𝕰𝖘𝖕𝖎𝖗𝖎𝖙𝖚 𝕷𝖎𝖇𝖗𝖊 [ʀᴜsᴍᴇx] {𝕋𝕖𝕣𝕞𝕚𝕟𝕒𝕕𝕒}

🌵 𝓟𝓮𝓺𝓾𝓮𝓷𝓪 𝓬𝓱𝓪𝓻𝓵𝓪 🌵

Ni México ni Rusia estaban del todo sanos. El de sangre Azteca sentía sus malestares más intensos, pero su embarazo seguía estable. Aquello se lo había dicho su doctora. El de Ushanka por su parte tenía problemas para respirar, pues a pesar de ya poder tocar un poco más a las personas, el incendio en Siberiano aún seguía en pie. Aquella tarde ambos se encontraban en el jardín, el humo salia de las orillas de la mascarilla del Ruso.

—Мексика, ¿ya pensaste en los nombres?

—No, chikistrikis —sentía una pequeña presión en sus órganos internos, como si estuviesen siendo comprimidos por sus pequeños. Aquello era normal—. ¿Te parece si tu decides el nombre del niño y yo el de la niña?

—Hum... De acuerdo.

—Perfecto, quiero ponerle Xochitl, o tal vez Nicte.

—¿Qué quieren decir?

—Ambos significan flor —le sonrió dulcemente a su pareja—. ¿Tu cómo le pondrás a nuestro pequeño?

—¿Qué te parece Anielka u Orel? Anielka es pequeño ángel y Orel es águila. Cómo tu escudo, amor.

—Ay, Rusia —el Mexicano se chiveo un poco y sus mejillas se tiñieron de color rosado.

Observó su anillo de matrimonio un momento. Я люблю его, Мексика. Te amo, México. Rusia no traía puesto el suyo, su calor corporal podía derretirlo.

—Tengo ganas de comer chiles —le sonrió el pequeño Mexicano.

—Claro, cariño.

Rusia ingresó a su hogar y agarró con cuidado la bolsa de los Chiles, pues no quería arruinarle su antojo a su amado. Exhaló un poco de humo que se escapó por las orillas de su mascarilla. Regreso afuera, al lado de su amado agachándose un poco, pues estaba sentado.

—Muchas gracias, Tripalosky.

Rusia se quedó con uno de esos chiles, quería entrenarse para poder estar a la altura de su amado Mexicano y poder probar aquel alimento picante. Vio a México comiéndolos como si se trataran de dulces. Le dio un mordisco probando su sabor. Se enchiló bastante, pero trató de resistir y verse fuerte ante su amado.