Un poco de inocencia...

111 12 5
                                    

Joaquín


Escuché como la puerta del baño se abría lentamente...

-¿Ya se fueron?- Escuché un susurro lo suficientemente alto, Emilio se asomó por la puerta dejando medio cuerpo de fuera. Asentí y fui a la cocina, Emilio me siguió. Él estaba recargado en el desayunador, mientras que yo estaba agachado en el fregadero para poder agarrar un trapo y un recogedor.

-Hey, piensa rápido.- le avente el trapo y le dió en la cara. Comencé a reír, se le quedó pegado en la cara. -Pensé que tenías buenos reflejos.-

-Claro que los tengo, a parte eres demasiado ligero.-

- ¿Encerio? Y yo pensando que soy demasiado gordo.- dije divertido mientras agarraba mi estómago.

- Nah, tienes un vientre envidiable. A parte ¿Porqué crees que nos dimos un putazo? Te hubiera dejado caer si estuvieras demasiado pesado, o sea, si nos caímos pero fue porque me agarraste en curva y no abría pasado lo de hace unos momen...- recordó, perdón, recordamos lo sucedido hace un momento.

La cara de Emilio era levemente roja. Mi cara la sentía explotar.

-Ante eso... Yo q-queria pedirte p-perdon.- me aclaré la voz, trataba de ya no tartamudear.- Yo m-me deje llevar, no que-queri...- Emilio me calló poniendo su dedo sobre mis labios.

-Claro que querías, si no, me hubieras detenido desde que te bese. - me quedé en mi lugar sin hacer nada y se fue, dejándome con la palabra en la boca. Aunque cuál palabra, no sabría que contestarle. Busqué la escoba y la agarré cuando la encontré, pero ahora no sé dónde mierda dejé el recogedor... Ya no hace falta.

Salí de la cocina con la escoba en mano y me puse a barrer las palomitas que habían en el piso, ya no estaba el refresco que había tirado. Emilio no estaba por ninguna parte, supuse que había ido al baño.

Hasta que sentí unos brazos en mis piernas e inmediatamente ya no sentía el piso, solté la escoba y el recogedor porque podía hacer que se tropezara Emilio y yo no quería eso. Emilio me cargaba sobre sus hombros. Como costal de papas...

-¡Emilio! ¿Que haces?- decía entre risas.- ¡Bájame! ¡Odio que me carguen!-

-Te dije que eres ligero. No pesas casi nada.- dijo Emilio también riéndose.

Seguíamos riendo, empezó a dar vueltas y yo sentía que nos íbamos a dar otro putazo.

-¡Mailo! ¡Nos vamos a partir la madre! ¡Te vas a marear! ¡Deja de dar...- Hasta que Emilio se metió el pie y fuimos a dar al piso ¿Cómo mierdas pasó? Ni yo sé...

Un golpe sordo fue lo único que se escuchó por toda la casa.

-Ah! Estás bien pendejo.- fue lo único que dije cuando cayó encima mío y su rostro quedó en mi estómago.
Fui el que recibió otra vez el golpe. Hice muecas de dolor y comencé a sobarme un poco la espalda.
Emilio intento moverse pero hizo un movimiento en el que su codo quedó en mi parte baja.
-Emilio, quítate, me vas a lastimar.- Dije tratando de no soltarle un sape.
- ¡IMBÉCIL! ¡AH! ¡Quítate, quítate!- Ahora quiero pegarle, hay que pegarle. Me aplastó, puso su peso en el codo...

-¡Ya! ¡Lo siento, lo siento! No me fijé.- se sentó y quedó enfrente mío.

-Ya me di cuenta.- aún seguía retorciéndome.

-¿Que pasó? Escuché un madrazo, y uno muy fuerte.- mi abuela estaba bajando las escaleras.- Ya limpiaste el cochin...- mi abuela se dió cuenta de la presencia de Emilio.- Oh! Hola Emilio ¿Que te trae por acá?- bajo mi abuela muy entusiasmada.- Sabía que Joaco estaba con alguien, pero no sabía que eras tú.-

Un tropiezo con el amor (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora