Capítulo 12

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K i b a

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K i b a

Un zumbido taladra mis oídos inyectando veneno en mi cabeza. No estoy muerto, pienso casi alegre del dolor que me ataca. Estoy vivo.

Siento como algo obstruye mi vista y cuando intento quitarlo me doy cuenta que estoy atado «¡¿Pero que mierda?!».

Reúno chakra en mis brazos y tórax y halo con fuerza para desprenderme de mis ataduras profiriendo un gruñido bestial tan bien conocido en mi. Soy consciente de cómo se escuchan unas telas rasgarse y cuando por fin puedo llevarme las manos a los ojos y quitar el obstáculo de mi vista me doy cuenta que aún estoy atado de mis piernas con algún tipo tela. Con prisa estiro mis manos y comienzo a desatarme.

Olfateo el lugar para obtener un poco de información del lugar donde me encuentro ¡Maldición! Arrugo la nariz ¡Mierda de gato!

—Veo que ya despertaste.

Tenso mi cuerpo y reuniendo chakra me muevo veloz hacia donde mi captor aplicándole una llave dejándole en el suelo.

Para cuando mis ojos detallan a mi secuestrador ya es demasiado tarde.

La tenshi que ví mientras estaba en el limbo me mira con temor mal disimulado. Es más guapa de lo que recuerdo, tan guapa que podría hacerle el amor aunque fuera un enemigo.

¡Inuzuka! me recrimino ¡Concentrate!

Paseo mi vista por la habitación y descubro que junto a la cama donde estaba atado se encuentran instrumentos quirúrgicos.

Instintivamente tocó mi torso y compruebo lo que ya mi mente me grita. Esta chica me ha salvado la vida.

Frunzo el ceño y la suelto. Parece una chica normal, guapa, si, pero normal; y bastante inocente para ser un ninja. Pero he tenido enemigos con la misma apariencia y no menos peligrosos.

—¿Quién... —mi voz es extraña y me raspa la garganta. He debido de estar inconsciente por días —. ¿Quién eres?

Ella se aleja más rápido de lo que espero y cuando se encuentra a unos tres metros de mí me mira con el ceño fruncido.

Linda, pienso reprimiendo una sonrisa.

—Debí hacer caso a Denka y Hina —dice cuadrándose en su poca altura—. Un ninja del Clan Inuzuka nunca sabría dar un simple gracias.

—Te lo dijimos —un gato se escabulle entre mis piernas y se sube a la cama donde antes reposaba—. Pero eres tan buena.

—¡Denka!

—¿Donde esta Me-chan? —pregunto con la esperanza de que ella también lograra sobrevivir.

La tenshi me mira confundida.

—Solo te encontré a tí, ahogándote en tu propia sangre y la lluvia. Denka y Hina buscaron en los alrededores, pero, a pesar de que había rastro de otras cuatro personas y tres perros, el rastro de todos desapareció a un kilómetro de tí.

Decisiones que dejan marcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora