteé para el lado de la pared y me tapé completamente.

Ya no escuché nada. Me volví a dormir y me hice bolita en mi cama.

Luego sentí una presencia a mi lado. ¿Cómo entro sin hacer ruido?

-¡Ay, Joaquín! Levántate, hazme de desayunar- grito Renata para sacudirme y empujarme de la cama. Me destape y la volteé mi cabeza a dónde estaba ella. Mala idea, ese movimiento hizo que me doliera mucho mas la cabeza.

A veces yo hago de desayunar, pero no ahora.

-¡Ay, Renata! Dile a la abuela o a mamá, aparte me duele la cabeza.- me volví a tapar y voltearme a lado de la pared, ignorandola.

-Es que mi Nana no esta y mamá tampoco- me senté y comencé a sentir náuseas.

-Sirvete cereal, hombre, no me voy a levantar a hacert...- dos arcadas me interrumpieron y me tuve que levantar en chinga al baño. Llegué a la tasa y...

Vomite todo.
¡Aaaagh! El dolor de cabeza empeoraba con cada arcada.

-¿Estás bien, Joaquín? ¿Pues cuanto bebiste?- dijo Renata en el marco de la puerta.

-No más de tres vasos.- fue lo único que dije con mucho esfuerzo. Agaché mi cabeza al escudado porque sentí que iba a vomi, esperen... Una arcada, dos arcadas, tres arca... Vomite otra vez.

-Te traeré un suero y una pastilla. Ahorita regreso.- solo vi como mi hermana se retiraba del baño y salía de mi cuarto.

Ni siquiera me puse borracho y amanecí con una cruda horrible.

Imagínense si me hubiera puesto una borrachera... Nombreee, amanezco en coma.

Cuando termine de vaciar mi estómago, me levanté a lavar los dientes. Salí del baño a agarrar ropa cómoda. Agarre mi toalla, desconecte mi teléfono y entré al baño.
Pondría música pero me duele un chingo la cabeza.

Me metí a la regadera. Puse el agua tibia, y recordé todo lo que pasó ayer...

Oh dios ¿Encerio le baile a Emilio?
¡Oh mierda, casi lo beso!...
La cerveza me afecta mucho.

Pero... El recuerdo de sus ojos, su sonrisa, su mirada. Su brillo al sonreír es similar al de André. Suspiré.

Cada que recuerdo algo de él, me pone mal. Todavía sigue siendo un tema delicado para mí.
Aún no sé si permitir amar, aún sigo mal, aún tengo miedo. Pero se lo prometí a André, y los Bondoni no rompen promesas...

Es que sus palabras siguen siendo tan claras, como si me las hubiera dicho ayer. Cómo si el siguiera aquí.

Me salí de la regadera antes de ponerme a llorar. Me sequé, desconecté mi teléfono y salí del baño.

No tengo pensado bajar.

Me acosté y cerré los ojos. Me dolía mucho la cabeza.
No sé qué espera Renata para llegar con la pastilla. Parece que la fue a hacer, no mames.

Estaba quedandome dormido con un brazo encima de mis ojos, cuando escuché que abrieron la puerta.

-Hasta que llegas, Renata. Necesito esa pastilla.-me quite el brazo de la cara y no era Renata.-Ah, Nana, pensé que eras Renata- dije sentandome en la orilla de la cama.- Dijo que no estabas y me levantó para hacerle de desayunar.- me reí porque es demasiado floja. Sentí como mi cabeza pulsaba. Ni reírme puedo.

Un tropiezo con el amor (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora