CAPÍTULO QUINCE

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Lissa y Susana se volvieron completamente locas cuando se enteraron del mensaje de texto que me envió Gustavo anoche, por algún motivo logré ocultarlo durante todo el día, pero como no soy muy experta diciendo mentiras, siempre acabo soltando todo.

Por lo que la hora del té termina por convertirse en un interrogatorio. En estos momentos desearía poder guardar un secreto. No entiendo porque de repente todo se complicó, ¿en qué momento mi vida pasó a ser un completo caos?

Estoy mintiendo, sé en qué momento ocurrió. Cuando se me ocurrió perder mi virginidad. Desde ese día todo ha sido un sube y baja de emociones contradictorias y por más que intento explicar que solo quiero saber lo que tiene que decirme, no me escuchan.

― ¡Te has vuelto loca! Ese hombre lo que busca es la guerra.― dice Lissa.

― ¿Qué quieres decir?

― Sam, no puedes ser tan ingenua.― comenta Susana.

― Es que en verdad no las entiendo. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

― Si recuerdas lo que sucedió en este mismo departamento hace una semana ¿verdad?― me pregunta Susana, como si yo fuera tonta.

― Claro.

― ¿Estás segura?― Me vuelve a preguntar Susana, lo que me molesta un poco. Está bien que no tenga muy buena memoria, pero eso no justifica que dude de mí.

― Pues sí. Completamente, tampoco han pasado muchos días.― respondo.

― Entonces Samanta.― Me pregunta nuevamente Susana mirándome como si yo fuera una niña pequeña. ― ¿Qué parte de lo que menciono sobre que no te has dado cuenta no te quedó claro?

― ¿A qué te refieres?

― Lis, por favor explícale tú que a mí ya me desesperó.

― Susana, a ti últimamente todo te desespera.― interrumpe Lis en nuestra conversación.

― Es que en verdad es demasiado ingenua para algunas cosas.

― ¡Oye! Que te estoy escuchando.― digo enojada.

― Eso quería.

― ¡Ya basta, ustedes dos! ¡Dios es como estar con niños! No entiendo cómo es que todavía no se han asesinado.

― Susana empezó.

Cada vez que tenemos opiniones diferentes pasa esto, discutimos como niñas en el jardín infantil. Aunque en el fondo sabemos que es por nuestro carácter, nos queremos mucho, pero tenemos nuestros arranques de vez en cuando. Debo señalar que siempre lo arreglamos de alguna que otra manera.

― ¿Esto pasa siempre?― pregunta Tamara a Lissa riéndose.

― A veces, son peores.― responde Lis.

― Son tan divertidas.

― Por lo general, no se comportan de esta manera. Pero por favor, olvida lo que acabas de ver.― dice suplicando Lissa medio bromeando.

― Y por si tienes alguna duda, en la mayoría de los casos la que inicia alguna discusión es Susana.― añado.

― ¡Esto es el colmo! Ahora resulta que la culpa la tengo yo.

― Susana por favor no empieces otra vez. Sigamos en lo que nos quedamos, por favor. Lo quieras admitir o no, a tu jefe le gustas, ya te lo dijimos una vez lo recuerdas.

― Sí, pero sinceramente creo que se debía al cambio de imagen que tuve ya que antes nunca insinuó nada. Tal vez le atraía un poco por eso, si hasta hace poco andaba con mujeres que parecían modelos.

Mi Primera Vez? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora