Capítulo 7

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7. La advertencia.

Cantando bajo el techo de estrellas en el cielo, nada era más gratificante que sentir el frío bajo la noche mientras el ruido del océano se movió entre olas pequeñas. Los dos muchachos caminaban por la cubierta mientras cantaban una canción. Draco omitía algunas palabras por no recordar con exactitud la letra.

Después de una gran fiesta que en todo su vida había perdido. El chico rico se sentía renacer y salir por un segundo de la jaula que lo tenían encerrado. Pero obviamente ese momento no duro demasiado al llegar a la zona de primera clase al escuchar la melodía del violín. Draco volvía a su jaula, y Harry no podía hacer nada.

– Bueno aquí estamos– dijo Draco con desánimo.

– Así es.

Draco tenía la cara de alguien regresando a un celda oscura dónde nadie lo escuchaba.

– No quiero volver– confesó. Su ojos no escondía su tristeza, pedían en silencio que lo sacarán de esa vida miserable.

Miro arriba en el cielo viendo las interminables estrellas para olvidar un segundo su realidad, maravillado por la imagen del cielo oscuro.

– Qué hermoso– Harry miro arriba y afirmó convencional a lo dicho–. Son muy pequeñas e interminables. Te digo algo. Los ricos se creen gigantes, pero ni siquiera son el polvillo en los ojos de Dios– diálogo sin dejar de mirar el cielo estrellado.

– Hubo un error. Tú no eres uno de ellos– reconoció fehaciente él ojos verdes–. Te entregaron en la dirección equivocada.

– Creo que sí– carcajeo en ironía y miro unos segundos al moreno para después seguir viendo el cielo–... Mira una estrella fugaz.

Señalo la diminuta línea que se formaba sobre el cielo negro. Draco nunca había visto un cielo tan ilustrado de estrellas como esa noche, sus ojos brillaron por la iluminadas estrellas, dejando Harry encantado ante aquellos ojos plata. Mientras Draco miraba las estrellas, Harry lo miraba a él.

Harry conocía a mucha gente por todo el mundo, desde la mujer más hermosa hasta a la menos hermosa. Pero nadie le había sacado un interés tan pertinaz como lo hacía el joven apolíneo. Y no era solo su belleza externa lo que le fascinaba al de cicatriz, era su forma de pensar, de ver el mundo como él lo ve, de no tener miedo a lo que la sociedad diga. Su inspiración al arte, su modo distinguido de hablar, la sabiduría y destreza para imponer lo que opina aún siendo lo que es, un Vela. Eso y más, hacían perder a Harry exorbitantemente. E ahí donde se piensa; de tomar la mejor decisión de su vida al apostar en pub del puerto.

– ¿Deberíamos pedir un deseo?– Draco lo saco de sus pensamientos, volteando la mirada a él con una sonrisa entre dientes.

–¿Qué desearías tú?– cuestión Harry. Los dos estaban tan cerca que Harry se embriagaba por el aroma de Draco a esencia de rosas. Cómo se moría por acercar más su rostro para sentir la suavidad y aroma del contrarió. Pero no podía, no quería arruinar ese momento maravilloso.

Draco en cambio, miraba cada facción del artista olvidando lo cercanos que estaban. Harry lo hacía olvidar lo que era, era como un hombre que venía a liberarlo de su jaula y lo soltaba en su verdadero hogar. Él era el pobre pájaro que deseaba agradecer a ese hombre, porque fue él único quien lo salvó. Draco nunca imagino, que terminaría regresando al hombre que le demostró el verdadero amor que nunca creyó tener.

– Algo que no puedo tener– dijo decepcionado. Harry y Draco se miraron, conociendo lo que las palabras de Draco significaban. Ambos lo entendían, pero algo los detenía y eso era la responsabilidad que tenía Draco sobre sus manos. Y más que nada, el miedo, miedo a descubrir lo que su corazón grita junto con el de Harry.

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