Treinta y uno

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-Sosten mi mano, no la sueltes y cierra los ojos-le pidió Ai.

Shin entrelazo sus dedos con los de ella y cerró los ojos. Pudo sentir la luz que desprendía el cuerpo de la muchacha y como la mano de esta se volvía algo semejante a la arena. Una arena tibia que parecía estarse moviendo muy despacio.

Ai había resuelto usar ese conocimiento que Gaudí le dio. Su padre le enseñó cómo despertarlo y como destruirlo. Lo activó en ese momento y lo compartiría con Él. En su forma original, por así decirlo, Ai podía sentir la parte de ella que estaba en Shin y a traves de esos fragmentos traspasaría ese conocimiento que, como vio en ese instante, eran cosas buenas más que malas y también la historia de "la gente de cristal". Toda la vida de un pueblo, de una especie; de un mundo pasó del olvido a la memoria de Ai y de la de Ai a la de Shin a través de un beso.

El Supremo Kaiosama recibió aquello como un pequeño choque eléctrico que viajo a gran velocidad hasta su retina y allí, como si este fuera un proyector, vio toda la vida de esa raza extinta, de la que había en verdad mucho que aprender. Sus grandes victorias, sus derrotas y sus errores. En resumen toda la experiencia de esa gente pasó ante sus ojos en un segundo. Y cuando los labios de Ai retrocedieron, la parte de ella que estaba con él quedó palpitando como un pequeño y segundo corazón hasta que se perdió en el silencio de la paz en su ser.

-Eran buenas personas -comentó el Supremo Kaiosama al abrir los ojos.

-Lo eran...-afirmo Ai.

En los días que vinieron, Ai le dijo a Shin que quería volver a la Tierra. Ese era su lugar. Y pues no había mucho que discutir al respecto. Shin aceptó.Él sabía que alguien tan inquieta como Ai se aburría en su planeta. Ella necesita estar haciéndo ruidos, jugando y corriendo de un lado a otro.

Ai volvió a Corporación Cápsula. Bulma estuvo feliz de recibirla, la muchacha era buena reparando máquinas. Ai decía que las entendia y una parte de ella se sentía cómoda ahí. Shin vendría a verla cada tarde una hora antes del atardecer. La célula de la Patrulla roja estaba desarticulada. Atraparon a Red en unos de los aeropuertos. De Scarlett nada se sabía, pero de alguna forma, Ai se sentía segura.
Claro está que Bulma se encargó de averiguar que había entre ella y el Supremo Kaiosama.

-Somos novios-le respondío la muchacha con toda la naturalidad del mundo.

No era asunto de la mujer nada de eso. Sólo sintió curiosidad, pero la muchacha no parecía querer dar más declaraciónes al respecto y ella no insistió.

Para Ai su vida tomaba forma por primera vez y la estaba moldeando con sus propias manos. Eso era algo muy gratificante. La tierra era su lugar, pues ella se sentía humana más que cualquier cosa. Aún así, aceptó la parte de ella que no lo era y pudo hacerlo gracias a Shin.
Pues en esos días en que estuvo postrada en la cama sin ánimo de nada, sintiéndose inferior a la escoria y creyendo que su existencia era un error; fue él quien le devolvió el sentido a su ser, pues la reconocía, la aceptaba y la amaba. La amaba y por eso fue paciente,
dedicado, cariñoso y no la dejó sola. No era ni siquiera necesario que lo dijera con palabras, ella lo sentía y ese fue el motivo por el que Ai le pido que fuera su novio.

Para Ai, Shin era como cualquier otro chico. Sabía y entendia que era un díos. Que su vida era de miles de millones de años y que él debía atender asuntos de magna relevancia. Pero lo que empezó como simpatía, se transformo en cariño y lo que era cariño se volvió amor. Un amor puro y sincero que era correspondido. Ella no viviría tanto,pero si a él no le importaba tampoco tenía porque preocuparse por eso, mas había algo que ella necesitaba hacer.

