III

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•"sirviendo al señor". ♡

--No creas que te quedarás aquí muy fresca, ¡No señor! --sacudió su dedo -- Ayudaras a servir--la mujer iba a paso rápido, prácticamente me estaba dejando atrás, tuve que acelerar más mi paso hasta que se detuvo, quedó  frente a mi un bello y grande Mesón blanco, su piedra lisa brillaba , pase mi mano por ella quedando hipnotizada por su belleza de piedra.

Un golpe detrás de mi cabeza me volvió a la realidad .

--¡Presta atención!

--Perdona-- toqué detrás de mi cabeza, vaya carácter.

--No permitiré que cualquiera toqué la comida del señor y los demás, por lo tanto tú te encargaras de lavar lo utilizado  y de poner la mesa, después haremos algunas tareas por los alrededores-- esta mujer hablaba como un general que hasta daba escalofrío, sin duda ese rostro no es igual a su carácter.-- Empecemos.

☆~♡

Las órdenes no tardaron en llegar, corría de un lado a otro buscando lo que me pedían,  abría y cerraba cajones sin saber donde estaban las cosas de esta cocina.  La mujer cuyo nombre aún no sabía me había dado un conjunto cómodo, un Short negro de tamaño decente  y una franela  del mismo color, en mi cuello un pequeño lazo del mismo color,  todo en mi prácticamente era negro, la única en la cocina con ese color. Los demás eran de colores crema.

Me estaba cansado de ir de aquí y por allá, mis zapatos bajos eran cómodos pero no quitaba el hecho de que mi tobillo saliera lastimado. Suspiré al ver que no pedían más nada.  Temprano había puesto la mesa bajo la supervisión de unas de las mujeres de la cocina, habían tantos  platos servidos para el señor tenebroso el cual tendría una visita, no sabia que los demonios comían pero todo esto me han confirmado que comen al igual que un ser mortal.

 Sorprendente.

O yo soy muy ignorante aquí.

--Ya, me cansé--dijo agotada la chef con su rostro rojo por el calor de los saltenes, se recostó en el Mesón blanco  el cuál yo no paraba de acariciar.

--Gabriela, faltó la crema--un joven chico vestido parecido a mi, con la diferencia que él tenía pantalón y no portaba  lazo,  entró por la puerta, su melena Castaña me recordó a la mía
.
--Ya la envío-- dijo la chef que al parecer  se llamaba Gabriela, miré al joven, este asintió y se retiró.

Gabriela se dirigió a la nevera enorme de color gris con puerta de vidrio y sacó de ella  un pequeño recipiente con una crema blanca que lucía a simple vista deliciosa, me la tendió.

--Toma, llévala a la mesa, ya es hora del almuerzo, cuando termines puedes volver para comer, si mal de recuerdo no desayunaste-- Gabriela se sentó en un taburete--y es mi culpa por lo que pido disculpa--me sonrió en forma de disculpa.

--No se preocupe.

Me sentí bien... casi no recordaba esa palabra dirigida a mi...

Gracias.

Me dirigí a la puerta por donde el chico había salido y la empujé, camine por el pasillo ya antes recorrido y crucé  al llegar al comedor, frente a mi estaba la enorme mesa con los platos ya servidos, los cocineros se habían esmerado con la preparación y decoración de los platos que daban pena destrozarlos y daba pena no devorarlos por lo deliciosos que se veían, sin duda el hambre ya había dominado mi mente.

Debo espabilarme.

Al ver mas allá de la mesa note a una persona sentada en el tope, su cabellera negra carbón estaba despeinada y su rostro de piel  clara estaba bajo a lo pensativo, algunos mechones de su cabello caían sobre su frente.

Sumergido en sus pensamientos.

 Su rostro se levantó topando su mirada oscura con mi mirada  ordinaria, me quedé fija sin mover ni un músculo, una punzada en mi herida me trajo a la realidad. Quite la mirada apenada.

Avance y deje lo ordenado en la mesa cerca de él, mi pulso se aceleró sin razón, Alce un poco la mirada topandome con sus labios los cuales tenían un pequeño toqué rojizo, no pude evitar detallarlos en silencio,  su labio inferior era un poco más grande que el superior.

--Buenas tardes,  Arabella. --pronunció por esos labios, pude observar un pequeño lunar escondido debajo de su labio.

Quite La mirada avergonzada y empecé a retroceder mientras  apretaba mis manos delante de mi.

--Buenas tardes...--no supe que nombre usar y ni loca utilizaba el de amo.

 Me sorprendía que por lo visto todos aquí sabían mi nombre menos yo el de ellos --señor-- fue lo que me atreví a usar. Después de todo tenía que servir al señor... de esta casa. Estaba a punto de comenzar mi camino a la cocina, de seguro la señora Gabriela me matará si no regreso, esa señora me ha regañado tanto en unas horas.

Me detuvo su voz y su pequeña risa de diversión del acto que estaba a punto de realizar.

--Almuerza conmigo, Arabella-- uy no, prefiero comer en la cocina, yo sólo tengo que cumplir mi rol para que él cumpla con su palabra de dejarme quedar. Simple, además tengo que volver,  la chef gruñona me espera.

Miré sus ojos oscuros y me preparé para rechazar su oferta.

No debo quedarme, debo ir a la cocina, me repetía en mi cabeza.

--Es una orden.

Ordenó el demonio. 

Ordenó  un atractivo ser del mal.

+


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ArazelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora