Capítulo 11

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11. Iceberg

La noche se volvía más fría en cuanto el barco se adentraba más el Atlántico, sin embargo, no era rival para un millonario caminado a gran paso y absolutamente cabreado hasta la coronilla, yendo en dirección a su habitación y creando un aura tensa y oscura entre los corredores. Tom ilustraba su rostro con la más cortante y helada mirada que atemorizaba a cualquiera, al saber que Peter no cumplió su orden y dejará escapar a su prometido con él miserable de Potter.
Dejando en claro que él debía hacer el trabajo.

Llegó al camarote, examinando su alrededor conteniendo las ganas de romper todos los cuadros que decoraban la alcoba, por el simple hecho de hacerlo recordar a su prometido, pero no haría un desastre por un estúpido berrinche. Camino a su caja fuerte siendo seguido por Peter, al abrirlo noto dos piezas de papel en uno de los cajones. Al sacarlo se llevó una sorpresa por ver la figura plasmada de Draco sin nada que lo cubriera a excepción del collar, la otra hoja contenía un anota con la pulcra y fina letra del rubio.

"Tom, ahora puedes encerrarnos a los dos en tu caja fuerte".

Draco.

Arrugó el papel por la frustración, Tom estaba por romper la hoja que contenía el dibujo, en cientos de pedazos, pero se detuvo al meditar las cosas y ver qué podía usarlo a su favor, ya que le había dado una gran idea.
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En el último nivel del barco, dos guardias fueron avisados de la presencia de dos jóvenes en las calderas corriendo hacia las bodegas. Revisaron el lugar, alumbrando el área con sus linternas, hasta llegar al Renault y dar la señal para rodear la puerta y atrapar a los escabullados. Pero al abrir la puerta se dio la sorpresa al no ver personas dentro dejando como prueba el vacío del auto. Ninguno detecto otra alma por el lugar, dando a entender que eran los únicos idiotas en aquel sitio.

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En una de las puertas de salida que daban en dirección a la proa, Harry y Draco salían entre risas después de dejar las bodegas y dejar atrás a los guardias. Mientras danzaban en círculo poco a poco la risa fue cesando al momento en que Draco acaricio lentamente la mejilla del contrario, logrando que esté dejara de reír atraído por aquellos ojos grises.

— Cuando el barco atraque... Me iré contigo— declaró Draco determinado a pasar el resto de su vida con él de ojos verdes.

— Eso es una locura— confesó incrédulo.

— Lo sé... Pero quiero hacerlo— y sin decir más lo beso sin ocultar el gran amor que ambos emergían en esa helada noche.

Los dos vigilante de esa noche no tardaron en detectar a los dos jóvenes debajo del puesto de vigía y sin dudar, aprovecharon las bromas de hacer lo mismo para mantenerse caliente ganando ciertos empujones y un par de risas. Cada uno froto sus propio cuerpo para sentir un poco de calor a causa de la baja temperatura.

La neblina se hacía más densa con forme avanzaba el barco, y la poca visión de los vigías no los preparo para detectar a tiempo una silueta de gran tamaño que se hacía más grande al paso. Uno de ellos abrió los ojos al tope, al reconocer el obstáculo.

— ¡Oh maldición!— dijo medroso uno de ellos, agarrando la soga para hacer sonar la campana y dar aviso a la tripulación de que algo se avecinaba. Alzó el teléfono con desesperación mientras el miedo crecía con cada segundo.— ¡Contesten malditos!— gritó por la línea con desesperación. Justo cuando pensó que nadie contestaría, la voz de uno de la cabina de mando, contesto con un simple "¿Qué es lo que ves?", por lo cual respondió a todo pulmón lo que nadie esperaba— ¡Iceberg a la vista!

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