Beatriz era dos años mayor que yo y antes de decidirse a tomar su especialidad trabajo en un consultorio privado de su tío el cual ahora tenía una clínica y seguramente Beatriz trabajaría allí, por lo tanto ella tenía dinero ahorrado y seguía ganando, sin duda era una mujer trabajadora y dedicada.
Cuando salimos de la casa de mis padres Beatriz por fin pudo tomar aire y relajarse, me abrazo hasta levantarme del suelo y girar conmigo, se aprovechaba de mi por ser más baja y flacucha, yo era delgada y a pesar de ser así tenía trasero el cual Beatriz me dijo que le gustaba, lo dijo cuando estábamos en España habíamos terminado de hacer el amor y fue entonces cuando se atrevió a decírmelo. Mis ojos eran café claro, tenía piel blanca de cabello lacio castaño que caía un poquito más arriba del hombro, no me consideraba fea pero creo que la belleza de Beatriz me eclipsaba. Me soltó y dijo que ahora era momento de decirle a los suyos, subimos al auto y salimos rumbo a su casa la cual era enorme, sus padres siempre me habían tratado bien pero ahora no sabía si lo seguirían haciendo luego de que se enteraran de lo nuestro. Nos relajamos escuchando música durante el trayecto pero terminó cuando aparcamos en el estacionamiento de su casa, bajamos del auto y me tomó de la mano para entrar á su casa, Beatriz era hija única y eso tal vez influyo en su carácter.
-Pensé que lo tuyo era algo pasajero – dijo la madre de Beatriz con disgusto.
- Te lo dije muchas veces mamá – le replicó Beatriz – me gustan las mujeres, amó a esta mujer que está aquí a mi lado – dijo tomándome de la mano, para ese momento yo estaba demasiado asustada, si, si lo estaba, era toda una cobarde – si no estás de acuerdo, no lo estés. Yo seguiré con lo planeado, yo la amó y ella me ama eso es todo lo que necesito saber, si a ustedes no les gusta lo acepto, pero yo no cambiaré de decisión.
Beatriz me arrastro con ella y note que tras la reacción de su madre ella entristeció, pero no dio marcha a tras con su decisión, de pronto la voz de su padre se escucho a nuestras espaldas.
-Beatriz – la llamó, yo me detuve y ella lo hizo automáticamente por mi – yo no he dicho nada.
- Es cierto – dijo Beatriz girándose y al hacerlo una lágrima se le escapó, fue imposible que la ocultara.
- Yo quiero que tú seas felíz y te sientas a gusto con lo que elijas en la vida, no me molesta que te cases con Aileen.
- Gracias papá – dijo Beatriz abrazándolo.
- Yo que no haría por ti – le dijo – ya se le pasará a tu madre, yo me arreglo con ella. Cuando regreses hablamos tú y yo ¿de acuerdo?
- Si papá – dijo Beatriz volviendo a tomar mi mano.
Beatriz estába triste por la reacción de su madre pero en parte estaba feliz por contar con el apoyo de su padre. Al día siguiente en el hospital me contó rápidamente que su padre nos apoyaría en darnos una casa que había comprado hacía un tiempo y que estaba desocupada, sólo era cuestión de arreglarla un poco y comprar muebles. Tras esto mis compañeras las más allegadas a mí comenzaron a preguntarme sobre la argolla que portaba, cuando Beatriz me la dio acordamos que no me la pondría hasta que nuestros padres se enteraran y ese momento ya había pasado, por eso ahora me encontraba en esta situación y solamente yo porque aún no había podido comprar el anillo de compromiso a Beatriz.
-¿Dinos ya? – dijo Elena, quien era una de mis mejores amigas dentro y fuera del hospital, ella lo sabía todo desde nuestro viaje a España, fue ella quien nos acompaño y guardo el secreto y solo fingía curiosidad.
- Me voy a casar.
-Si, ya lo sabemos la cuestión es ¿con quién?
- Es con Beatriz.
-¡Qué! – expresaron al unísono con gran sorpresa - ¿con ella?
Más tarde el chisme iba y venía de un lado a otro entre doctores, internos y enfermeras, incluso alguno que otro enfermo llegó a curiosear, cuando Beatriz se enteró y supo el por qué de las miradas se puso roja como un tomate pero no hizo más, sólo me tomó de la mano para echar más leña al fuego y dejar a nuestras espaldas cuchicheos que cesaron cuando terminamos la especialidad, dejamos de ser internas y de estar viviendo todos los días en el hospital.
Nosotras casi libres la fin, nos dedicamos a organizar nuestra pequeña ceremonia, a limpiar y pintar en nuestras horas libres la casa que sería nuestro nuevo hogar, ahora nosotras trabajábamos por turnos matutinos en la clínica privada del tío de Beatriz la cual contaba con todo lo necesario para hacer operaciones y diversos estudios, yo me sentía feliz y realizada junto a la mujer que amaba, contando los días, las horas y los minutos para que estuviéramos casadas.
Sentía el estómago contraído y a la vez me sentía emocionada, estaba vestida con un sencillo y hermoso vestido de blanco, nos encontrábamos en el salón el cuál ya albergaba a unos cuantos invitados y esperaba con ansias ver a Beatriz, ver en como vendría vestida, hasta que por fin mis ojos la encontraron, jamás podría ser ignorada por mí, estaba hermosa con su vestido blanco el cual no era el mas pomposo pero ella parecía sacada de una revista, su elegancia y porte natural, de pronto me di cuenta de que no tenía ojos para nadie más que ella y ella estaba haciendo lo mismo, sus ojos me miraban con amor y como a la única persona existente en su vida.
Al llegar a mi me abrazo y yo a ella, mi corazón estalló de alegría y no sólo mi corazón, si no todo mi cuerpo, al separarnos nos miramos a los ojos ella estaba casi al borde del llanto de la pura felicidad, le di un beso en la mejilla y decidimos saludar a algunos invitados mientras y llegaba el juez. A penas llegaron nos acercamos para que diera inicio la ceremonia, escuchamos atentas hasta que todo terminó y nos declararon esposas, me sentí muy feliz y de inmediato mire a Beatriz que hizo lo mismo, para poco después besarnos en los labios frente a todos quienes nos sorprendieron con aplausos.
Todo transcurrió tranquilo, sólo hubo algo que no terminaba de convencerme y fue la cara de mi suegra que estuvo presente pero su rostro no expresaba mucha alegría pero tampoco parecía enojada, más bien lucía triste como si hubiera estado esperando algo diferente de su única hija, pero aun así nos abrazo y felicito. Mi hermano y su esposa bailaron con nosotras, fue algo raro pero me hizo feliz al igual que a Beatriz a la cual pocas veces mire bailar, la fiesta terminó por la media noche y nosotras nos dirigimos a nuestra casa la cual sólo tenia una estufa, un refrigerador, un sofá, un ropero y lo más importante una cama, para nosotras era suficiente ya que pasábamos la mayor parte del tiempo ocupadas y al llegar a casa sólo queríamos descansar.
Yo me sentía casi en un sueño, ella y yo solas llegando a nuestra casa en el auto de Beatriz, ambas vestidas de novia. Bajamos del auto una vez que quedó estacionado en la cochera, ella se acercó a mi, me rodeó la cintura con sus brazos y me beso en los labios, enseguida me tomó de la mano para entrar á casa de una vez por todas, al primer lugar que fuimos fue a la cocina por agua y le siguió el baño, teníamos ganas de hacer pis, para después proponerle a mi esposa darnos un baño juntas el cual aceptó encantada.
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Un mismo corazón
Romance¿Como poder olvidar al único y gran amor de tu vida cuando muere y alguien muy cercana a tu ser amado tiene su corazón? Pues esto es lo que ocurre con Aileen que pierde al mor de su vida, pero el destino las vuelve a juntar.