Veintidós

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-El Supremo Kaiosama está atendiendo sus deberes como dios de este universo-le respondió Kibito con su voz autoritaria y severa-Deberías considerarte afortunada de que él se tome la molestia de venir a dejarte tus alimentos. Podrías retribuir comiendo un poco al menos...

El shin-jin salió de la habitación. Shin ya no estaba ahí, se había ido tras oír que ella preguntaba por él. Se fue bastante satisfecho y feliz con aquello.

Ai, en cambió, siguió con el mismo ánimo de antes. Se quedó mirando el cielo a través de la ventana y luego miró la bandeja. No tenía hambre, pero tomó el caramelo y al ponerlo en su boca, que no había probado bocado en días, el dulzor de aquella golosina le provocó un cosquilleo en la mandíbula y un ligero escalofrío que bajo por su espalda. Fue como si algo se agitara en su interior y le removiera la memoria. Desde algún lugar en lo más remoto de sus recuerdos una voz familiar le dijo:"come un caramelo para endulzar la vida"

-Gaudí-dijo en voz baja y las lágrimas brotaron de sus ojos.

Se cubrió el rostro con las manos para esconder su llanto,pero luego las apartó para contemplarlas. Sus falanges las extendió tanto como sus nervios se lo permitían. Eran unas manos  simples que en nada se diferenciaban de las de cualquier persona. Las miró por un lado y por el otro durante un largo rato. Luego se acostó y se durmió.

A medio día apareció Shin. Está vez Ai no se cubrió la cabeza con las mantas, pero no hizo contacto visual con él. Shin la saludó,ella no respondió. Aquello lo desánimo un poco, mas entonces notó que se había comido el caramelo y se sonrió. Nada nuevo ocurrió ese día y al siguiente nuevamente el primer caramelo del día fue sacado de la bandeja. Al tercer día Shin le puso un postre diferente a la hora del almuerzo. Le llevó una pequeña copa de helado que se ganó la atención de la muchacha.

Helado. No habían muchas cosas agradables para comer en la base,pero de alguna forma Gaudí se las arreglaba para meter golosinas y de vez en cuando helados. Le encantaba "el día del helado". Solían meterse en los ductos de ventilación y allí comer ese tipo de cosas que Scarlett prohibía, pues contaminaban el cuerpo humano con impurezas. A ella no le importaba tanto el sabor de aquellos alimentos, sino el estar en compañía de Gaudí que era para ella como un padre. Sin embargo, después de descubrir que era su creador no pudo evitar odiarlo por eso, mas el recordar lo bueno que era con ella a través de ese helado, con sabor a fresa y chocolate, ese odio se fue derritiendo. Gaudí la trataba con afecto, le enseñaba cosas y le hablaba del mundo. Le creo algo que los otros prototipos no tenían: conciencia propia, pues los demás seguían órdenes ciegamente. Ella cuestionaba y opinaba, por eso Red en más de una ocasión la castigo en las celdas destinadas a ese propósito. 

El helado. Un símbolo de las cosas buenas, de su relación con aquel que la creo, pero que lejos de abandonarla la trato como una hija y entre sus manos fue forjando su carácter. Gaudí era alegre, siempre andaba jugando bromas y decía que la vida era insípida por eso había que sasonarla. Ponerle sal, pimienta o azúcar entre otras muchas cosas. Gaudí cantaba pésimo, pero lo hacía. Decía que la música era eso que hacía vibrar las almas atrapadas en la carne. Gaudí era vida que se agitaba en medio de las paredes de piedra y la luz artificial en las entrañas de la tierra.El helado que era algo que el ser que ella más quería compartir con su persona, como una demostración de afecto, la llevó inconscientemente a hacer lo mismo, pero con un nuevo ser, que era la segunda persona por la que sentía algo genuino y nacido de la convivencia breve, pero robusta que tuvo con él. Lo mismo el caramelo.

Esa noche, cuando Shin fue a dejarle la cena escuchó su voz por el corredor cantando una suave canción. Sabía que ella tocaba la guitarra,mas no que cantaba. Se aproximó con cuidado para no interrumpir y poder escuchar. La voz de la muchacha era bastante dulce.

He creado un ángel verde verdegris, que se pasea de noche, no lo puedo ver. Está donde la luz que dicen que hay, donde terminan los sueños de la realidad, donde se escapan los niños si no quieres más; donde se ahogan los gritos de mi mitad. 
He creado un ángel verde verdegris, a veces le hablo bajito, por si está. Le busco por la calle del caminar. 
A veces le echo de menos si tú no estás, a veces tengo que hacer de tripas corazón. A veces tengo que huir, porque no puedo más... 

La canción se interrumpió de pronto y eso lo hizo entrar abruptamente en la habitación, pero para su alivio ella estaba ahí, solo que se había dormido sentada en la cama abrazándo sus rodillas y con el rostro oculto entre ellas ¿Cómo era capaz de dormí en esa posición? Se pregunto el Supremo Kaiosama y tras dejar la bandeja en la mesa de noche comprobando, que se había tomado el helado a la hora del almuerzo, la recostó con mucho cuidado para que pudiera dormir mejor y cuando la cabeza de la muchacha toco la almohada un murmullo escapó de su boca:

-Gaudi-musitó Ai.

Shin le aportó el cabello del rostro y le devolvió el relicario. Se lo puso entre las manos luego de ponerle una manta encima se fue.

La extrañaba más de lo que imaginó que podía llegar a extrañar a alguien a alguna vez. Para un Supremo Kaiosama las personas son como ver hormigas en una granja. Sólo ven sus grandes obras ya sean buenas o malas,sus acciones colectivas. Un Supremo Kaiosama no ve individuos a menos que esté sea extraordinario y así se destaque por sobre los otros con grandes hazañas e incluso así pocas veces dejan de ser sólo uno más para ellos. Un Supremo Kaiosama ve mundos y civilizaciones desde lo más alto del cielo, a través de la distancia. Shin había logrado ver a un humano en particular. Para él, Ai era humana sin importar su origen, sin importar siquiera lo que ella misma pensaba al respecto y el motivo es que Ai estaba llena de vida y amor. Shin no podía creer que quien la creo lo haya hecho con maldad o con un propósito oscuro. Ai existía, pero lo más importante es que Ai "era". Esa muchacha fue para él un trago de agua fresca porque simplemente "era" y ahora estaba dejando de ser. Ella lo rescató del pozo en que su inseguridad lo estaba sumergiendo y él la sacaría de ese mundo vacío en que su desprecio por si mima la estaba aprisionando.  

La mañana siguiente le llevó el desayuno y como de costumbre la saludó sin esperar respuesta, pero entonces...

-Hola...Shin-le dijo la muchacha con voz cansina y mirada triste.

-Hola Ai-le respondió él con una sonrisa.

Corazón de escarcha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora