≽˖՞🌊 ۫ ۫։ຼ ۪۪۫۫ aprender a nadar parecía una locura,
especialmente porque su abuelo lo exponía
a mar abierto sin ningún tipo de protección.
entonces, al oír el canto de una sirena, que
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jooheon sujetó con fuerza el brazo de su abuelo, quien se empecinaba en lanzarlo al agua con todas sus fuerzas. El pequeño no podía entender cómo era que sus padres le dejaban a cargo suyo durante los fines de semana teniendo en cuenta el estado mental del anciano. Ese patético y aburrido lugar tan lejos de casa, sin conexión, sólo le causaban ganas de llorar.
El abuelo paterno, Joohyeong, gruñó luego de insultarle en dialecto. Le dejó parado al borde del abismo, junto a él, con una mano en su hombro casi a punto de contarle el secreto más grande de la familia.
―Cuando comiences a hundirte iré por ti ―dijo Joohyeong riéndose, golpeando su mejilla sin fuerza―. Así aprendió a nadar tu padre.
―Papá no sabe nadar ―balbuceó Jooheon, sin convicción.
Joohyeong frunció el ceño, pensándolo por un segundo, antes de tomar nuevamente al niño y lanzarlo al mar.
Un grito se perdió bajo el agua, saliendo a flote casi tan lento como la tierra al girar. Jooheon miró hacia arriba totalmente confundido, buscando a su abuelo sin éxito. Debajo de su pequeño trasero se hallaba alguna especie de alga, extremadamente suave, que lo mantuvo a flote desde la caída.
Jooheon estaba seguro que aquella zona era profunda, puesto que en ese espacio solía esconderse en su canoa para que su abuelo no lo molestara. Trató de levantarse, pero por alguna razón no podía retener sus pies sobre la alga sin que esta lo succione a su posición original, manteniéndolo erguido.
Casi entró en pánico, creyendo que aquel extraño animal con suave piel lo absorbería por completo. Y aunque estuvo apunto de llamar a su abuelo, y llorar pidiendo su ayuda, no lo hizo. No cuando una hermosa y tímida voz escuchó, junto una pequeña cabecilla que se asomó por detrás de las rocas de aquella curva en la pared donde Jooheon estaba atrapado, mirándole con ojos inyectados en curiosidad.
El cántico tenor, suave, apacible, detuvo a Jooheon de hacer cualquier movimiento, se hallaba paralizado por voluntad.
Con cuidado y temor, la cabecita rubia se alejó más de la roca, mostrando así sus hombros y brazos. El pequeño niño de hermosas y delicadas facciones nadó hasta Jooheon, quien se hallaba maravillado y hasta cierto punto, turbado, inclusive viendo sus (sorprendentemente) lindos ojos rosados.
Una implosión de sentimientos se llevó a cabo dentro suyo cuando los labios ajenos se elevaron en una sonrisa pequeña, antes de tomarle de la mano y así librarle de las algas.
