XII

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XII


Mis ojos se llenaron de lágrimas pero ninguna cayó, el pueblo estaba adornado de la manera más hermosa, luces pequeñas amarillas en todos lados como en un cuento, en todos lados había mesas llenas de comidas y botellas de bebidas junto a copas servidas, música lírica sonaba en todos lados, los trajes colores crema que las personas usaban quedaban de maravilla con la noche, flores de plástico de cerezo colgaban junto a las luces y postes. El ambiente era tan mágico que me lastimaba el motivo.

Podía ver elegancia en todos como si fuera un baile de hace cien años pero en la actualidad, muchos llevaban máscara y otros no.

Habían carteles que decían ¨la paz llegará, el mal se ha ido¨ y yo era ese mal.

Los habitantes del castillo estaban vestidos de colores crema junto a sus máscaras, Nahaman lucia una gran belleza con su vestido rojo y negro algo atrevido pero sin mostrar tanta piel, se robaba las miradas de la mayoría de los hombres y por poco la de la noche, sus labios rojos resaltaba su color y aquella mirada llena de tantas cosas que gritaban que no apartaras tus ojos de ella, Nahaman lucia encantada por la atención. Algunas mujeres no la miraban de buena manera y estaba segura que pronto empezarían un rumor sin ser cierto, todo en Caída de Ángel era posible.

Todos los del castillo poseían un aura brillante de color dorado suave, hace poco descubrí que podía ver eso en las personas pero aun no entiendo cual es su significado.

Mientras observaba podía ver que algunos llevaban trajes de elegancia y algunas mujeres con vestido pomposo o pegado al cuerpo, era como una combinación de tiempos, algo temático, sin duda Rosaura se había esmerado en la preparación.

Valentín al parecer no había llegado por lo que supuse que aún estaba en su casa alistándose para estar presentable para Sam, aunque a él no le hacía gracia tal celebración. Sé que a mi querido amigo no le gustaba la idea de la celebración y no lo culpo, pero si yo vine con todos, él puede asistir por su amada.

La Señorita Gabriela se mostraba tan contenta junto a los demás cocineros del castillo, tanto que su risa era tan llena de sentimientos de felicidad y no la disimulaba ni un poco. Aquel chico que siempre está serio de cabello castaño caminaba tranquilo por los alrededores observando el lugar mientras también robaba miradas de algunas señoritas, su traje negro con rojo era encantador y estaba segura que si se juntaba a Nahaman serían el centro de atención por sus vestuarios. Los antifaces que poseíamos eran parecidos a nuestra vestimenta con detalles hermosos.

Miré a Gabriela la cual lucía radiante con su vestido azul con detalles plateados en la parte del frente, ella parecía de los años de la realeza, lucía como una reina sin corona. Una mujer fuerte.

Música agradable sonaba por todo el pueblo, no exagero cuando digo que parece un cuento, un cuento de hadas para otros, un cuento lleno de tristeza para mí, aún me dolía lo que pasó pero no puedo hacer nada. Algo en mi gritaba con esmero que me quite el antifaz y me muestre ante todos y arruinar su celebración, pero no seria capaz de hacerlo, quizás este sea mi nuevo comienzo.

—Señorita—Samael se acercó a mí con una copa en manos mientras me sonríe, su traje es blanco menos su corbata y chaleco que son rojos. Lucía como un príncipe blanco, un príncipe no tan príncipe—Hermoso sitio y tan...--tomó un trago de su bebida y me miró—peculiar motivo, querida lujuriosa.

Fruncí mi ceño ante aquel apodo hacia mí, miré al frente evitando su mirada.

—No debería llamarme así.

ArazelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora