Esclavo del amor [Secuela]

Prólogo

Antes de iniciar tu lectura, vuelvo a hacer incapié... Esta historia es la SECUELA (continuación) de MI AMADA ESCLAVA.

Que la disfrutes.

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Itachi regresaba tranquilamente en su auto a la residencia Uchiha, donde la fiesta de matrimonio de su hermano menor se celebraba...

Justo después de haberlo atropellado minutos atrás.

[...]

—Sasuke, todo va estar bien... No mueras... — un sollozo se escapó mientras daba los primeros auxilios para salvarle la vida —Ya viene la ambulancia.

El chico aún tenía pulso, pero había perdido la conciencia, ella había arrancado su propia tela del uniforme blanco para detener la hemorragia de su cabeza.

Tras unos minutos que parecieron eternos, la ayuda llegó, llevándose al hospital al Uchiha, Sakura no se apartó de él.

Lo pasaron a una cirugía de emergencia en cuanto llegó. Ella se debatía en si llamar o no a la familia, solo se limitó a responder a las preguntas que el personal de salud le hacía, pero cuando se le preguntó:

—¿Qué es usted del paciente Uchiha Sasuke?

—Yo... Solo fui su compañera de clases en la preparatoria — tragó saliva, nerviosa. Sus manos temblaban y las llevaba constantemente a su boca, mordiendo sus dedos.

—¿Sabe algún número de teléfono donde pueda contactar a la familia del joven? — le preguntó la asistente médica.

—Ss-si, es... — dictó el número. —Pero por favor, ¿podría llamarlos cuando yo me haya ido? — pidió.

(...)

—Bien hecho señorita, si no fuera por su intervención, el chico hubiera muerto — le dijo el doctor cuando salió de la cirugía.

—¿Cómo está él? — se levantó de su asiento —¿puedo verlo?

—Afortunadamente sobrevivió, casi como un milagro, sin embargo, no le aseguro que esto no traiga consecuencias, podrá verlo en algunos minutos más, cuando lo pasen a la sala de recuperación.

—¿A qué consecuencias se refiere? — se preocupó.

—Estoy casi seguro que perderá la memoria, no sé por cuanto tiempo o a partir de cuando no recuerde nada, eso y además, posibles epilepsias por algunos daños cerebrales, sin mencionar los horribles dolores de cabeza. El resto, solo el brazo izquierdo fracturado y dos costillas.

—Muchas gracias, doctor — dio una reverencia.

—Es mi trabajo, vaya por una bata para poder entrar a ver a su esposo — se fue.

—¿E-esposo? — miró la bolsa plástica con las pertenencias de Sasuke, se las había entregado la trabajadora social, en ellas, su ropa llena de sangre, su cartera, su reloj de muñeca, su celular y... El anillo de bodas. Sus ojos volvieron a cristalizarse.

Se colocó una bata y un cubre bocas desechables antes de entrar a la habitación, mientras lo veía por la gran ventana de cristal.