Capítulo 16

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Día 73

Habían pasado la tarde recorriendo Indonesia, Andrei seguía siendo el mismo pero Hernán no, algo había cambiado irremediablemente cuando había reconocido las mariposas. No esperaba que eso pasara, pensó que no le pasaría nunca a él y menos en ese lugar y con una persona que había conocido hace tan poco, pero desde el último juego de verdad o desafío que todo se había vuelto más y más claro, hasta que en ese momento, con Andrei durmiendo sobre su pecho, agotado de tanto caminar, le había puesto nombre al sentimiento porque como Andrei decía, se estaba sintiendo como gelatina, y eso más las mariposas significaban sólo una cosa.

Quería a Andrei, y no de la forma en la que había estado predicando cada día desde que se habían conocido, no como un amigo con el que tenía muchas cosas en común y con quien se conectaba bien física y emocionalmente, lo quería como el hombre que era, capaz de derretirlo y hacerle saltar el corazón con una sonrisa, capaz de excitarlo con una mirada y capaz de hacerlo sentir vivo por primera vez en 6 años. Lo asustaba reconocerlo porque a pesar de nunca antes haberlo sentido sabía que estaba enamorado de Andrei, se había enamorado de él lentamente, sin notarlo, con cada conversación, cada abrazo, cada beso y cada orgasmo, incluso con cada lágrima que le había visto derramar. 

Amaba al Andrei perdido que había visto en sus primeros días y amaba al Andrei libre en el que se había transformado; al Andrei sexy que lo besaba tan bien y lo llevaba al cielo cada vez que se entregaba a él; al Andrei tierno que se abrazaba a su cuello para fingir que veía una película cuando en realidad quería dormir en sus brazos, amaba al Andrei que lloraba y era vulnerable cuando algo le dolía y amaba al Andrei que con su sonrisa iluminaba el mundo. Se había enamorado de cada cosa que conocía de el y quería seguir conociéndolo para seguir enamorándose de él, porque el bienestar que sentía eclipsaba por completo el miedo; ya había pasado el tiempo en su vida en el que temía arriesgarse por su felicidad, el Hernán que había encontrado en ese crucero y que había encontrado a Andrei no dejaría que ese sentimiento muriera sin más.

Tenía claro que Andrei recién había salido de una larga y desgastante relación, y que probablemente no quería saber nada de amor o conocer a alguien de ese modo, apenas estaba siendo libre, recién a sus 22 años luego no poder disfrutar los primeros años de su juventud, y había decidido vivir su primera aventura en ese barco; él no le iba a quitar eso dándole algo en que pensar, a Andrei lo hacía feliz lo que tenían en ese momento, su amistad, y a él también, aunque quería más, pero sabía que no era el lugar ni momento, iba a disfrutar el viaje, conociendo más de él, dejando que lo conociera, afianzando la relación que ya tenían, y cuando ambos estuvieran fuera de la burbuja, le diría lo que siente, para que así, en caso de tener una oportunidad con él, pudiesen tener algo real.

- ¿Estás bien? - le preguntó Andrei con la voz adormilada, deslizando la mano que tenía sobre su pecho en una suave caricia hasta llegar a su cuello y abrazarse de él como a ambos les gustaba - ¿por qué estás despierto?

- Estaba pensando pero ya me iba a dormir.

- ¿Pensando en qué?

- En lo mucho que he disfrutado este viaje - le respondió cuando sintió a Andrei dejar un beso en su cuello que lo hizo sonreír y estremecerse al mismo tiempo, eso era lo que Andrei le provocaba y la razón por la que estaba tan seguro de lo que sentía - vuelve a dormir, haré lo mismo.

- ¿Estás seguro que estás bien? puedo escuchar si necesitas hablar...

- Estoy mejor que nunca.

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Día 74

Hernán llevaba días sin conectarse con el mundo fuera de la burbuja del crucero, los primeros días había revisado su teléfono un par de veces a la semana encontrando un par de mensajes de su abogado, pero luego comenzó a hacerlo con menos frecuencia, desde la primera vez que se había acostado con Andrei, ahora ya llevaba 15 días sin si quiera sacarlo del cajón de su velador.

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