02. Editado

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Habían pasado dos meses desde que Thomas Shelby había visto a la niña MacQuoid, Había oído susurros de una nueva de la nueva costurera de la cual le había comentado Arthur sobre su belleza salvaje, poco después descubrió que esa mujer era la madre...

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Habían pasado dos meses desde que Thomas Shelby había visto a la niña MacQuoid, Había oído susurros de una nueva de la nueva costurera de la cual le había comentado Arthur sobre su belleza salvaje, poco después descubrió que esa mujer era la madre de la niña MacQuoid, pero nunca había ido a hablar nada con ella, a diferencia de su hermano Arthur, que se escapaba para ver a la mujer pelirroja creyendo que nadie lo notaba. En cambio, a la joven se la había topado varías veces en el Garrison donde también había una rubia nueva, Grace Brugess, una mujer también demasiado elegante para el lugar. La pelirroja hablaba con un acento que no encajaba y siempre parecía demasiado presentable para los lugareños de The Garrison.

Tommy había visto a la joven luchar detrás de la barra durante un par de días, pero pronto se orientó, dio lo mejor que pudo y no tuvo miedo de los hombres que se burlaban de ella. Pasaron tres semanas antes de que ella pareciera ser completamente aceptada, hablaba animadamente con John,  el cual parecía haber superado el asunto con Lizzie y Arthur la molestaba con chistes que hacían que la joven se pusiera colorada, Tommy a menudo se sentaba en The Garrison y la miraba, preguntándose de dónde había salido esta joven y su madre. Presentía junto a su tia Polly, que estas mujeres traerían  problemas. Más problemas que cantar para borrachos tal y como lo seguía haciendo la hermosa rubia, Grace.

Katherine le diría a su hija que la esperara cuando estaba oscuro para ella pasar por la joven e irse juntas para su nuevo hogar, en donde Elizabeth se acomodaba en la cama junto a la ventana, leyendo un libro con la luz de la vela, a menudo tiraba de la cortina para mirar por la calle y ver de dónde venían los ruidos fuertes, temiendo ver a los hombres de su padre buscando a por ellas.

Ella estaba inquieta, luchó para dormir por horas como lo hacía desde que llegaron allí. Nunca había tenido este problema cuando dormía en su cama con dosel que daba al jardín detrás de la mansión. Pero, Elizabeth sabía que irse había sido lo mejor, huir era lo único que podían hacer. A pesar de eso no podía evitar extrañar los lujos de su vida anterior, las camas suaves, las risas tontas con sus amigas y los dulces tés hechos por Olenna.

Elizabeth se cubrió los hombros con una sábana y apoyó la cabeza contra la pared, apretando las rodillas contra la barbilla mientras cerraba los ojos y dejaba que su libro descansara entre los muslos doblados y el estómago. Esto no era lo que Beth había querido, pero era necesario. Solo se sorprendió de que su padre aún no las hubiera encontrado, realmente deseaba que se quedara así y las diera por muertas. Mientras miraba la vela quemarse Beth no pudo evitar pensar en que tan diferente serian sus vidas si la guerra nunca hubiera pasado. Ella y su hermano se hubieran casado con Colin y Edith Greenfield respectivamente, quizás la joven Edith no se hubiera muerto y serian hermanas criando sus hijos juntos. Probablemente ella y Derian serian felices y sus padres se seguirían amando como lo habían hecho antes de la gran guerra. O incluso si el joven Ceccarelli hubiera aceptado casarse con ella, quizás al casarse con él, Elizabeth se hubiera podido llevar a su madre a America con ella.












Peaky Blinders [Thomas Shelby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora