-Isa, él es...
-Claro que sé quién es, Molly- interrumpió a la forense mientras estiraba su mano hacia el detective con una sonrisa- Este hombre no necesita presentación, es un verdadero placer señor Holmes, soy una fiel admiradora de su trabajo.
S...
-Un libro es como un jardín mágico que llevas en tu bolsillo- dijo una mujer cuando John estaba despertando después del golpe que le dieron. Estaban en un túnel alumbrado sólo por unas fogatas que habían encendido- Proverbio chino, señor Holmes.
-No soy Sherlock Holmes- dijo John confundido viendo a la mujer.
-Discúlpeme si no le creo nada- dijo la mujer sonriendo y sacando las cosas que el doctor tenía en su saco- Tarjeta de débito a nombre de S. Holmes.
-Sí, de hecho es suya, me la prestó.
-Un cheque por 5000 libras a nombre del señor Sherlock Holmes- dijo ella mostrándoselo al doctor.
-Sí, él me lo dio para cuidárselo- dijo John agitado y mareado por el golpe.
-Boletos para el circo, recogidos por usted a nombre de Holmes.
-Sí lo sé. Me doy cuenta de lo que parece, pero no soy él.
-Lo escuchamos de su propia boca- dijo ella mirándolo seria.
-¿Qué?
-"Yo soy Sherlock Holmes y trabajo solo"- citó ella lo que John había dicho sarcásticamente cuando él e Isabella estaban fuera del departamento de Soo Lin.
-¿Enserio dije eso?- dijo John, aturdido- Supongo que no tiene caso querer persuadirlos de que yo sólo estaba imitándolo.
-Yo soy Shan- dijo la mujer apuntando al doctor Watson con un arma, directo a la cabeza.
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-¿Usted es Shan?- preguntó él tratando de distraerse por el arma que lo apuntaba.
-Tres veces intentamos matarlos a usted y a sus compañeros señor Holmes. ¿Qué le dice que un asesino no puede disparar correctamente?- dijo ella cargando el arma.
John comenzó a desesperarse al ver el acto de la mujer, ella jaló el gatillo y afortunadamente no tenía balas. John suspiró aliviado.
-Le dice que no lo está intentando de verdad- dijo ella sonriendo con maldad para cargar la pistola de nuevo- Ahora son balas de verdad. Si quisiéramos asesinarlo, señor Holmes, lo habríamos hecho ahora. Sólo queríamos despertar su curiosidad. ¿Lo tiene?
-¿Tener qué?- preguntó agitado John.
-El tesoro.
-No sé de qué está hablando.
-Preferiría que fuera más... acertado- dijo ella y uno de sus ayudantes destapó un objeto, era la ballesta con la que habían hecho el número del circo- Todo en occidente tiene un precio. Y el precio por su vida... es información.
Tomaron a Sarah, que estaba amordazada en una silla, y la pusieron frente a la ballesta.
-¿Dónde está el prendedor?- preguntó la mujer seriamente.
