Capítulo 9: Justicia injusta

60 5 4
                                    

Ares tuvo un pequeño sobresalto y un escalofrío le recorrió la espalda. Ver como en ese mismo instante estaban manipulando lo que era su propia vida le dio visiones de miedo. La cercanía de la muerte, incluso, algo que nunca había experimentado. Sabía que Átropos era capaz de eso usando sus temidas tijeras de hierro negro.

-Entonces, ¿qué tenemos que buscar en este hilo? - preguntó Láquesis, con lentitud y voz suave.

-Tomad ese hilo y busca del supuesto momento en el cual Ares jura ante Hera y Zeus que se mantendrá fiel al bando aqueo durante la guerra en Troya. - pidió Deméter con diligencia legalista.

Las tres Moiras se pusieron en el centro del salón y empezaron a sacar el hilo del gran ovillo. Átropos observaba atenta y severa mientras Láquesis iba moviendo el hilo con precisión, dando vistazos veloces y murmurando alguna especie de letanía. Cloto ayudaba a dar algún giro al ovillo para que el hilo saliera mejor. La tensión del momento podría cortarse con una espada. Todos los dioses contenían el aliento. No había opción posible de refutar lo que apareciera en el hilo de la vida.

En un momento repentino la letanía de Láquesis paró y Átropos alzó el rostro. Cloto cesó en su actividad. El silencio momentáneo pareció durar una eternidad, hasta que Átropos decidió tomar la palabra.

-En el hilo no aparece ningún momento donde Ares hubiera hecho tal cosa. Si aparece su palabra posterior de permanecer junto a Afrodita. Ante la situación con el bando aqueo, Ares solo pidió permiso para actuar, sin comprometerse a seguir con ellos. Solo se ve el recuerdo de un mandato unilateral por parte de Zeus. Ares ni siquiera asiente ante ello.

-¡Entonces se ha mentido en la acusación! - señaló Deméter, alzando la voz y haciéndola resonar por todo el gran salón.

La indignación general creció por el bando de Ares. El mismo dios de la guerra se había alzado de nuevo, apretando los puños y con los ojos enrojecidos. Afrodita mostraba un rictus furioso, aunque cogiendo del brazo a Ares, para que este no hiciera ninguna tontería. Artemisa hizo aspavientos enfadados y gruñía maldiciones ante lo que consideraba una falta de respeto moverles solo para soltar acusaciones falsas. Incluso Apolo se mostró indignado, en completo desacuerdo por la falta de protocolo y formas mostradas, ya no solo por Zeus y Hera, sino por la propia Atenea. Por su lado, Hefesto no se atrevió a decir nada. Tampoco Hermes, que bien prefería esconder la cabeza entre los pergaminos que andaba leyendo, como si la cosa no fuera con él. Poseidón miró a Zeus con el gesto torcido, indignado por ver como había fallado y le habían cazado como a un niño pequeño. Hades y Perséfone se contenían las risotadas, mirándose cómplices y luego haciendo risas a la vez que miraban de soslayo a Zeus y a Hera.

-¡No se ha mentido! -Atenea pensaba deprisa, intentando salir de ese embrollo. - Solo que se ha enfatizado en que Ares no mantuvo la palabra que se le suponía.

-¡Que se le suponía, pero no que dio! - Deméter tiró deprisa la defensa de Atenea. -Zeus puede ser todo el líder de los dioses que quiera, pero sigue sin ser nadie para suponer un juramento en nombre de nadie. ¡Ni siquiera de un mortal, y menos de un dios!

-¡A ti se te tendría que juzgar, viejo! - Ares estaba casi fuera de si.

-¡Cállate! ¡Callaos los dos! - Zeus se alzó. Su mano derecha estaba rodeada por rayos chisporroteantes. - Yo soy el dador de ley aquí, y tanto puedo suponer la palabra de otros como pedir obediencia hacia mi y Hera a mis hijos.

-Entonces reconoces que todo esto es solo para justificar una decisión que ya habrás tomado. - espetó Afrodita con desprecio.

-Eso sería un ultraje a todos los presentes, Zeus. - Deméter habló muy seriamente, uniéndose al clamor de Afrodita.

El Perro de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora