Capítulo 29

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Ivo.

—Buenas tardes —me saluda una de las chicas del servicio de la casa de Coral tan pronto me abre la puerta y me ve.

—Buenas tardes —le devuelvo con cortesía el saludo e ingreso en la casa.

Coral y yo iremos al cine a ver una película de ciencia ficción que se acaba de estrenar. No es algo que no hayamos hecho muchas otra veces, pero a mí me encanta pasar tiempo con ella. Todo el tiempo que sea posible, para buena suerte, llevo el monitoreo de mis nightclubs desde casa o incluso desde mi celular, eso me evita estar metido allí como solía hacer antes con mucha regularidad. Aunque siendo sincero, incluso habiendo instalado el sistema de monitoreo hacía ya más de dos años prefería estar en Kviar con mucha gente, y escandalosa música que estar en casa con mi soledad, pero en estos momentos ya no me siento así. Es parte del pasado.

—Como me imagino que viene a buscarla, voy a avisarle a la señorita que ya... ah, ahí viene bajando ya.

Mis ojos se mueven hacía las escaleras y la veo descender. Mi corazón inmediatamente se acelera mientras me acerco más y más, sin quitarle los ojos de encima. Ella viste un vestido estampado en flores moradas, de mangas tres cuarto y unos centímetros por encima de las rodillas. Botines marrones en los pies y su cabello rojizo, algo rizado, está recogido a medias. Me da esa sonrisa que me descoloca y que llena de luz todo a mi alrededor, como las luces del cuatro de julio. Me tiene tan jodido. Es mi mundo. Le devuelvo el gesto, pero de pronto se apaga cuando veo que ella parece perder el equilibrio sobre los escalones, a punto de caer, lo bueno es soy lo suficientemente rápido para que mis brazos se abran, atrapándola en volandas antes de que su cuerpo sufra algún tipo de daño. Su pecho está agitado y el mío también por el susto de que no hubiera logrado atraparla y se hubiese lastimado en mis ojos.

—Te tengo, bonita.

—Gracias, gracias amor. Resbalé sin darme cuenta, es que tú me vuelves tonta —me dice, mirándome a los ojos.

—Siéntete bien porque yo sufro los mismos síntomas. Lo bueno es que yo siempre estaré ahí para no dejarte caer y evitar tu dolor, Coral —musito, tomando sus labios en un mordisco juguetón—. Siempre seré tu caballero.

Ella va a decir algo pero de pronto alza la mirada y ve a...

—Papá.

Como me sucede cada vez, inmediatamente me tenso al estar ante su presencia y segundos más tarde me giro con Coral en brazos, encontrándome con la mirada del señor Hidalgo en la sala.

Tiene esa mirada dura y fría con la que siempre me ve en su casa.

—Hola, hija —saluda con cariño fraternal a su hija, pero serio. Yo a pesar de que nunca me devuelve el saludo, lo hago por educación.

—Buenas tardes, señor Hidalgo.

No dice nada, de sus labios no salen palabras lo cual no me sorprende, pero lo que sí lo hace es que el señor Hidalgo que lleva semanas mirándome con cara de pocos amigos y de golpearme cada vez que me ve, lo cual no hace por respeto a su hija, me da un asentimiento. Frunzo el ceño ligeramente apretándome el puente de la nariz ¿Sí lo hizo o fue lo que yo quise ver? Scott se acerca, deja un beso en la mejilla de su hija y después se dirige hacía las escaleras.

Me sigo preguntando si no fue idea mía lo que vi, con las ganas que tengo de ganarme un poco de simpatía de ese hombre. ¿Será?

Le pido a Coral irnos porque si nos tardamos más nos perderemos los primeros minutos de la película y cuando vamos a salir por la puerta, al abrirla, nos encontramos al otro lado a otra hermosa pelirroja, su madre. Con la señora Hidalgo a diferencia de su marido no me pongo tenso al verla, puede que no le simpatice tanto, pero al menos me devuelve los saludos cuando se los doy y no me mira con ganas de querer estrangularme.

Solo Tú ( Saga Inevitables #2.6)√√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora