Amy
Por algún motivo que no entiendo, Luke se desplomó en el piso.
Me acerco velozmente hacia él.
-¿Luke? - no contesta.
-¡¿Luke?!-lo zarandeo.
-No responde-les dije a los chicos.
Ellos se acercaron y entre los dos lo levantaron y lo llevaron a su cama.
Lo recostaron encima y lo cubrieron.
Tengo una pequeña charla con ellos.
Me ofrezco a llamar a la doctora Canfielt.
Ella era mi doctora favorita de cuando era pequeña.
Mi mamá me había dado su número de celular por si lo necesitaba.
Gracias mamá. Sí lo necesité.
Ella es como mi segunda mamá.
Marco el número.
Contesta. -¿Aló?-dijo.
-Doctora Canfielt, soy Amy Twain-digo con serenidad.
O eso creo.
-¿Amy?-
-hola-digo tímidamente.
-¡Amy! ¿Ya regresaste de Francia?.
-si.
-¿sucede algo? ¿Estás bien?
-yo estoy bien. Pero Luke. ..Emm...no.
-¿Qué le pasó?
-Emm...- el chico pelirrojo me quita el celular.
-Verá, el pendejo de mi amigo lo golpeó en la cabeza con un palo intentando levantarlo. Su ex-enamorada le pateó en las bolas. Cayó de rodillas y estaba mal precisamente de los huesos. Suficiente información. ¿Podría venir ahora? –dice tajante.
El pelirrojo se ve preocupado pero por la forma en la que lo decía parecía totalmente indiferente.
-Eres muy arrogante. Ya voy, pero primero devuélvele su celular a Amy.
El chico suspira.
-toma-me dice y me da mi celular.
-¿Aló?
-Amy. ¿Podrías darme la dirección por favor? , el chico prisa se olvidó de dármela.
Le digo que sí y le doy la dirección.
Ambas colgamos. Veinte minutos después llega.
Pasa y atiende a Luke.
Primero revisa su cabeza.
-por suerte no tiene la cabeza rota, solo le saldrá un chinchón. ¡Ah! Miren, ahí está. –dice señalando un bulto en la cabeza de mi amigo.
Después de haberlo revisado la acompañé a la puerta.
-¿Está bien tu mamá?-pregunta.
Mi cabeza da vueltas y mis ojos picaban, la extraño mucho.
Cuando vine aquí, a Seattle, ella se quedó en Francia con mi hermano mayor.
-sí. Ya...superó lo del divorcio.
Divorcio. ..Mis padres se divorciaron cuando tenía ocho años.
Mi mamá recibió mi custodia y me llevó a Francia.
Yo era aún pequeña y no entendía nada de lo que sucedía. Tiempo después me di cuenta de que mi vida había dado un giro negativo.
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Tras una promesa
RomanceUna promesa hecha desde pequeños. la de no olvidarse. De como el destino juega con sus cartas. A favor tuyo o en contra. El mundo puede llegar a ser tan pequeño. Tanto como para encontrarte después de casi diez años con tu primer amor.