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Yuhi abrió sus ojos, eran pasadas las nueve de la noche, su vida se había vuelto nocturna

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Yuhi abrió sus ojos, eran pasadas las nueve de la noche, su vida se había vuelto nocturna.

Camino al baño, la noche anterior solo había atinado a tomar un baño corto, su brazo le estaba matando y el mínimo roce de las telas le generaba tal dolor que había optado por cubrir su herida para evitar esos dolorosos roces.

Retiró el vendaje improvisado de su brazo y revisó cómo estaba avanzando la herida, no estaba tan mal para no tener casi medicamentos, tomó la misma venda que se había puesto la noche anterior y volvió a envolver diez centímetros de su brazo, suspiro y tomó la ropa que debía utilizar, colocándosela con cuidado de no herirse, por fortuna los cristales que Arthem había estrellado a un lado suyo no le habían cortado demasiado, aún así uno de sus tobillos ahora tenía delgadas líneas color café que delataban las marcas de los pequeños cortes que tantos cristales hicieron.

Unos minutos después el sonido de unos pesados y rápidos pasos se hicieron presentes, venían del pasillo y no tardaron en detenerse frente a la puerta de Segawa. Un hombre asiático de mediana edad, bastante alto y fornido vestido con un traje simple y con el cabello negro, largo y lacio entró en la habitación sin tomarse la molestia de tocar y al notar la expresión miedosa del menor comenzó a hablar en Japonés con una media sonrisa.

—¿¡Quien mierda eres!?

—Soy tu entrenador, llámame Akikawa. Estarás bajo mis órdenes, y más te vale hacer lo que te diga si no quieres más de esas... —Señaló en él la venda que le rodeaba el brazo.

—N-No soy un perro... no necesito entrenamiento... —Tomó el valor de hablar y elevar el rostro para encarar a Akikawa.

—No daré problemas... pero no necesito entrenamiento de ningún tipo... —Frunció el ceño y tomó una postura un tanto defensiva.

El hombre no pudo resistir una pequeña carcajada nasal, ante aquel acto de valentía no dudó en acercarse a Yuhi hasta que las puntas de sus zapatos chocasen.

—No estoy ciego, puedo ver que no eres un perro. —Rápidamente tomó el cuello de Segawa cerrando su mano alrededor y ejerciendo presión para quitarle la respiración, Yuhi inmediatamente soltó un quejido y llevó sus manos hasta la muñeca de Akikawa, este espero unos segundos hasta que la cara del más bajo se hubiese puesto rojísima.

—Pero seré honesto contigo, aunque seas propiedad del amo Ryon mientras estés bajo mi cargo tu valor es muy inferior al de un perro moribundo. —Dio un último apretujón a su tráquea antes de soltarlo de la misma brusca manera en que lo había tomado.

Yuhi retrocedió unos pasos tosiendo y en tanto hubo una distancia bastante prudente le lanzó una mirada de puro odio.

—Y si no corriges esa absurda valentía tuya, voy a patearte igual que a un animal hasta que te ahogues en tu propio vómito de sangre... Te espero en el bar, tienes cinco minutos.

Berlín.Where stories live. Discover now