Capítulo 5.

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5. El cuaderno de Harry.

[«Al día siguiente, recuerdo haber sentido el sol, como si no lo hubiera sentido en años...»]

La tarde se avecinaba más rápido de lo esperado, un joven de tez blanca y cabello rubio caminaba por la cubierta donde se dirigía a la sección de 3° clase. Draco portaba un traje gris pálido con un chaleco y zapatos negros. Bajo por las escaleras que llevaban a las cabinas de los pasajeros de clase baja. Al entrar, escuchó la música del piano y los instrumentos que acompañan la melodía y todos charlaban con absoluta familiaridad como si se conocieran de toda la vida. Lo cual Draco le resultaba reconfortante que este tipo de persona se llevarán tan bien que los de su propia clase.

Al terminar de bajar, algunas personas se le quedaban viendo con asombro y desconcierto. La música se detuvo y mientras Draco avanzaba para encontrar a Harry, las personas seguían sus movimientos como si fuera algo de gran procedencia. Los hombres lo miraban como jauría de perros por tener una belleza mejor que una mujer de su clase. Un chico pelirrojo con pecas junto con una chica castaña y rizada que parecía no conocer un cepillo, lo observaron y sabían a quien buscaba.
Él pecoso golpeó al de enfrente en la nuca, el cual estaba concentrado en un dibujo. Harry alzó la vista y reclamo por el golpe pero Ron le señalo que girará del otro lado. Harry hizo caso, y su ceño fruncido se convirtió en uno sorprendido por ver a Draco parado frente de él.

- Draco- se levantó viéndolo a través de sus lentes.

- Hola. Sr. Potter... ¿Puedo hablar con usted?

- Claro- al ver que no se movía y las miradas en ellos lo estaba haciendo sentir incómodo, proclamó:

- En privado.

Harry asintió y golpeó en el hombro a Neville que se le quedaba viendo cómo idiota a Draco cuando este se giró a la salida. Neville y Ron se miraron con la boca abierta de la sorpresa, Neville en verdad se retractaba de sus palabras de que Harry nunca conquistaría a un ricachón.
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En la cubierta de botes, Harry y Draco caminaban en paso lento, mientras Harry contaba su vida como alguien sin miedo a decir su historia.

- ... Viví solo desde los 15 años, cuando mis padres murieron. No tenía hermanos, ni amigos. Tenía a mis tíos en Michigan, pero ellos adiaban a mi familia, en especial a mi padre. Y preferí estar solo que vivir con ellos. Entonces me fui y no regrese más.- era una plática agradable, el burgués le gustaba escuchar cada palabra que decía el azabache.- Bueno, llevamos caminando vario raro por la cubierta de botes, discutiendo como me crie... Supongo que no es por eso que vino a verme.- decreto mirando a Draco con iniciativa.

- Sr. Potter...

- Harry.

- Harry. Quiero agradecerte por lo que hiciste, no solo por rescatarme sino por tu discreción.

- No fue nada.

Draco agachó la cabeza en refrenar la vergüenza al tener que expresar su opinión de los hechos la noche anterior.

- Se lo que está pensando. Pobre ricachón ¿Qué puede saber él de la desgracia?

- No en realidad- detuvo la caminata con un gesto refutable.- Pensé... ¿Qué le ocurrió a este joven, para creer que no tenía salida?

El de ojos plata no conocía la respuesta indicada. Prácticamente era toda su vida de miseria llena de un manejo donde él solo es él espectador obediente. Y por primera vez, quería sacar todo con alguien que lo escuche sin delimitarlo de hablar.

- Fue todo.- comenzó su relato-. Toda mi vida y la gente en ella.- se acercó a la borda-. La inercia en ella y yo, estoy impotente para detenerla- le mostró a Harry su anillo de compromiso.

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