Pasé mucho rato soltera tratando de recuperarme,mi autoestima,mi forma de pensar y de verme, comencé a planchar mi cabello y vestirme de forma más acorde a mi edad, tenía 16 años y ya había entrado a la preparatoria, ahí todo fue diferente.
Pasé de ser la más fea de la secundaria a la más bonita de la preparatoria, cuando notaba a un chico mirándome volteaba a mi alrededor para comprobar si me veía a mi, no podía creerlo aun. A pesar de tener ahora "pretendientes" no lograba emcontrar a alguien que llamara mi atención, creo que lo que yo mas deseaba en esos momentos era tener amigas, personas con quien platicar, con quienes salir y sólo quería eso.
Moría de hambre y le pedí a mi amiga Karla que me acompañara a la tienda por unas papas a la francesa, al abrir la puerta salí tan rápido que sin querer choque con un chico que sólo alcanzó a tomar mi cintura para no caerme.
-¿Estas bien?- preguntó
-Si, perdóname no me di cuenta que estabas aquí ¿tu estás bien?- respondí nerviosa por sentir sus manos en mi cintura
-Estoy bien- sonrió
Era un chico con cabello negro, todo peinado hacia arriba, llevaba una sudadera verde y unos jeans rotos de las rodillas, sus ojos eran café obscuro y su sonrisa encantadora.
Cuando por fin pude salir del trance que me provocaron sus ojos me separé rápidamente de él y me pegué a los brazos de mi amiga por pena. No podían salir las palabras de mi boca, solo podía mirarlo a los ojos y sentir cómo mis mejillas se tornaban de un rojo intenso, el parecía querer preguntarme algo pero tampoco salían palabras de su boca.
-Se llama Mariana- dijo por fin mi amiga rompiendo el silencio incómodo
-Me llamo Esteban- respondió estirando su mano para estrecharla con la mía
Tomé su mano con un poco de pena y retomé mi camino, no podía dejar de pensar en lo lindo que me parecían sus ojos y su sonrisa tan cálida.
Pasaron dos semanas y recuerdo estar sentada en el pasillo esperando a que mi profesor llegara, estaba muy entretenida en mi celular cuando senti que alguien se sentó a mi lado.
-Hola- era su voz, recuerdo el escalofrío que me provocó
-Hola- sonreí nerviosa
Platicamos unos minutos sobre nuestros intereses, nuestra familia, nuestros hobbies, sentí que era una persona muy agradable y me sentia realmente cómoda hablando con él. Me tomó cinco minutos darme cuenta que mi profesor ya había entrado al salón así que lo tomé de la mano y corrimos hasta llegar a mi salón, giré rápido para despedirme pero el cálculo me falló y lo que estaba pensado para un beso en la mejilla terminó siendo un beso en la boca. En su rostro se dibujó una sonrisa de oreja a oreja y abrió la puerta del salón para explicarle al profesor que fué su culpa mi retraso, me dejó entrar y se fué.
Tenía millones de sentimientos encontrados en ese momento, estaba emocionada pero me sentia culpable por besar a alguien que practicamente acababa de conocer, ¿que pensaría de mi? No quería que pensara que yo era una chica fácil o una simple amiga con derechos, yo queria hacer las cosas bien, pero supuse ese beso lo había arruinado ya todo.
Me sorprendió mucho verlo a la salida en mi puerta, esperándome, cuando me miró vi la alegría en sus ojos y me tomó de la mano.
-¿Nos vamos?- sonrió
-Mi mamá viene por mi, lo siento, no mencioné eso- encogí mis hombros apenada
-No importa, aun así puedo acompañarte hasta la puerta- insistió
-Claro- sonreí
No sé si a ustedes les pasa pero es realmente impresionante como las cosas cambian cuando la gente se mete en una relación, si bien nunca escuché la pregunta ¿quieres ser mi novia? al parecer ya lo éramos porque nos presentabamos como tal a los demás, me acostumbre a eso ¿saben? a dar las cosas por hecho, a omitir ciertos detalles y acciones que para mí eran importantes. Todo iba realmente bien hasta que conocí a la persona que iba no sólo a arruinar mi relación, sino a eliminar toda confianza y cariño entre los dos, su nombre Mauricio.
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Ex-traños
Dla nastolatkówSi encuentras tu nombre aquí es porque marcaste mi vida, tal vez de buena forma, tal vez mala, como quiera que sea... Gracias.