𝕮𝖔𝖓𝖏𝖚𝖗𝖔 𝕴𝕴𝕴.

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—Mira, Jimin —comenzó a recitar la chica rubia haciendo una breve pausa mientras se separaba unos cuantos centímetros de él—. Esta es mi mejor amiga Karma —añadió viendo como la mencionada se acercaba levemente hacia donde ellos se encontraban.

Karma no quería ser grosera, a pesar de que Jimin no le dio buenas vibras de primeras. Vio un pequeño destello pasar por los ojos del novio de Alice, lo cual hizo que se extrañara durante unos instantes. Primero se encontraba matándola en sus pensamientos, segura y literalmente, y después, parecía alegrarse por el encuentro.

—Encantado, Karma —respondió él con una media sonrisa algo arrogante.

Por un momento, para Karma no fue un gusto conocerle, no parecía el típico chico sin dobles intenciones y eso revolvía el estómago de la pelinegra. No sabía que pasaba con él, pero ese mismo sentimiento no le agradaba ni una pizca.

—Igualmente —contestó haciendo una sonrisa bastante hipócrita contestando a la del muchacho.

—Ya sabemos que no es así, pero dejémoslo como está —Jimin hizo una mueca de una manera bastante burlona ante la mirada confusa de Alice.

—Vale, dejando de lado las sonrisas falsas que habéis soltado en un milisegundo, ¿qué os parece si vamos a hacer un picnic o algo? —preguntó Alice algo emocionada.

Siempre estaba feliz y nunca ponía en modo objetivo ningún pensamiento que le causara tristeza, Karma simplemente la envidiaba por ello.

—Lo siento, preciosa, pero a diferencia de ti, yo sí quiero llegar a fin de curso sin reprobar materia.

La pelinegra revolvió el cabello de su amiga para alejarse de allí acto seguido, metiendo sus manos en los bolsillos de su antigua cazadora vaquera.

—Oh, venga, me prometiste hacer planes conmigo para conocer a Jimin —le susurró suplicante mientras la seguía hacia la salida principal del taller, la cual estaba al lado de las grandes puertas del garaje.

—Lo siento, de veras, pero necesito hacer la lectura de literatura para crear el poema que nos mandó el profesor para mañana —dijo Karma saliendo por la puerta y seguido. Bajó las escaleras de madera astillada de la entrada.

—Tú y tu manía de dejar todo para última hora —resopló la rubia rodando sus ojos, haciendo que la brisa que salió de su boca chocara y removiera levemente su dorado y reluciente flequillo.

—Tú y tu manía de ''cómo yo no hago nada, espero que los demás tampoco lo hagan''.

Karma dejó escapar una suave risa de sus carnosos labios ante su propio comentario en un intento de aligerar la conversación y siguió su camino hacia casa.

—Mañana no te escapas. Iremos los tres de picnic para merendar.

Alice soltó un ligero grito desde la puerta del taller para que la escuchara, y aunque Karma ya se había alejado de allí unos cuantos pasos, logró captar el sonido de su voz. Levantó su dedo pulgar haciendo un puño con su mano derecha para dar a entender a Alice que la había escuchado y siguió avanzando por las desgastadas y empedradas calles de la pequeña villa donde vivía. Todo era bastante tranquilo y ayudaba a los residentes a descansar del agobio contante que conllevaba estar en la ciudad a todas horas. En el pueblo era raro cuando llegaba alguien nuevo a vivir, a decir verdad, ni siquiera tenían turistas a pesar del encanto del lugar. Karma sacudió su testa un poco para así retirar un mechón rebelde de pelo que se había colado en su faz y luego, alzó su mirada al cielo. Comenzaba a anochecer y el sol parecía querer dormirse antes que la joven, pero ella no lo culpaba, ojalá ella pudiera dormir tanto como deseaba. Después de unos minutos caminando, llegó a la que era su casa en ese entonces. Rebuscó las llaves en el bolsillo superior de su cazadora habiendo subido la solapa y cuando las encontró, las sacó para abrir de una vez por todas la puerta. Nada más entrar, cerró la entrada a sus espaldas y se quitó las botas con ayuda de sus pequeños pies para no tener la necesidad de agacharse. Sacó su cazadora caminando hacia el salón que se localizaba a su izquierda pasando la escasa recepción del hogar y suspiró tirando su cazadora descuidadamente en una silla cerca del sofá en el que se abalanzó segundos después de haber agarrado el control remoto de la televisión. La encendió y el telediario le llamó la atención, Frunció su ceño algo confusa, ¿aún no había terminado? Alzó su mirada para escudriñar el reloj de la cocina que se comunicaba con la sala de estar, separados ambos cuartos por una fuerte barra de mármol donde Karma solía comer sola. Eran las 11:11 de la noche y el programa no había finalizado, ¿estarían cotilleando sobre algo interesante? Era realmente increíble como sobrevivía ese canal, consistía solo en cotilleos del pueblo y alguna noticia poco importante que pasaba cada mucho tiempo para después cerrar el programa como si estuviera hecho para que los telespectadores terminaran apagando la televisión del aburrimiento.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐘 𝐌𝐎𝐎𝐍 ⸻ 𝐌𝐈𝐍 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐆𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora