Amy
Mis padres decidieron cambiarme de universidad para el octavo ciclo de medicina.
A una supuestamente más prodigiosa y más cara así que bueno, pues... Aquí estoy yo, contemplando la universidad desde afuera.
Siempre he sido una chica tranquila, inocente y tímida.
Sabía que esta, al ser una universidad para jóvenes ricos, sería un lugar donde se permitirían cualquier tipo de comportamiento.
Me estremezco.
Miro mi reloj. Un cuarto para las ocho. ¡Hay no! ¡Ya es tarde! El director me había citado para las 7:40. Corro.
Por suerte la oficina del director no está muy lejos, por lo que llego rápido.
Toco la puerta.
–Pasé– se escucha desde el interior. Respiré profundo.
–Perdone la tardanza.
–Está bien. Entonces usted es la señorita Amy. Bienvenida. Nuestra universidad le da la bienvenida y la invita a sentirse cómoda. Su habitación es la 102. Tenga su horario de clases. Sus clases no comienzan hasta dentro de una hora. Así que sírvase usted a pasar por nuestro cafetín a distraerse. La universidad cuenta con 8 campos deportivos para el deporte que más guste; puede ser vóley, básquet, fútbol, tenis, golf, etc. También contamos con tres piscinas, dos en la planta baja, en el jardín y una en la azotea. Poseemos un gimnasio, con muchos tipos de máquinas. Los caballos se encuentran en la planta baja al igual que las bicicletas. Las habitaciones del 1 al 400 en el primer piso, del 401al 800 en el segundo piso. Y del 801 al 1200 en el tercer piso. Cada piso cuenta con tres servicios higiénicos para cada sexo, cada uno con 8 urinarios y ocho lavamanos, cuentan con cuatro dispensadores de jabón y de papel. En cada piso hay una cafetería donde venden de todo y por último los salones se encuentran del cuarto al décimo salón. Eso es todo. Bienvenida– ok. Ahora. Si adoro esta universidad. Pienso.
–graa-cias– salgo de su oficina.
Ese director sí que es muy detallista.
Sigo caminando, pensando en cómo me irá en esta universidad y con la mirada fija en los cuadros del piso. Umm... pero qué curioso, son baldosas negras...
–¡Auch!–Alguien me empuja o bueno, yo choqué con esa persona.
–¡Auuu!– me cojo la cabeza, intentando así clamar el dolor. Duele mucho–perdón, fue mi culpa, soy una torpe por no fijarme por donde iba–Digo.
Un incómodo silencio que dura unos segundos aparece.
–Tranquila. No pasó nada. ¿Estás bien?–Me ayuda a parar.
Es mi primer día allí y ya he golpeado a alguien.
Qué "maravilloso día".
Sí, estoy siendo irónica.
Intento reprimir las lágrimas que me causa el dolor.
Un momento....esa voz se me hace conocida.
Alzo la cabeza para ver a mi agresor, o bueno, a mi víctima.
Frente a mí está parado un chico rubio de ojos azules.
Lleva un traje muy elegante.
Es realmente guapo, no puedo evitar observarlo.
–Grac...¿Luke?– Tiene que ser Luke.
Nunca olvidaría a mi amigo de infancia. Menos a él.
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Tras una promesa
RomanceUna promesa hecha desde pequeños. la de no olvidarse. De como el destino juega con sus cartas. A favor tuyo o en contra. El mundo puede llegar a ser tan pequeño. Tanto como para encontrarte después de casi diez años con tu primer amor.