Capítulo #5

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   Éramos esposas al fin y nadie impediría que estuviéramos juntas, hacíamos el amor cada que se nos diera la gana sin que tuviéramos que escondernos o dar explicaciones, en el trabajo cada quien en lo suyo y solo nos veíamos unos breves minutos para comer, aún que a veces Beatriz entraba al quirófano y no podíamos comer juntas, otras la llamaban por la noche tanto del hospital como de la clínica de su tío para una cirugía de emergencia, no es porque fuera mi esposa pero Beatriz era muy buena en lo que hacía, su temple y su método, en fin, se estaba convirtiendo en la mejor cirujano y yo me sentía feliz y orgullosa de ella al igual que lo estaban sus padres, yo por mi lado hacía lo mejor que podía y creo que también se notaba, cada día trataba de ponerme al día en cuanto a mi especialidad y atendía a muchos pacientes.

-Camila volvió a caer en cama – me dijo Beatriz por la noche cuando salía de la ducha.

-¿De nuevo el corazón de tu prima? – le pregunté

-Si, así es. Necesita un trasplante de corazón lo más pronto posible, desafortunadamente los que ha habido no han sido compatibles con ella.

-Pobre – dije yo.

Camila era la prima más cercana a Beatriz, ya que según mi esposa, Camila tenía un gran parecido con ella, incluso sus ojos eran del mismo color sólo que Camila era más delgada y se miraba más frágil por su enfermedad, cuando nuestra boda no pudo asistir por que se enfermó y un día que fuimos de visita se encontraba dormida y sólo Beatriz entró a verla mientras yo espere fuera, en otra ocasión sólo fue Beatriz a visitarla ya que ese día mi madre se enfermó y tuve que cuidarla, así que sólo la mire en fotografía, era cierto que poseía ojos verdes pero no le encontré mucho parecido a mi Beatriz, Camila era más delgada y pálida seguramente por su salud y no me parecía igual de guapa que mi esposa.

-Espero encuentre un donante pronto – me dijo subiendo a la cama enrollada en una toalla y con una tela negra en sus manos.

-¿Qué tramas? – le pregunté.

- Nada cariño mío, sólo quiero jugar está noche contigo ¿te apetece?

Como poder negarme a esa cara y a esos ojos verdes que me desnudaban completa con tan sólo mirarme de esa manera. Me tapó los ojos con la tela que llevaba en las manos, ya era emocionante el no saber que iba hacer, escuche como se quitaba la toalla y la dejaba en algún lado, enseguida estuvo a mi lado y me beso el cuello,  debo decir que me estába gustando y de momento se quedó quieta, no sabía que iba a hacer continuación, pero pronto lo supe porque me quito la blusa rápidamente, se quedó quieta de nuevo, volvió otra vez y me acaricio los senos, volvió a hacer una pausa, regreso pero esta vez su lengua comenzó a lamer mis pezones y yo atrape su cabeza con mis manos, pero de repente dejo de hacer lo que hacía, retiro mis manos de su cabeza y colocó mis brazos a mi costado, me tumbó en la cama y con uno de sus dedos comenzó a dibujar trazos sobre mi clavícula y abdomen su roce era lento y con cada caricia mi piel se erizaba, poco después me quito las bragas, me dijo que volvía pronto y que no me quitará la venda de los ojos y yo ciegamente le obedecí, la escuche volver y hacer unos pocos de ruidos después comencé a sentir en mi piel algo frío, era hielo que  se deshacía al contacto de mi piel y Beatriz iba bebiendo el agua que quedaba a su paso, frío y cálido, dejó esto para ponerme en los labios una fresa  la cual la sostuvo unos momentos en los labios para luego ambas comenzar a comerla, de pronto su lengua exploró mi boca probando la fresa de mi saliva y yo la de ella, mientras frotaba sus senos contra los míos, se alejó de mi otra vez por un momento regreso, tomó mi cuerpo y me puso boca a bajo enseguida sentí una de sus manos recorriendo mis glúteos, después su cuerpo junto al mío, su lengua lamiendo mi oreja y su boca chupándola, descendió a mi cuello, pronto sentí como se sentaba a horcajadas sobre de mi sintiendo su sexo mojado y excitado donde comenzaba mi espalda, para ese momento sus manos había abandonado mis glúteos para comenzar a deslizarse en mi espalda y revolotear mi cabello, busco un beso de mis labios pero yo no podía moverme mucho así que ella lo hizo todo, me volvió a dejar pero esta vez yo jadeaba, pronto me sorprendió algo frío en mi espalda, era hielo de nuevo, Beatriz volvía a beberla para al final no poder contenerse y comenzar a moverse de arriba a bajo, la estaba sintiendo claramente como se comenzaba a estremecer sobre mi y como su garganta dejaba escapar un gemido y yo sentía como su orgasmo me mojaba y no sólo me mojaba, si no que yo también pude sentir placer, cuando terminó me beso en la espalda me giró de nuevo para quedar boca arriba pero no me quito la venda, de nuevo lamio mis pezones y yo estaba cada vez más incontenible, ella lo supo así que sin hacerme esperar más me separo las piernas y pude sentir su boca en mi sexo, succiono mi clítoris y yo solté un gemido, mis manos apretaron las sábanas, levante y doble mis piernas para darle el mejor acceso posible a mi, su lengua recorrió brevemente mis bordes pero volvió a situarse a donde no debía de irse, volví a gemir, aún no llegaba al clímax total pero faltaba poco así que Beatriz introdujo dos de sus dedos presionó en el lugar indicado y eyacule, me convulsione de puro placer y ella no se movió de mi hasta que ya no pudiera sentir nada más, fue hasta entonces que me quito la venda de los ojos y volví a ver lo bella que era, le reproche el que me hubiera negado mirar su rostro de placer y lo único que hizo fue sonreír, para después decirme que aún no terminaba, que aún quería más de mi y yo le dije que quería lo mismo de ella.

    Llevábamos cuatro años de matrimonio y mis padres apreciaban a Beatriz, mi suegra hacía a penas un año se había terminado de resignar y comenzaba a mostrarse diferente con nosotras pero más conmigo, ella por fin entendía que yo amaba a su hija y que su hija me amaba a mi, creo vio lo mucho que la amaba cuando Beatriz por primera vez se emborracho en la fiesta de cumpleaños de su padre, en realidad no había bebido mucho pero aquel día estuvo en quirófano dos veces y las tres margaritas que se tomó la fulmino, su estado fue sonreír por nada, besarme a cada momento y decirme lo mucho que me amaba, yo la engatuse para poder llevármela a casa adormir ya que se negaba a hacerlo, me la eche a medio hombro y la lleve hasta el auto, mi suegra me ayudo a llevarla pero al final pidió que nos quedáramos y yo acepté, pues yo  sola no podría llevarla hasta el cuarto.

   Tras estos años de matrimonio poco habían sido las discusiones entre nosotras, la primera tras nuestra unión  fue porque yo esa mañana no estaba de humor y ella en ocasiones solía sacarme de quicio al preguntarme en donde estaban sus cosas, yo le decía que en el lugar de siempre, pero ella no era capaz de mover las cosas ni un centímetro, sólo miraba por encima, aquella mañana insistió tanto que le grite enojada y Beatriz hizo lo mismo, estuvimos enojadas toda la mañana y parte del medio día, al final nos pedimos disculpas la una a la otra, pero si hubo algo que me hizo sentir, celos, enojó y admiración por Beatriz, fue una tarde en la que me dijo y entregó un papel en que dijo que si moría joven quería que sus órganos fueran donados.

-¿Por qué hiciste eso? – le reproche.

-¿Qué tiene de malo? – me dijo ella sorprendida.

-Nada. Pero, no quiero que profanen tu cuerpo, no de ti, no de la persona que amó ¿Acaso piensas dejarme sola?

-Para nada pienso dejarte sola – dijo abrazándome – sería muy idiota si dejó a una hermosa mujer a unas personas bobas. Aileen – dijo mirándome a los ojos – si después de muerta puedo ayudar a alguien está bien, mi muerte salvará una vida, es mejor donarlos a que se lo coman los gusanos. Es como una manera de seguir viviendo en otra persona.

-Casi pero no.

- No me gustaría que te quedarás sola – me dijo seria – si yo muriera.

-Cállate Beatriz.

-¿A ti te gustaría que yo me quedará sola llorando por ti?

- No, yo quiero que estés bien y que seas felíz.

- Lo ves, no es tan egoísta lo que yo pido. Te amó y por ti daría mi vida, tu y mis padres son las personas que más amó y no dudaría en dar mi vida por ustedes. Si muriera antes que tú, recuérdame siempre aún que vuelvas a enamorarte de alguien más.

  Cuando me dijo eso comencé a llorar era una tonta ¿como era capaz de decirme eso? Beatriz sólo me abrazo con fuerzas, yo descubrí en sus palabras que había cierta nostalgia y verdad, ella era tan transparente que temía perderla.

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