Costó un día entero convencer a Apolo de acudir al santuario natural para que curase a Ares. La herida del hombro había sido estabilizada por Artemisa, pero se requería más para que el dios de la guerra recuperase la movilidad y fuerza del brazo derecho en poco tiempo. Finalmente vino Apolo, pero acompañado de Afrodita. Lo primero que hizo la diosa del amor fue ponerse al lado de Ares y mirarle ella misma la herida.
-Mi pobre perro de la guerra. - en los labios de Afrodita eso sonaba cariñoso. - Debería haber pensado que acabarías metiéndote en líos.
Ares estaba sentado en la hierba, apoyado sobre una roca. Chasqueó la lengua y sonrió a Afrodita. - No te culpes por eso. Me he metido en este lío porqué he querido yo, como siempre.
-A ver si le sueltas eso a Zeus y Hera igual de feliz. Bárbaro. - Apolo se acercó. Obligó a Afrodita a hacerse sitio mientras la diosa se quedaba cerca,mirándole con ojos furibundos.
-Pues claro que se lo soltaré, después de que me arregles este estropicio. - Ares puso un par de muecas de molestia mientras Apolo hurgaba en la herida,aplicando sus artes y conocimientos para sanarla bien.
Apolo, como dios de la medicina que era, tenía entre sus capacidades el poder curar de heridas y enfermedades terribles. No obstante, no lo hacía con un simple toque luminoso, si no que tenía que palpar la dolencia y arreglarla con las manos, hurgando dentro de la piel, juntando hueso, tendones, músculo y piel paso a paso, como un artesano trabajando la arcilla. Era un proceso algo doloroso que tardó un rato largo.
-Bueno, supongo que te tengo que dar las gracias, Apolo. Lo has hecho bien. - Ares estaba de pie moviendo su brazo derecho en círculos y luego dando golpes en el aire. - Mañana volveremos al campo de batalla y le mostraré a Atenea de que soy capaz. ¡Sin sus malditas tretas y engaños! ¡Eso no fue un jodido combate igualado! - se enfurecía solo de pensarlo, y su ira solía ser incontenible. Los ojos se le enrojecían.
-Cálmate, Ares. - le dijo Afrodita. El dios pareció recuperar la compostura. Cuando Afrodita se dirigía a él por su nombre no era bueno hacerle la contra. Se acercó a él le acarició el mentón. - No vas a volver mañana al campo de batalla. Y eso va para todos. - se dirigió a Enio, Alala, Fobos y Deimos.
Todos, incluido Ares, miraron a Afrodita sorprendidos y con indignación contenida. Antes siquiera que pudieran empezar a quejarse, Artemisa intervino.
-También va para nosotros. Ha sido cosa de Zeus.
-Si – añadió Apolo. -Tras tu espectáculo, y viendo los daños ocasionados por enfrentarnos entre nosotros, Zeus envió a Iris para decirnos que prohibía que cualquier dios interviniera.
-Ya podría haber bajado él mismo a decirlo, el muy cobarde. - Ares rechinó los dientes y apretó los puños.
-No te voy a negar ese punto, carpinterito. - asintió Afrodita.
-La cuestión es que tampoco estará Atenea, así que no tendrás que ir a buscar afrentas con nadie, Ares. - Artemisa buscaba ser más conciliadora que su mellizo Apolo.
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El Perro de la Guerra
FantasyTodos saben que el voluble Ares lucha hacia por el bando que derrama más sangre, pero no es hasta la muerte de uno de sus hijos que toma parte visible para los aqueos. Sucesos posteriores le harán ver que en realidad solo está siendo una herramienta...