El tiempo Muerto

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Era cerca del crepúsculo, los pasillos del recinto del Rey Thranduil rebosaban en una tranquila y deliciosa paz para la mayoría de los sirvientes

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Era cerca del crepúsculo, los pasillos del recinto del Rey Thranduil rebosaban en una tranquila y deliciosa paz para la mayoría de los sirvientes. Las paredes estaban limpias, no había rastros de unas jóvenes manitas pintadas con lodo en ellas. Las cocinas se desempeñaban a la perfección y todos tenían sus dedos enteros.

Uno podía dejar sus pertenecías o armas donde sea, y después de un rato las encontraría en ese lugar. Mirkwood parecía estar de vacaciones ya que era verano, un delicioso y caluroso verano en el que aún los rumores del enemigo de la tierra media no eran más que eso, simples rumores de voces débiles y poco fiables.

Si bien, había uno que otro orco merodeando y perdido en las tierras de los eldar, estos se encargaban de eliminarlos de una forma limpia; Mirkwood gozaba de una excelente guardia con Vanïa, Solan y Soldën, así como con Näre y Nur. En cuanto a Rivendel, tenían a Glorfindel y Loa, además de Lindir y uno que otro elfo de renombre como Erestor.

¿Ya se mencionó que era verano? Bueno, los elfos más jóvenes eran consentidos con unas pequeñas vacaciones; podían vagar por las cercanías del reino o valle sin mucha vigilancia. Tenían la costumbre de olvidarse de las obligaciones como hacer la cama, ayudar a los mayores, aprender sobre defensa o historia y sobre todo, estar encerrados cumpliendo otras funciones. En cuanto comenzó el primer día de verano de las dulces vacaciones, los pequeños salieron corriendo en grupos. Las chicas hacían uso de su tiempo libre aprendiendo aún más o bien, haciendo alguna que otra manualidad, y los chicos jugaban un poco rudo.

Legolas, de unos en apariencia catorce años humanos, estaba comiendo ansías por salir disparado. Aún era un pillo pero Thranduil lo tenía un poco bajo control; el joven príncipe ya iba tomar camino en dirección a los demás elfos jóvenes pero Thranduil lo detuvo por el cuello de sus ropas, le mostró una carta enviada desde Rivendel y Legolas esbozó una diminuta pero hermosa sonrisa. Sus ojos celestes ojos tomaron un brillo tierno y de emoción, olvidó por completo lo que quería hacer unos minutos atrás y corrió en dirección a su habitación para hacer sus maletas.

La carta que Thranduil poseía, llegó a Mirkwood en función de invitar al pequeño Legolas a pasar las vacaciones en el valle de Imladris, como era la costumbre. Desde ese día el reino de Thranduil también disfrutó de unas merecidas vacaciones porque era una regla que Legolas hiciera al menos una travesura por día, y lo malo es que no sólo él era el inmaduro; de vez en cuando Näre, la elfa de cabellos castaños claros, nariz respingada y de mejillas rosadas, también lo acompañaba en más de una diablura.

En el pequeño balcón, mientras el sol se ocultaba por el oeste y con el reino en un descanso casi somnoliento, Thranduil salió a tomar aire en el pequeño lugar. Rozó con la punta de sus dedos el barandal y se sintió muy abrumado por una soledad incomprensible; Ciertamente los primeros días tras la partida de Legolas, eran como el mejor regalo de Ilúvatar porque no debía gritar, no debía salir en medio de una junta o dejar de beber para ir y buscar a su hijo.

Tiempo muerto ━ Elrohir × LegolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora