III

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Con el corazón acelerado, Valeria se postró en el suelo, su espalda se detuvo en la pared del pasillo, y se encontró maldiciendo.

—¿Se encuentra bien? —Valeria levantó la mirada casi con paranoia, saltando del susto; y rápidamente reconociendo a aquel hombre de barba negra. 

Ella se limitó a responder con un movimiento de cabeza. Aquel hombre afable le tendió la mano para poder ayudarle a levantarse.

—Perdone a Luis —dijo mientras lo hacía, y mirando hacia donde él había venido, continuó: —él tiende a ser susceptible cuando se trata de Villalobos, y perdoneme si la ofendo, pero eso la incluye a usted.

Valeria casi por inercia le tomó la mano y se levantó. —Más que susceptible, es un impertinente, yo ni siquiera lo conozco.

Al escucharla, él sonrió. —Lo mismo le había dicho yo, pero nunca me escucha.

—Sebastián ya me había dicho como es —dijo para luego apretar sus labios en una línea. Tuvo que aguantar las futuras lágrimas que su naríz le avisaba que serían inminentes. No pudo verle.

—No todo el tiempo —pero Gabriel pareció no notarlo—, sólo es así cuando se trata de tu novio.

—Mmm. Y ¿por qué no estás platicando con él?

—Se fue como princesa berrinchuda —bajó la mirada un poco pensativo, cuando la subió rápidamente, se dio cuenta que ella todavía lo miraba. La comisura de su labio volvió a subir nuevamente—. ¿Cómo te llamas?

—Valeria —pero ella no sonrió.

—Yo soy Gabriel —apesar de todo, él le contestó amigablemente— ¿Te gustaría comer algo conmigo?

Valeria balbuceó pretextos para negarse, pero él notó que eran falsos.

—Vamos, me gustaría preguntarle algo.

—¿Preguntarme? Pero yo no te conozco.

—Soy amigo de Sebastián.

—¿Habla enserio? Nunca lo oí mencionar.

—¡Enserio! Me siento muy decepcionado al respecto —dijo mientras se le escapaba una carcajada sorpresiva—. Olvídelo, es entendible, no hemos hablado desde hace mucho.

Ella pareció creerle, pues empezaron a caminar juntos.

—¿Desde cuando se conocen? Me sorprende que usted sea su novia —dijo, con las manos guardadas en los bolsillos.

—Desde hace ya tiempo.

Al seguir caminando, un hombre de barba clara los hizo respingar de inmediato. Valeria pareció reconocerlo entre los amigos de Luis.

—Gabriel —lo saludó con la mirada hacia él, al ver a Valeria pareció burlarse—. Estás hablando con la chica que le cae mal a Luis.

Gabriel lo reprendió con la mirada, luego se dirigió a ella. —No le hagas caso. 

—No me molesta, es bueno saberlo —le contestó fingiendo indiferencia.

—¿Has visto a Cristian? —habló otra vez su amigo.

—Está en el bar —rápidamente su amigo se marchó—. Él es Ricardo, pero todos lo conocen por el güero, ya sabrás porqué.

Segundos después llegaron al restaurante del hotel.

—Mira, allá están los demás —Gabriel le señaló con la barbilla—. El de nariz grande es Federico, es como un otaku amante de los videojuegos —le contaba mientras Valeria lo veía hablando con otro hombre de cabello blanco artificial—. El que está a lado de él es Israel, a él le gusta más el fútbol..., bueno a mi también. Y el otro es Félix..., y no, no está usando un peluquín..., bueno todavía no ha llegado a eso.

Arrebol del Atardecer #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora