Porque es contigo...

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—E-emilio—. Solloze, me levanté del piso y me acerqué a la puerta. Emilio estaba parado enfrente mío, mirando mis ojos rojos e inchados. Agaché la mirada y comencé a jugar con mi anillo.

—¿Qué pasó, bonito?, ¿todo bien?—. Negué con la cabeza, lo abracé por la cintura y comencé a llorar más, me abrazó de vuelta y me besó la frente. Nos quedamos unos minutos así, hasta que mis piernas no pudieron sostenerme, pero yo no quería moverme.
—Ven, vamos a la cama, Joaco. Estaremos mejor allí—. Asentí sin decir nada y entrelace mi mano con la suya. Me guió hasta la cama, me senté y el trajo la comida que había traído.

—Ten, te traje pollo a la naranja—. Me sonrió de manera ligera y me dió el plato, se sentó a lado mío y comenzó a comer.— ¿Quieres ver una película?—. Negué mientras comía un pollo.
—Entonces, ¿qué quieres hace-.

—Emilio—, lo interrumpí calmado.— Está bien así, no importa lo que hagamos o quieras hacer, si no hacemos nada, a mi me parece perfecto porque es contigo—. Sonreí levemente.
Emilio se sonrojó y sonrió también.

—Ay, que cursi eres—. Una pequeña carcajada salió de su boca, yo también reí por su rubor.

—Ay, cómo si tú no lo fueras—. Ataque.—Aparte, ya arruinaste el momento—. Río levemente y le dió una mordida a su rollo de camarón.

Seguimos comiendo, entre platicas, risas, halagos, juegos, etcétera...
El tiempo se nos fue y la noche cayó.
Nos la pasamos todo el día en mi habitación y no nos dimos cuenta.

—Emilio, ya es tarde, ¿no tienes que irte?—. Dije con un puchero.

—Agh, no quiero—. Se acurrucó más en mi y seguimos viendo la película que al final siempre pusimos.— Espera, le marcare a mi mamá para decirle que me quedaré—, agarró su teléfono y marcó.— Claro, si no es mucha molestia para tu mamá—.

—¡Claro que no lo es!—. El grito de mamá nos tomó por sorpresa y reímos.

—Parece que sí te quiere aquí—. Sonreí.

°°°

Emilio

—¿Mamá?—.

¿Que pasó, Emilio?—, se escuchó la voz adormecida de mi mamá— No estás en casa, ¿verdad?—. Susurré un tímido no.—¿Dónde estás?—.

—Estoy con Joaco, te llamaba para decir que me quedaría con él—. Dios, espero no se enoje. Soltó un largo suspiro y habló.

¿Esta Joaco por allí?—.

—Sí, ¿quieres que te lo pasé?—.

No, ponlo en altavoz—. Okey, esto es raro. Joaquín se acostó recargando su rostro en sus manos y yo imite su posición. Dejé el teléfono en una almohada y lo puse en altavoz.

—Te escuchamos—.

—Hola, Maminiu—. Habló Joaco.

Joaquín, cariño. Tanto tiempo sin escucharte, corazón—. Mamá no me trata así,— necesito decirles algo a los dos—. Su tono era un poco serio y se escuchaba más despierta—. Ustedes dos están saliendo,—eso nadie tiene dudas—, ya tienen su tiempo y así—.

—¿Y eso a qué viene?—. Interrumpí, no sé porqué.

—Dejala terminar, Emilio—. Me reprendió Joaco.

Un tropiezo con el amor (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora