Al Valeria abrir la puerta, los músculos de su cara parecieron flaquearse por un segundo.
—Gabriel —pareció pronunciar más alto de lo debido, anunciando la presencia del susodicho hasta la sala, avisándole a Luis de su llegada.
—Vale ¿Qué tal estás?
—Bien, Gabriel —volvió a pronunciar su nombre con tanto hincapié, que se escuchó cínicamente rebuscado.
Pero Luis había entrado en un pasmo, que se vio a él mismo perdido.
—¿Y eso que pasas por aquí? —cuestionó Valeria en el entorno de ella y Gabriel.
—Quería volver a verte.
Luis meditó aquel tono que había usado su mejor amigo, luego de que sin canalizar, se había acercado más de lo debido para presenciar aquella escena. ¿Verla? ¿Exactamente para qué quería verla?
—¿Puedo pasar? —le escuchó decir a él.
—Sí... digo ¡no! —dijo Valeria torpemente nerviosa— ¡Qué pena contigo! tengo un desorden.
Él rio animadamente. —No te preocupes por eso...
Luis lo vio entrar, encontrándose en una situación embarazosa..., y tratando de mitigar aquella vergüenza de encontrarlo, no solo en casa de Valeria; donde no tenía ninguna excusa del porqué de su estar ahí, si no que, tambien, espiando lo que debería ignorar por educación.
—¿Luis? ¿Qué haces aquí? —su amigo se extrañó borrando su sonrisa.
Valeria caminó rápido anteponiendose en defensa de Luis.
—Pues... lo que pasa... —Valeria trató de pensar en algo, pero no se le ocurría nada.
—Pero si ustedes se odian. ¿Qué haces en su casa?
—Gabriel... —Luis guardó la debida pausa para tragar, y ya encontrándose rendido, decidió confesar—. Gabriel, Valeria y yo...
Él pareció comprender, e inocentemente, le arrebató la palabra con inesperada alegría. —¡Ya entiendo!
—En... ¿en serio? —Valeria pronunció con desconfianza.
—¡Sí! Es muy obvio ¿cómo no lo noté antes? —pronunció incrédulo ante la sorpresiva— ¡Ustedes ya son amigos y no me dijeron! —se acercó para abrazarlos al mismo tiempo.
—Sí, Gabriel, somos amigos —dijo Luis sarcástico pero Gabriel no lo notó.
—Eso explica el porqué preguntaste por ella.
—¿Preguntaste por mí? —Valeria le preguntó volteando a verlo en el abrazo de Gabriel.
—Sí, eh...
Gabriel dejó de abrazarlos con una gran sonrisa. —Ahora entiendo porque andabas como tonto buscándola.
—¡Bueno ya, Gabo, ya quedó claro!
—Que bueno que estás aquí, quiero que me expliques lo que pasó hace rato.
—Ah, eso..., es que...
—¿Por qué no dormiste en tu casa? ¿Dónde dormiste?
Luis le pidió que se sentara. Los tres se adelantaron hacia la sala que quedaba mínimamente cruzando el sillón que los respaldaba.
—¿Estuviste con ella acaso?
—¿Ella? —Valeria cuestionó extrañada.
—¿Valeria sabe lo de la chica?
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Arrebol del Atardecer #1
PoetryEn el cielo se oirá su nombre entre las brisas tardías porque el arrebol será su aclamador. Él es testigo de toda la pena y dolor. Que el viento recuerde aquellos días, donde ella ofreció todo su amor. En aquel atardecer rojo, por culpa del sol. ...