Las palabras se atoraron en mi garganta. Mientras que las suyas, como furiosas cuchillas, desgarraban cada rincón del ser y mi alma. Era carente de toda lógica ¿Por qué de pronto dijo semejante cosa? Aun me había quedado anonadada y sin aliento por ese rostro casi constipado que halaba de nuestra ruptura con total normalidad.
Aun así, me negaba rotundamente el hacer algo como eso. Tal vez sea bobo y egoísta mi pensar, pero no tengo ningún deseo de separarme de él, o de mis nuevos amigos, a los que ya consideraba una nueva familia, mi única familia presente en realidad. Se que estoy en peligro, no solo por ser la pareja de un mafioso que vaya uno a saber que hizo, sino también porque tengo una personalidad difícil con las personas que llegó a detestar o matar, por culpa de los siniestros experimentos que tanto disfruto hacer junto a mi tío Cioccolata. Eso ya no importa más, las cosas que haya hecho o logrado desde ahora no tendrán valor alguno. Por el amor que le tengo a mi querido Risotto, me negare rotundamente a que me aparte de su vida, al menos, no así. No cuando éramos felices y ambos nos amamos.Tome con fuerza su manga en cuanto él había comenzado a caminar hacia la puerta. Sus ojos, tan oscuros e hipnóticos como siempre con ese halo de sangre impregnado en sus iris, me miraba con una de sus cejas alzadas mientras fruncia el ceño. Me negaba rotundamente a mirarle a los ojos, sentía que estaba a punto de quebrarme en llanto y eso no me lo podía permitir. Tenía que ser fría como el hielo, sin temor, sin miedo, pero mis rodillas casi flaquearon en cuento trague la saliva que se había estado acumulando en mi garganta. Finalmente, cuando levante la mirada y deje de tomar su manga pude ponerme la máscara de chica estoica de la alta sociedad que con tanto esfuerzo trataron de enseñarme cuando era pequeña.
- No. - Mis palabras casi se escuchaban como un sollozo, por eso tomé tanto aire como pude y tras soltarlo en una fracción de segundo para así tratar de calmarme, volviendo a tomar la palabra. - No lo acepto. No. No Risotto. -
- La decisión ya está tomada. - Respondió mientras volvía a intentar el irse. Me enojé al ver ese intento de huida por su parte, y con mi propio cuerpo cubrí la puerta lo mejor que pude. Sabía que, si quería podía sepárame de la puerta con total facilidad, pero lo conocía lo suficiente como para saber que jamás le haría daño a alguien que le importa. Esa era mi hipótesis. Una que parecía acertada al ver como freno su pazo apresurado mientras rodaba los ojos. Parecía sin duda molesto, pero también inquieto, era la primera vez que lo notaba realmente irritado y creo que podía deducir el motivo. - No tengo tiempo para esto, tengo que reunirme con los muchachos en media hora. -- Entonces escúchame. - Soltó un resoplido de fastidio. Luego, dándose levemente la vuelta se giró para ver el reloj de agujas con forma de gato que movía a un lado y otro sus ojos al compás del tic tac, parecía que trataba de calcular el tiempo en el que tardaría en ir a su auto y conducir quien sabe cuanta distancia. Con otro suspiro, pero esta vez mucho más relajado, casi como derrotado, inclino su cabeza para dejarme hablar. Con nerviosismo humedecí mi boca mientras intentaba pensar en mis palabras, jamás fui muy buena para improvisar, pero en este momento tendría que ser rápida. - Ris, yo. . .no quiero separarme de ti. Realmente, realmente me gustas mucho Risotto. - Sus labios estuvieron a punto de abrirse para decir algo, pero parece que se arrepintió y me dejo seguir hablando. - No sé si es por la situación actual, o algo que hice, pero realmente quiero que lo arreglemos y hablando es la única forma de hacerlo. Por favor, no tomes decisiones por nosotros dos. Las parejas necesitan un intercambio equivalente. - Ya con la voz un poco más quebradiza decidí dejar de hablar para no echarme a llorar en ese mismo instante. Bajando mis brazos extendido en señal de derrota, camine con paso lento y desganado a un costado de la puerta para dejarle pasar, siempre con la cabeza gacha para que no viera las lágrimas que se comenzaban a acumular en mis ojos.
Escuchando como sus pasos tranquilos pasaban a mi lado sin detenerse siquiera para mirarme, el crujido de la puerta fue el interruptor como para que las lágrimas comenzaran a salir de mis ojos, gimoteando me apoye inconscientemente en la pared, agradeciendo levemente que la pared estaba allí o me hubiera caído.
Con flaqueo mis piernas perdieron su fuerza y caí al piso con un gran estruendo mientras trataba de retener los gimoteos y sollozo entre mis dedos, fallando miserablemente mientras sentía como mis propias lagrimas saladas recorrían mis mejillas hasta chorrear por mi barbilla y terminar mojando mi pantalón. Trataba de dejar de sentir aquella fuerza opresora que comenzaba a apretarme el pecho, sintiendo que el aire se me escapaba de los pulmones. Las manos me temblaban, y un grito ahogado seguía atorado en mi garganta. Me sentía aterrada ante el frio de la abrumadora soledad que comenzaba a acechar los restos de mi putrefacta alma y partido corazón que él se llevó detrás de si junto a mis sueños sobre un futuro que parece cada vez más lejano. Tal vez sea el hecho de que soy un poco dramática, tal vez volví a aquellos horripilantes días en donde mi madre me encerraba en el sótano de castigo de nuestra mansión. Tenía miedo de sentirme así de despechada y abandonada otra vez, que sí, está completamente mal el sentirme así, pero tengo miedo. Tengo mucho miedo de volver a estar sola, tengo miedo tanto pero tanto miedo de no ver a nadie esperando a que salga de mis prácticas. Tengo miedo de no saber cómo fue su día, tengo miedo de aquel silencio tan distintos a los que ya estaba acostumbrada. Tengo tanto miedo de quedarme estancada cuando los demás pueden ir y venir cuando quieran. Tengo miedo de fallarle a las personas que realmente amo.
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La sangre de los inocentes
AcakEra una noche oscura, la música desbordaba por todo el lugar, mujeres y hombres divirtiéndose por igual. Quien diria que al aceptar un trago tu vida cambiará por completo. Tal vez fueron aquellos enigmáticos ojos carmesí o aquella aura de respeto y...