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" El inicio del infierno, con el demonio más caliente que haya existido. "

JongIn quería retractarse, deseada darse la vuelta y salir corriendo como loco para nunca volver a tener que enfrentarse a Do KyungSoo y su maldita sonrisa que se le antojaba a juguetona y sexy, lo hubiera hecho a no ser porque sus piernas estaban temblando como una gelatina, sentía que muy pronto éstas dejarían de funcionar y se iría directamente al suelo. Le jodía que su cuerpo reaccionara de esa manera por la divina presencia del millonario.

Se repitió en su cabeza que hacía eso para salvar a sus padres de una posible muerte, que lo hacía para que por fin pudiera vivir una vida tranquila sin preocuparse por cosas innecesarias. En sus recónditos sabía que no sólo por eso estaba ahí, era porque lo deseaba con todas sus fuerzas, su cuerpo pedía a gritos ser tocado por esas varoniles manos que le hicieron tocar el infierno con las yemas de sus dedos. Deseaba y necesitaba todo lo que tuviera que ver con el chico de ojos expresivos y profundos, aunque eso debería quedarse enterrado.

Suspiró sintiendo su corazón golpear fuertemente en su caja torácica, cada pedacito de su cuerpo sudaba por lo que iba a pasar en ese lugar de tres paredes y una ventana. Sus chocolatados ojos no se perdieron del brillo que nadaba en los ojos de KyungSoo, un brillo que le exigía que se acercara y dejara que el millonario lo tomara como quisiera. Aún con ese deseo primitivo se mantuvo firme en su lugar, tratando de no demostrar ninguna emoción para que KyungSoo no supiera cuanto lo afectaba.

-¿Qué haces aquí?- preguntó inocentemente el pelinegro, volviendo a su labor de revisar los papeles colocándose sus redondos lentes de pasta gruesa, dejando que la intensidad volara en el ambiente.

Jodido idiota.

JongIn rió sarcásticamente, mordiéndose el labio inferior cuando la leve idea de que KyungSoo se veía increíble con sus lentes. -Tú muy bien sabes que hago aquí, deja de hacerte el ignorante y dime que tengo que hacer.

Sus vellos se erizaron cuando escuchó una pequeña risa por parte de KyungSoo, acompañada con esa voz ronca. Retuvo un pequeño suspiro en el momento que el pelinegro se levantó de su silla, retrocedió unos pasos por pura inercia haciendo que su espalda chocara con la gran puerta, sus ojos se conectaron con los de KyungSoo iniciando una conexión de deseos candentes.

Lo odiaba tanto, aquel chico sabía sobre la situación peligrosa que se encontraba sus padres y que jalaba también a él, se acostó con él para al día siguiente ofrecerle esa estúpida propuesta. Usó la debilidad de JongIn para poseerlo las veces que se le diera la gana, y aunque el moreno también lo deseaba, le dolía que KyungSoo sólo lo viera como un chico que podía usar para saciar sus deseos y después pagarle por eso. Era un maldito aprovechado de mierda pero eso no le quitaba su encanto, ése que hizo caer a JongIn tan enamorado.

-Oh pequeño, primero que nada debes ir entendiendo que no puedes hablarme así, puedo castigarte por eso. Un castigo placentero pero a la vez doloroso.- murmuró haciendo temblar al moreno, su voz denotaba todo el deseo, un deseo que prometía el más profundo placer.

JongIn tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no soltar un jodido gemido por la gravedad de esas palabras, de repente deseó descubrir de que trataría ese castigo, toda su anatomía hirvió deseoso de obtener todo lo que KyungSoo tenía para él. Sintió sus mejillas arreboladas, con sus labios secos los remojó con su lengua, recibiendo la atenta mirada del millonario en aquel lugar.

•Ángel | 🌻 SooKai. | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora