Capítulo 9

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 Coral

Largo un suspiro al tiempo que recargo sobre el asiento. Me dirijo a casa de mi abuela, Dana y me he tenido que detener gracias al cambio de luces de tránsitos.

Me chupo el labio inferior y el corazón se me agita ante los deliciosos recuerdos de aquellos labios que me hicieron, por un pequeño instante, sentir en la cúspide del cielo. Nunca me imaginé que un beso se podría sentir así, aunque estoy segura que tiene que ser porque fueron sus labios los que besé, de haber sido otros no me habrían hecho sentir del moro que estoy sintiéndome en ese momento, como me hizo sentir él en aquel instante.

Ivo me había hecho volar y fue como si mi cuerpo hubiese dejado de pertenecerme. Me probó y me hizo sentir tan mujer…

 Ivo Lombardi se había marchado, sin decirme nada, dejándome aturdida, desorientada y a punto de sufrir una arritmia o algo peor por el ritmo tan acelerado en el cual había dejado mi corazón después de su pequeño ataque. Pero a pesar de todo, tocándome el labio donde pareciera que aún pudiera sentir el contacto de los suyos, sonrío porque por fin conseguí lo que tanto había anhelado, un beso del hombre que tanto me gusta, y ahora después de ese beso mucho más.

El asunto es que ahora me encuentro en un dilema, no sé qué va a suceder de ahora en adelante, no sé qué piensa ni si le gustó mi beso, por inexperto que fuera, tanto como el suyo a mí...

Bufo, ese hombre es un misterio difícil de resolver, pienso, viendo en mi muñeca la pulsera que me regaló.

La luz cambia, suenan los cláxones detrás de mí y me obligo a poder el auto en marcha.

 Media hora después estoy aparcando frente a una enorme y hermosa casa de ladrillos donde fueron criados mi madre y el tío Iñaki. Salgo del vehículo, no sin antes tomar entre mis manos un regalo que compré para mi abuela. No es su cumpleaños ni nada, pero ella siempre me recibe con mi pastel favorito cuando llego a su casa, así que me gusta ser igual de detallista con ella.

—Señorita, Coral —me saluda, Elsa, una de las chicas del servicio de la casa de mis abuelos que me abre la puerta, risueña.

—Hola, Elsa, ¿mi abuela?

—Qué bueno es tenerte en casa, cielo mío. —Escucho la voz de la abuela desde la sala antes de que Elsa me responda.

Reconozco la voz masculina que invade mis oídos cuando tomo mi camino hasta donde está la abuela.

—Te echaba mucho de menos mamá —dice él—. Sí no vengo a visitarte con más regularidad es por mi padre. Sabes perfecto que le avergüenza siquiera verme. Es por ello que si estoy aquí es porque sé que no está. Enfrentarme a mi propio padre que no es capaz de aceptar lo que soy y que la mayor parte del tiempo me hiere con sus palabras de discriminación no es nada agradable. Prefiero mantener la distancia por mucho que me duela estar alejado de ti.

—¡Tío Iñaki! —vocifero más que feliz de verlo. Gira su cuerpo, y al verme correr hacia él me sonríe ampliamente y abre sus brazos para mí.

—Pequeña... —Llego a su encuentro, doy un saltito sobre él y me atrapa para envolver sus brazos alrededor de mi cuerpo y mientras me da vueltas conmigo colgada a su cuerpo como changuito, haciéndome reír, me cubre de besos la cara—. Qué lindo ver a mi sobrinita consentida.

Solo Tú ( Saga Inevitables #2.6)√√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora