CAPÍTULO DIECISIETE

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Llevo toda la mañana pegada en el computador, he intentado concentrarme una y otra vez sin ningún éxito, pero no he conseguido hacerlo, las ideas parecen haberme dejado a la deriva. No encuentro las palabras adecuadas, parece que una vez tomada la decisión mi subconsciente se niega a cooperar.

Susana está rondando a la espera de que diga algo y sus breves interrupciones en la habitación me ponen más nerviosa y no deja que me concentre.

A quien quiero engañar, soy yo la que no está segura, la que tiene dudas... Si no fuera así, haría lo que tengo que hacer y no me costaría tanto que salieran las palabras. Me acomodo una vez más frente al notebook, abro nuevamente el correo y comienzo a escribir.

Esta vez las palabras fluyen y mis dedos comienzan a teclear con convicción y seguridad en lo que estoy haciendo, ya no hay vuelta atrás.

― ¿Samanta necesitas algo?― levantó mi cabeza del computador para negarme una vez más y sonrío al ver la cara de mi amiga.

― Susana, te he dicho mil veces que estoy bien.

― Es que este silencio tuyo me desespera.― mira ya somos dos, pero no digo eso en voz alta.

― Quizás, si me dejaras terminar lo que estoy haciendo podría contarte algo.― Ni loca le digo nada, por lo menos no hasta que ya no haya ninguna opción.

Parece que digo las palabras mágicas porque Susana desaparece tan rápido como llegó. Tal vez en este momento está presionando a Lissa para que venga ella a ver lo que estoy haciendo en mi habitación, casi la oigo al otro lado de la puerta trayendo a Lissa para que entre y consiga lo que ella no pudo en sus interrupciones.

Me apresuro en caso de que Susana consiga su objetivo. Puede ponerse bastante pesada para obtener lo que quiere y más cuando se pone en plan obstinada, ponle eso a Lissa frente a ella más las hormonas del embarazo y tendrás como resultado a Lissa cediendo en beneficio de su paz mental.

Releo lo que acabo de escribir, verificando que esté todo correcto y presiono enviar. Ahora todo depende del destino.

GUSTAVO

La rabia me ciega en estos momentos, tanto que casi he estado a punto de golpear a mi hermano como me prometí que nunca haría. Si bien nuestra relación no ha sido la misma desde que cometí el error de dejarme engañar por su ex novia, pensé que las cosas estaban en orden.

Fui un idiota y me encabrona reconocerlo. Tengo que admitirlo, erróneamente confíe en los años que nunca hizo nada en relación a mis relaciones, si bien no había nadie que me importara tanto sentimentalmente hasta ahora. Siento que la culpa me carcome por dentro.

Este silencio me está volviendo loco, no sé qué esperar, creo que Samanta se ha convertido en una bomba de relojería; que puede explotar fácilmente en cualquier momento. Nunca había visto esa pequeña faceta de ella y me fascina. Me trae sin cuidado que Erick se adelantara y estuviera con ella, Samanta ha sido mía desde la primera vez que nos vimos.

No me voy a rendir tan rápido, si Erick quiere jugar sus cartas yo también puedo jugar las mías y sacar la artillería pesada, no voy a permitir que juegue con ella y la vuelva a lastimar sólo porque quiera vengarse de mí. Nunca lo creí capaz de caer tan bajo, pero me equivoqué y todo por un maldito error que cometí llevado por mi ignorancia.

¿Cuántas veces tengo que disculparme con él? Reconocí ante nuestra familia que fallé y me arrepentí de ello, no soy un santo, eso lo admito. Involucrar a Samanta fue cruel, ella no se lo merecía y eso me hace hervir de rabia.

Mi pequeña Samanta, aún recuerdo la primera vez que la vi...

Casi tres años atrás

El día ha sido un completo fracaso, no puedo creer la cantidad de tiempo que he perdido en estas entrevistas, ninguna cumple con el perfil que necesito y me estoy empezando a impacientar, lo sé, soy demasiado exigente, pero diablos es mi empresa la que está en juego, quiero alguien comprometido con ello.

Mi Primera Vez? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora