Capítulo #3

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  Me beso cuando vio que mi respiración comenzaba a ser casi normal, ella aún seguía dentro de mi buscando dentro el último espasmo de placer y lo consiguió, al final salió de mi lentamente y se dio cuenta de que yo era Virgen, me miró a los ojos, me acarició el rostro y me preguntó si me había lastimado, note su preocupación pero yo pronto le respondí que no, que no me había lastimado y que no la creía capaz de lastimarme, se acercó a mi y me beso, me confesó que también era Virgen y que pensaba era la única, yo no podía creerlo, pero me hizo feliz escuchar eso y me sentí egoísta por querer ser la primera, pero yo no sólo quería ser la primera, yo quería ser la única en su vida y ahora era mi turno de hacerla vibrar y gemir como ella lo hizo conmigo, recorrí su cuerpo que tanto me hacía pecar en mi mente, su pezón endurecido en mi lengua, su respiración agitada era música que llegaba a mis oídos, por fin la tenía sólo para mi, descendí con mi boca por su abdomen plano y bese su pubis, subí a su boca otra vez y le arrebate la poca cordura que tenía cuando mis dedos entraron a su ser húmedo y caliente, yo navegue por sus pliegues de un lado a otro de arriba a bajo, enseguida acaricie su clítoris que estaba rojo y henchido, gimió cuando lo frote, después la penetre y me excite tanto como la primera vez verla así, me sentí satisfecha de nuevo al verla alcanzar el orgasmo, sus ojos verdes estaban dilatados, la amaba y desee en ese momento fundirme en ella, me abrazó y me envolvió con sus brazos mientras yo pegue mi cabeza a su pecho y mi oído quedó justo en su corazón, podía escucharlo latir rápidamente, mientras que a la vez miraba en mis dedos la prueba de su virginidad.

   Dormimos abrazadas y desnudas luego de hacer el amor hasta cansarnos, su piel era el más confortable lugar para pernoctar, esa noche no pensé en nada más que  nosotras, Beatriz me cubría casi por completo con su cuerpo ya que yo era fácilmente unos diez centímetros más baja que ella, siempre tenía que mirar hacia arriba cuando le platicaba y ella hacia abajo para mirarme a los ojos, ya ni se diga a la hora de besarnos yo me ponía a veces de puntita cuando yo la besaba primero pero por lo regular era Beatriz quien se inclinaba para besarme, eso también traía ciertas molestias para mi por que a mi me encantaban las gomitas y Beatriz siempre compraba para compartir conmigo o sólo para mí, pero ella me hacía repelar en ocasiones pues fingía dármelas para al final alzar su mano y yo la persiguiera, pero perdía contra mi por que le hacía cosquillas en las costillas y me las daba de inmediato, ella era así y a mi me gustaba.
Cuando desperté ella me estába mirando y descubrí que verla frente a mi era maravilloso y me imaginé viéndola cada mañana al despertar, sus ojos me decían lo mucho que me quería, su caricia en la mejilla me mostró su ternura, sus piernas entrelazándose con las mías me decían que yo era suya y ella mía, por último el beso en los labios me hizo saber su ardiente pasión, después su lengua invadió mi boca así que mi lengua también fue al encuentro de la suya, muchos pensarán que es asqueroso pero para mí no lo era, por que la amaba, la excitación volvió a mi como si nunca se hubiese ido, ella lo supo cuando su pierna separó las mías y se colocó en mi sexo, yo me comencé a deslizar despacio mientras ella seguía besándome el cuello y en los labios, de nuevo me hizo llegar al orgasmo y momentos después yo a ella. Dos noches de encanto fueron cortas para nosotras, nuestro sueño por España había terminado y ahora estábamos de regreso a nuestra rutina con una noticia que debíamos dar a conocer a nuestros padres que seguramente tenían una idea de lo que existía entré Beatriz y yo.

-¿Cómo les diremos la noticia? – le pregunté a Beatriz.

-Umm pues con la boca – dijo bromeando.

-Hablo enserio.

  Por una parte estaba feliz y por otra nerviosa, no sabía que iban a decir mis padres que ya sabían de mis gustos pero como nunca había tenido quereres pues nunca se habían preocupado por ello, fui y seguía siendo responsable y por esto tenían confianza hacia mí, pero ahora me preguntaba ¿Cuál sería su reacción? Conocían a Beatriz pero no cómo mi novia, si no como una amiga y de repente se enterarían que queríamos casarnos.

- Lo sé cariño – me dijo tomando una de mis manos – lo correcto será que las dos estemos juntas al dar la noticia.

-¿Qué crees que digan tus padres? – le pregunté.

- No lo sé – dijo con sinceridad mirándome a los ojos – aún qué creo que ya sospechan que entre tu y yo hay algo.

-¿Crees que se opongan?

- No lo creo, soy una mujer adulta que toma sus propias decisiones.

   Este asunto me tubo dando vueltas todos los días hasta que por fin llegó el día de presentarnos ante nuestros padres. Los primeros en saber  la noticia serían mis padres, así que espere a Beatriz llena de nervios hasta que por fin la veía llegar en su auto, la miró bajar con su maravilloso porte de mujer elegante tan natural y propio de ella, ahora entendía el por qué no todos sus colegas se atrevían a hacerle plática, era una mujer imponente de pronto me pregunté si yo estaba a la altura de Beatriz o era que mi amor y mi admiración hacia ella era tan grande que me hacían verla de esa manera y yo no poder sentirme a su nivel, pero la verdad es que ella si era todo lo anterior.

    Fui corriendo a abrirle la puerta, ahí estaba e inmediatamente me miró a los ojos, estaba igual o peor de nerviosa que yo pero me sonrió y yo a ella, tomó mi mano y la apretó entre las suyas, la hice pasar, saludo a mis padres y hubo una amena y divertida charla antes de tocar el punto a tratar. Beatriz se puso seria y dijo antes que nada que los apreciaba y respetaba, se puso roja como un tomate y dijo el motivo de su presencia, su voz sonaba neutral pero su rostro era otro, yo tome su mano y descubrí que sudaba Beatriz me miró y enseguida seco su mano en el pantalón para volver a tomarse de la mía, poco después mis padres entendieron el significado de aquel anillo que portaba, lo supe por como sus ojos se posaron en mí y luego en mi mano, guardaron silencio unos pocos segundos antes de romperlo y el primero en hacerlo fue mi padre.

- Yo no tengo ningún inconveniente, Aileen es mi hija y la quiero, ella es una mujer adulta, trabaja y sólo ella decide que es lo correcto en su vida y lo que la hace feliz.

-Si eso es lo que ella quiere – dijo mi madre – yo no tengo objeciones.

-Bueno, yo sólo tengo una duda – dijo mi padre y se aseguró de que ambas lo miráramos – piensan casarse pero… ¿Dónde van a vivir?

-Pues… - dijo Beatriz aún nerviosa – rentaremos alguna casa supongo, hasta que tengamos una nuestra.

-Esta bien ¿piensan hacer una boda grande? – continuó.

- No, para nada – respondimos al mismo tiempo – quizá sea algo para la familia y si acaso los amigos más cercanos – concluyó Beatriz.

- Me parece bien por que yo no tengo dinero para hacer algo así.

- No se preocupe – dijo Beatriz – yo correría con los gastos.

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