Pensando en eso es que no se dió cuenta de que apretó una tuerca más de la cuenta y término por estropear lo que hacia. Acabó llena de aceite y tuvo que salir a limpiarse. Camino al baño es que se encuentro con Trunks. El niño tenía especial interés en el arma de la muchacha, pues cuando su padre no estaba y Goten no iba a verlo él no tenía con quién entrenar. Ai no sabía pelear, pero al menos disparaba ki y eso era mejor que pelear sólo. De alguna forma, Trunks siempre  terminaba convenciendo a Ai para que lo ayudará a estrenar. Esa tarde le dedicó unas horas al pequeño y al terminar este le dió un vídeo juego como agradecimiento.

-¿En verdad puedo quedarmelo?-le pregunto Ai.

-Sí, me dieron tres de esos en mi cumpleaños-le dijo Trunks sin interés en el objeto- Oye Ai ¿Y tú cumpleaños cuando es?

-¿Por qué quiere saber eso?

-Porque mi mamá siempre parece estar buscando excusas para hacer una fiesta y podríamos festejar tú cumpleaños- le dijo el niño.

Ai lo meditó un momento. Gaudí le celebraba el cumpleaños con un gran copa de helado cada año a mediados de primavera, pero como estaba bajo tierra y no tenía acceso a mucha información, nunca supo que dia del año era,pero debía estar por la fecha. Sin darle mucha interés al asunto escogió un día cualquiera.

-El sábado-dijo y se guardo el juego en el bolsillo de la jardinera.

-Pero eso es tres días...

-No necesito una fiesta, Trunks-le dijo ella y se despidió de él.

La muchacha salió corriendo a la habitación que le habían dado para cambiarse y salir a esperar al Supremo Kaiosama. Él solía llegar al mismo patio donde Bills y Whis reposaban tras una buena y abundante comida. Ese día estaban ahí. A Ai el dios de la destrucción no le agradaba en nada así que al verlo, la sonrisa se le borró del rostro y se quedó de pie a prudente distancia.

Bills solo le dio una mirada y la ignoró, Whis en cambio se le quedó viendo con atención y luego la llamó para preguntarle si queria comer algo a lo que ella sólo movió la cabeza de un lado a otro sin dejar su posición.

-Es un poco tímida ¿No lo cree, señor Bills?

El dios no respondió y le dio una mordida al trozo de carne que sostenía. Algo que al ángel le llamó la atención fue que Ai se quedó viendo a una mujer pelirroja que corría por el patio vistiendo un overol y cargando unas cajas. La muchacha dejó el bolso que llevaba en una silla y salió corriendo en la misma dirección que aquella mujer.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó una voz joven de mujer.

Scarlett dejo la caja que levantaba en el suelo y acomodándose la gorra volteo a ver a Ai, que le apuntaba con el arma de su brazo. La muchacha la miraba fijamente con una expresión hostil, mientras que la mujer la veía con una tranquila sonrisa.

-Hola número tres-le dijo.

-Mí nombre es Ai-le réplico la muchacha.

-Ai claro-murmuró Scarlett y se acercó a la muchacha atrevídamente.

Apoyo sus manos sobre las rodillas para inclinarse a ver Ai al rostro, pues la muchacha no era muy alta y con una sonrisa simpática le dijo:

-No sé como no lo note antes. Te pareces mucho a mi, Ai. Bueno después de todo es mi ADN el que te entrego está forma que tienes. Una muy bonita. Tienes un rostro muy ángelical, pequeña.

-¿A que viniste aquí?-le preguntó Ai.

-Sólo quería hablar contigo,pero veo que tienes un par de guardaespaldas y no parezco agradarles. Nos veremos de nuevo,querida...

La mujer se marchó. Shin apareció en ese momento y Ai ni siquiera volteó a ver al dios y al ángel que estaban parados detrás de ella, pero varios metros más allá.

Corazón de escarcha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora