Aileen
Me sentí culpable de que Camila se disgustara con sus padres, no quiero ser la culpable de que dejen de verse y no sabía si había hecho lo correcto en decirle que viniera a vivir conmigo, pero al haber hecho el amor la noche anterior y despertar a su lado me hizo sentir bien, feliz, además sería grosero de mi parte dejarle así. No podía negarme de que me hacía feliz pensar en su compañía, verla todos los días, dormir con ella, comer a su lado me devolvía la vida, la vida que quería seguir al lado de Beatriz, aunque al mismo tiempo tenía miedo de que yo llegará a ver a Camila como a Beatriz y no como la auténtica Camila, yo era consciente de esa diferencia pero a veces podía ser tan delgada la línea que me daba miedo de que en algún momento le dijera Beatriz, así ella me dijera que para mi sería lo que yo quisiese que fuera, pero no seria justo para ella, y ni ella, ni yo sabríamos cuanto tiempo podría soportar esa situación, porque llegaría el momento en que se cansé de todo y yo me quedaría nuevamente sola sufriendo por amor, porque a pesar de todo yo sentía algo muy especial por Camila.
Cuando llegue a casa subí a mi cuarto con la maleta y las demás cosas de Camila colocándolas en el piso y otras en mi mesa de noche, me senté en la silla que había en el cuarto y me despoje de mis zapatos, me sentía un tanto pensativa por lo de Camila, temía a que los padres de Beatriz se enterarán y dejarán de verme y me tratarán mal, no quería que nuestra relación terminara de esa manera, poco después entre al baño para lavarme los dientes y acomodar la ropa de Camila en nuestro armario y cajonera, y sí, decía nuestro porque era mío, fue de Beatriz y ahora lo compartiría con Camila, la ropa de Beatriz seguía intacta, yo no pensaba deshacerme de nada de ella, algunas prendas me quedaban, otras me quedaban un poco grandes al igual que sus zapatos, ella calzaba del seis y medio o siete, mientras que yo del cinco y medio o seis, pero había alguien que quizá pudiera volver a utilizar todo lo de Beatriz y esa sería Camila, tenían la misma altura y talla, menos los lunares, con Beatriz había memorizado cada lunar de su cuerpo, sobre todo me gustaban dos, uno que tenía justo aún lado de su pezón y el que tenía en uno de sus lindos muslos, cerré lo ojos y sentí que casi podía verla y sentirla, pero el dolor era más fuerte, pero por otro lado tenía a Camila ella hacía que el dolor en mi desapareciera, me sentía feliz, cómoda y tranquila a su lado al igual como me sentía con Beatriz, Camila tenía lunares pero yo aún no me aprendía en donde estaban, salvo que si recordaba uno que me parecía sexi y era uno que tenía justo en medio de su abdomen el cual era bastante atractivo a mi vista y quería seguir mirándolo.
Salí del cuarto para no dejar que la melancolía me atrapara y comenzará a compararlas, sabía que eran diferentes y que mi amor por ellas siempre sería diferente también, por eso mejor me dispuse a limpiar un poco la cocina, no estaba sucia pero no tenía en que pasar el rato, cuando termine de hacer aquello me dirigí a la sala para mirar televisión pero no se en que determinado momento me quedé dormida y me desperté cuando mi celular sonaba, era Camila que me llamaba para decirme que no me preocupara en ir por ella, su amiga Valentina la traería ya que vivía cerca y pasaba por nuestra calle, yo aun permanecía en el sillón luego de terminar la llamada, tenía pereza de levantarme eran casi las once y media seguramente ellas estaban cerrando o ya venían en camino, poco después me levanté del sillón y me fui al cuarto para darme una ducha.
Cuando me estaba enjabonando escuche ruidos dentro del cuarto, me asusté, guarde silencio y me pensé que eran ladrones, pero vaya sorpresa que me lleve porque no eran ladrones sino Camila que entraba al baño y se metía a la ducha conmigo.- Me asustaste – le dije abrazándola y dándole un beso en los labios – creí que era un ladrón que había entrado a la casa.
-Perdón, no quería asustarte – dijo sin soltarme.
-¿Cómo entraste? – le pregunté asombrada – yo aún no te he dado llaves de la casa.
-Muy fácil – respondió juguetona – todo el mundo esconde llaves en alguna parte de la casa.
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Un mismo corazón
Lãng mạn¿Como poder olvidar al único y gran amor de tu vida cuando muere y alguien muy cercana a tu ser amado tiene su corazón? Pues esto es lo que ocurre con Aileen que pierde al mor de su vida, pero el destino las vuelve a juntar.