🌵 𝓒𝓸𝓷𝓽𝓻𝓪𝓬𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼 🌵

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Rusia había ido al hospital, tenia que hacerse algunos exámenes y saber qué había pasado, pues parecía que había explotado algo en Siberia

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Rusia había ido al hospital, tenia que hacerse algunos exámenes y saber qué había pasado, pues parecía que había explotado algo en Siberia. Estaba sufriendo demasiado por su salud. México estaba en su casa haciendo quehacer. Ya había cumplido nueve meses y sus pequeños no daban señales de querer salir. Acarició su vientre, estaba exhausto. Fue a la cocina y empezó a devorar chiles. Sintió un poco de dolor, pero no le dio importancia. Se sentó en un sillón tratando de calmarse.

Calmense, mocosos. Quiero dormir —pensó.

El dolor se calmó un poco dándole tiempo al Mexicano de relajarse un poco. Encendió la televisión acariciando su vientre. Quería imaginarse a sus pequeños, tal vez la niña saldría con el cuerpo de su amada madre y los ojos de Rusia. El varón tal vez podría heredar algunos razgos de URSS y tener vocabulario mexicano. Casi podía palpar aquellas imágenes ficticias. Sentía movimiento dentro de el, cada patada o cada cambio de posición las sentía. Apenas comenzaban a pasar la Rosa de Guadalupe cuando sintió un dolor punzante en su cintura. Controlaba su respiración, solo eran contracciones. Escuchó su teléfono sonar, así que lo agarró rápidamente.

¿S-Si?

—¡México! ¡Tienes que escuchar esto rápido, pe!

—Lo haré, tranquilo, comepalomas —se levantó del sillón, pero sus piernas flaquearon por el dolor obligándolo a arrodillarse—. Agh... M-Mierda...

—¿Estás bien, marico?

Si, wey... Aguanta...

El dolor aumentaba. Se sujetó de una mesa tratando de reincorporarse, pero no podía. Este se intensificaba y viajó de su vientre hasta debajo de su ingle. Aquel insoportable dolor lo hizo romper en llanto. Había llegado el momento, pero no había nadie quien pudiera ayudarle.

¡México! ¡Resiste, llamaré a Rusia!

Comenzó a respirar con dificultad mientras escuchó como se cortaba la llamada. Sintió un líquido fresco en su trasero. Se había roto la fuente, era hora, iba a dar a luz. Se arrastró un poco hasta llegar al baño, había dejado un desastre en el suelo. Había sangre derramada por todos lados. Se metió a la bañera sujetándose de las orillas tratando de soportar aquel dolor.

Ya viene Rusia, respira, respira —se decía a si mismo—. Tranquilos, mis niños, papi ya viene.

Respiraba y se aferraba con fuerza a las paredes de la tina. Sentía como las contracciones se intensificaban con cada minuto que pasaba. Perdió la noción del tiempo, el dolor nublaba su vista. Comenzó a sollozar mientras comenzaba con el trabajo de parto. Si, era doloroso. De nuevo, el teléfono. Contestó.

México.

V-Venezuela...

—Ya viene Rusia, respira, por favor. Llamaré a Guatemala, es quien está más cerca.

N-No... Estoy bien...

México, tranquilo, Rusia va para allá.

Colgaron de nuevo. Revisó el reloj del celular. Llevaba una hora y media teniendo contracciones. Había tráfico en Ciudad de México, siempre lo había. Lo que quería decir que Rusia llegaría dentro de otra hora y media más o menos. Comenzó a tratar de parir el mismo.

¿Recuerdan aquel análisis de salud de un hospital chileno? «No hacer mucho esfuerzo». ¿Qué estaba pasando? México comenzó a sentirse débil, no podía continuar con ello, pero era bastante tarde. Comenzó a sentir como su piel se desgarraba al tiempo que uno de sus pequeños empujaba su cabeza abriéndose espacio. No podía hacer más que gritar y gemir de dolor.

¡Rusia! —gritó con su voz ya un poco ronca.

El Ruso por su parte si que estaba atascado en el tráfico. Correría si pudiera, pero podría terminar ahogándose con el humo que salia de sus pulmones. Faltaban al menos veinte minutos para llegar a la casa de su amado.

Дерьмо! (¡Mierda!) —exclamó furioso y enojado.

A este paso, sus pequeños no nacerían en un hospital. Llevaba un traje especial puesto fabricado por la ONU. Este le ayudaría a no lastimar a su amado y cargar a sus pequeños sin dejarlos con quemaduras.

Мексика сопротивляется (México, resiste)

Estaba desesperado por llegar. No quería que México se lastimara. Había ido unos minutos antes a comprarle chiles a su amado y retarlo en una competencia. Llevaba una bolsa a su lado, pero no era el momento. Tenia que ayudar a su familia.

𝕰𝖘𝖕𝖎𝖗𝖎𝖙𝖚 𝕷𝖎𝖇𝖗𝖊 [ʀᴜsᴍᴇx] {𝕋𝕖𝕣𝕞𝕚𝕟𝕒𝕕𝕒}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora