Capítulo 1: Petición de venganza

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-¡Mi hijo ha muerto! ¿Acaso tu no harías algo si uno de tus hijos muriera? - Ares había derramado lágrimas en el Olimpo. Su hijo, Ascálafo, había muerto en aquella contienda de Troya.

-Oh, bueno... - Zeus se mostraba dubitativo. - Supongo que si.

Hera, que tenía intereses claros en aquella contienda de mortales, se acercó discreta hacia su marido y le acarició un brazo.

-Creo que ya es el momento que hagamos algo. Una afrenta así a tu hijo no deja de ser,si no, una afrenta al padre también. Deja que Ares muestre su cólera en nombre del gran Zeus, dios de dioses, Portador del Rayo. - su voz sonaba calmada y aterciopelada, casi como en un susurro. Solo sugería, aunque en realidad estuviera mandando.

Zeus sopesó las palabras de Hera mientras se sentaba pesadamente en su trono. Era consciente de que si permitía a los dioses intervenir en aquel conflicto,habría guerra también entre ellos. Bien estaban Apolo y Afrodita del bando de los troyanos, pues recibían muchas y generosas ofrendas por su parte. Además, aquel necio de Aquiles había realizado sacrilegio en el templo de Apolo, y este andaba furioso.

Y luego estaba Afrodita,deseosa de ganarle el pulso a los crónidas. La hija de Urano aceptaba a regañadientes la autoridad de Zeus, y siempre aprovechaba el momento para sacar partido y ventaja. ¡Mil templos tuvo que entregarle a la caprichosa diosa de la espuma para convencerla de que se casara con el deforme Hefesto, y liberase a Hera del aprisionador trono que le había hecho este!

-Está bien, Ares. - Zeus dijo en un suspiro. - Permitiré que los dioses intervengamos en este conflicto de mortales. Pero del bando de tu madre. Recuerda que Ascálafo hizo promesa de acudir en ayuda del marido de Helena, y fue esa entrometida de Afrodita que hizo de las suyas para que el troyano Paris la secuestrara.

-Afrodita siempre con sus malas artes. No se por qué tuvimos que poner a ese pastorcillo como juez de algo tan importante y obvio como el juzgar mi belleza. -espetó Hera, con un deje de indignación.

Ares no hizo más caso.Escuchó lo que quería, así que se levantó y tomó sus armas. Su hermanastra Atenea lo vio marchar con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. Conocedora de como era su medio hermano, se dirigió a Zeus.

-Padre, ¿ya eresconsciente del perro de presa que has soltado en el campo? - Atenea hablaba calmada, como digna heredera de la templanza.

-Ares cumplirá con sus padres, no te preocupes. - Zeus se mostró más despreocupado. - Solo son mortales, al fin y al cabo.

-¿Y si quiere cumplir con su amante? Ares también tiene afrentas contra vosotros, y de ti ha heredado la cólera incombustible y la furia irrefrenable, querido padre. - La sugerencia de Atenea era real. Tras que Afrodita y Ares yaciesen, el impetuoso Ares tuvo que desaparecer por un tiempo a Tracia sin que ningún dios hiciera nada para evitar el enfado de Hefesto. - A un perro se le puede controlar si se le lanza un trozo de carne.

-No lo creo. Ares entendería que Hefesto tenía derecho a perseguirles por tal afrenta. Afrodita es suya y Ares se comportó mal. Ya debería saberlo que puede hacer un marido ultrajado por esposa y amante. - A Zeus se le veía convencido y seguro de su decisión. Tomaba un juicio desde su punto de vista, lógico al fin y al cabo.

Atenea frunció el ceño.Era conocedora de que el juicio de su padre muchas veces no era el más sensato, o tampoco el más empático. Si, su palabra era ley,pero solo en principio. Sobrevaloraba su capacidad de autoridad para con el resto de dioses y ella lo veía. Pero consideró que, esta vez, podía aprovecharse de la insensatez de Zeus. Ella también tenía afrentas que arreglar en esa guerra con Troya. También con Afrodita y con Paris. ¿Qué hombre sensato rechazaría el favor de Atenea, de la destreza en batalla y la sabiduría de un rey guerrero? 

El Perro de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora