Capítulo 5

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Día 21

Ninguno había mencionado el baile, los coqueteos, los roces o el beso, pero tampoco se habían comportado extraños al respecto. Se habían encontrado en la puerta de sus habitaciones como cada mañana y se habían sonreído para hacer el camino hacia el restaurante, Andrei había dicho que se le estaba partiendo la cabeza por la resaca, lo que lo hizo pensar que quizás no recordaba lo que había ocurrido, pero el brillo en sus ojos mientras bebía de su café y decía que a pesar de eso no se arrepentía de la noche anterior, lo probó equivocado.

Andrei recordaba todo, incluso aquello lo había mantenido despierto cuando se había encerrado en su habitación porque no esperó que la noche terminara de ese modo, con ellos coqueteando y bailando de modo que se tocaban en todos los lugares correctos, nunca esperó que terminaría acorralando a Hernán contra su puerta y que lo besaría porque él no tomaba la iniciativa de esa manera, nunca lo había hecho antes, pero esa noche de verdad lo había deseado y había actuado sin pensar en las consecuencias, porque si Hernán lo rechazaba, aunque podía culpar al alcohol, las cosas podían no volver a ser iguales entre ellos y perdería a su compañero y amigo; pero el moreno le había respondido con la misma vehemencia, acariciando cada rincón de su boca con su lengua mientras lo tomaba con fuerza del rostro para que no se alejara; y eso lo había dejado pensando en sí era producto de las emociones de la noche puesto que ambos eran humanos y tenían necesidades o había algo más.

El coqueteo no desapareció durante el desayuno, las risas estaban presentes como siempre pero había algo más en el ambiente, algo agradable, una confianza nueva entre ellos. Habían dado muchos pasos en muy pocos días pero tampoco significaba que fueran a dar más o que estuviesen buscando hacerlo, querían vivir el presente como habían dicho esa primera vez que tuvieron una conversación real y era lo que estaban haciendo, en ese momento querían no pensar en lo que había pasado la noche anterior y disfrutar la compañía del otro.

Los días en altamar habían finalizado y ese día tenían parada en Ciudad del Cabo, Andrei había bajado su cámara fotográfica como cada vez para inmortalizar el recorrido, y a Hernán, la ciudad estaba llena de cultura y la arquitectura era algo que hasta ese momento no habían observado en otro lugar, y el moreno estaba feliz de posar junto a cada estructura que Andrei le señalara y a veces ni necesitaba una estructura para fotografiarlo. Hernán era bastante amateur, quizás no lograría el enfoque perfecto o seleccionaría la mejor luz pero sabía usar una cámara y no le parecía justo que el castaño no apareciera en las fotografías, menos cuando tenía una cara como esa que estaba seguro no podía verse mal de ninguna manera.

Almorzaron en un restaurante del lugar donde la atmósfera de coqueteo continuó y siguieron recorriendo la ciudad para terminar en la playa como última parada antes de volver al barco. Andrei estaba mirando hacia el mar con una media sonrisa dibujada en el rostro mientras el viento revolvía su cabello y el sol dibujaba su perfil en dorado y Hernán pensó que esa era la toma perfecta, tomó la cámara que descansaba en la pequeña mesa entre ellos que sostenía sus tragos y antes de que pudiese notar lo que hacía lo inmortalizó, el sonido del lente llamó la atención de Andrei coloreándole las mejillas de un bonito rosa cuando Hernán volvió a tomar otra foto y otra, haciéndolo cubrirse el rostro y comenzar a carcajear, lo que no detuvo al moreno, porque a su parecer cada vez se veía mejor.

Andrei logró quitarle la cámara luego de una pequeña lucha donde el moreno no paró de fotografiarlo y revisó el trabajo que había realizado, no eran fotos perfectas, muchas estaban fuera de foco o la luminosidad del sol encandilaba tanto que no se alcanzaba a ver completo su rostro, pero para Andrei eran buenas fotos, porque se veía relajado y feliz, no como las fotos en las que solía aparecer, en revistas sociales junto a sus padres o Alonso, esbozando una sonrisa para pretender que estaba disfrutando estar ahí y en compañía de todas esas personas; en las fotos que le había tomado Hernán su felicidad era genuina porque sí disfrutaba estar ahí, junto a él.

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