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"Que día loco." Lo había dicho Formaggio y aun así lo vuelvo a repetir. Estaba agradecida de haber salido de mi encierro de libros, de haber bailado, bebido y divertido durante lo que va de la noche, estaba agradecida de haberme topado con alguien tan misteriosa e interesante como lo era ese tal Risotto. Pero todo lo de mas solo fue de mal a peor. Casi me violaban, tengo aun varios hematomas de la caída anterior a lo largo de mi cuerpo, mi madre seguramente me estaría jodiendo toda la vida con el tema de la cena de mañana; una a la cual planeo faltar.

Ahora me encontraba en una ducha que no era la mía, en una casa que no era la mía, con un gran grupo de hombres que seguramente se habían escapado de alguna agencia de modelos de ropa extravagante. Estoy segura de que hasta Lady Gaga estaría celosa de sus atuendos. Pero bueno, el agua seguía cayendo por todo mi cuerpo lastimado, me sentía extrañamente relajada al sentir el agua caliente.

Cerré la llave de paso y tome la toalla que el gótico de ojos extraños me había ofrecido antes de entrar al baño, finalmente salí. Al otro lado del vidrio había ropa nueva perfectamente doblada. Se trata de una enorme camisa negra que parecia más un vestido en mi qué otra cosa, y un pequeño pantalón rosa con un estampado de unicornio en la nalga derecha, esto tenía toda la pinta de ser de Melone, salvo la camisa, no lo veo usando una de AC/DC.

Salí con el pelo envuelto en la toalla que antes había usado para mi cuerpo, allí se encontraba el misterioso hombre mirando una exageradamente grande cantidad de papeles sobre un escritorio negro. En realidad esa oficina-habitación era casi en su totalidad del mismo color, con algunas paredes de un gris oscuro mientras que la mayoría de los muebles eran negros con algo de rojo en ellos.

Tenía escondido por allí un poster de Metallica, tal vez era el único de su habitación lo cual me hacía pensar que era realmente su banda favorita, bueno, estar hablando la mayor parte de la noche sobre sus canciones fue un buen indicio. Girando más mí vista no solo vi un pequeño exterior en el suelo de madera, sobre él se encontraba un antiguo tocadiscos sin una pisca de polvo encima, muy diferente a la biblioteca a su izquierda. Varios títulos de esta me llamaron la atención, no solo estaba toda la colección de "La Guerra de las Galaxias" también podía ver otras cosas como El señor de los Anillos, el Hobbit, It, también tenía una gran colección de los libros de Tim Burton.

– ¿Ya terminaste de mirar descaradamente mis cosas? – Aquella profunda voz me hizo sobresaltarme un poco. Su mirada escarlata estaba pegada aun en sus papeles pero aun así había sentido como es que me helaba la sangre.

– ¿No tienes nada de Evanescence? ¿Nightwish, tal vez? – Cuestione tomando uno de los libros al azar y lanzándome al sofá que había en el cuarto como si fuera mi casa, saque mis gafas de mi boldo y mes las coloque para comenzar a leer "Alicia en el país de las maravillas". El sonido de los papeles se detuvo, la pluma fue dejada de lado para luego levantarse y venir perezosamente hacia mí, mirándome con una ceja alzada. – Quédate quieto. – Me levante tras dejar el libro a un lado y colocar mis manos a ambos lados de su rostro, aun había gotas de agua corriendo por mi cuello por lo tanto el aprovecho para acomodar mi toalla y evitar que su mueble se mojase más. – ¡Tienes hoyuelos! ¡Sonríe! –Tras poner los ojos en blanco hizo lo que le pedí, mostrando los dientes con un sobre esfuerzo. – ¡Allí están! Que adorable~ ¿Sabías que los hoyuelos son una deformación genética de los músculos faciales? –

El quito mis hermosas y delicadas manos de su rostro, y una vez que estaba desprotegida simplemente me soplo la cara obligándome a cerrar los ojos. Una vez abiertos, pude ver una tierna sonrisa asomándose por sus labios, tomo mi nariz entre sus dedos mientras suspiraba con tranquilidad.

– Creo que es la primera vez que alguien me dice "adorable". – Dijo con una ceja levantada.

Pero sin oportunidad de contestar o añadir algo más a nuestra extraña e informal conversación, la puerta de la habitación-oficina se abrió sin siquiera ser tocada para ver pasar a un hombre con sobres en la mano, tenía el ceño fruncido en cuanto giro sus ojos en mi dirección pero no dijo nada relacionado a mi persona.

La sangre de los inocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora