𝕮𝖔𝖓𝖏𝖚𝖗𝖔 𝕴𝖃.

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Karma se sentó en la cama costosamente con el pelo revuelto, haciendo surcos en forma de cascada en su rostro y apagó la molesta alarma que comenzaba a darle dolor de cabeza como todas las mañanas. Sacudió su cabeza con parsimonia mientras revolvía su cabello hacia atrás para desenredarlo mínimamente, no se solía peinar, pero tampoco quería parecer un espantapájaros.

Gracias, gracias, gracias.

Una vez murmuró aquello, se levantó de la cama sin pensarlo mucho, cuanto más pensaba en ponerse de pie y salir de la cama, menos ganas tenía de hacerlo. Se dirigió a su armario empapelado de cosas varias que le gustaban y agarró la ropa que vio oportuna para vestirse rápidamente. Una vez terminó, se agachó para recoger su mochila del suelo y su móvil de la mesita de noche para correr fuera de la habitación. Había un silencio sepulcral por lo que dedujo que su padre se había ido a trabajar así que, se fue directamente a la puerta principal de la hogareña casa. Metió su mano en un plato decorado por su abuela y enredó las llaves en sus dedos para abandonar la casa, cerrando el acceso con varias vueltas de llave. Hoy era de esos días donde no tenía ánimos de maquillarse o de desayunar por lo que, no le quedó de otra que omitir esos pasos de su rutina diaria.

Las calles estaban bastante tranquilas, quitando a varias personas que asemejaban tener su edad paseando hacia donde seguramente Karma también se encaminaba. La noche se iba levantando poco a poco, dejando ver un pálido, pero animado amanecer al fondo de las montañas detrás del bosque. Las farolas se fueron consumiendo una a una cuando el día se hizo paso en el cielo, acompañándolos a todos en su camino.

Un rugido molesto se instaló en los oídos de la joven de cabellos azabaches de un momento a otro, aun transitando por el empedrado camino que llevaba al instituto. Era muy extraño que hubiera algún tipo de sonido a esas horas donde la mayoría de gente estaba adormilada con sus quehaceres como ir a estudiar o trabajar. Se giró arrugando su ceño en una mueca confusa y distinguió siete impotentes motos negruzcas dispuestas a pasar por la misma calle donde vagaba Karma. Rodó los ojos poniéndolos en blanco y miró de nuevo al frente saltando por encima un charco de agua sucia que se localizaba en un hueco del suelo, a tiempo para no hundirse en él ni ensuciarse un mínimo. No sabía que había estado lloviendo todos esos días que estuvo hospitalizada, debió haber dormido menos. Las motos fueron conducidas rápidamente a su par, pasándola de largo, pero para su mala suerte una de ellas sobrepasó por encima del charco que había logrado sortear instantes antes. Cientos de gotas de agua natural mezcladas con barro y suciedad saltaron a ella, pasando a formar parte de sus pantalones, decorándolos. Alzó sus luceros hacia la persona que destrozó con esmero sus vaqueros, topándose con un pelinegro algo conocido observándola con una burlona sonrisa.

—Deberías de mirar por donde andas, enana —rio con sorna Yoongi acelerando la moto para desaparecer entre la niebla que emanaba de lo más profundo del suelo, al fondo del mismo pasaje junto con sus acompañantes.

—Pero serás imbécil.

Karma refunfuñaba por lo bajo frotando sus palmas de las manos donde las manchas hacían carreras en su ropa, en un intento fallido de ver si desaparecía el recoveco marrón oxidado que comenzaba a ser visible en sus piernas. Sacudió su cabeza con molestia para relajarse, no tenía tiempo de volver a casa y cambiarse, si lo hacía llegaría tarde a clases. Caminó con pasos acelerados para intentar llegar lo antes posible, probaría suerte echándole algo de agua en los baños del instituto antes de que sonara el timbre que daba por empezadas las clases. Después de unos escasos minutos, llegó a la tortura de edificio dónde ya cientos de alumnos vagaban por los pasillos. Algunos agarraban cosas de sus taquillas metálicas y para nada mal cerradas, otros hablaban en corrillo con gente que consideraban sus amigos y luego estaba Karma, medio escapando de su mejor amiga que entró en el lugar segundos tarde para ir al baño por culpa del idiota de Yoongi. No sabía cómo apenas le acababa de conocer y ya no quería descubrir más, su actitud no le gustaba. Empujó la puerta para pasar al cubículo del aseo de mujeres, por suerte no había nadie para ver sus ropas desastrosas. Abrió el grifo dejando salir agua tibia seminatural y mojó varios dedos de su extremidad derecha para poder empapar la ligera tela que portaban sus piernas. No podía creer que estuviera haciendo aquello segundos antes de tener que entrar en clase y menos por el chico nuevo. ¿Ya mencionó que es medio imbécil? Ella pensaba en esos momentos que se dedicaba a ello a tiempo parcial o a jornada completa.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐘 𝐌𝐎𝐎𝐍 ⸻ 𝐌𝐈𝐍 𝐘𝐎𝐎𝐍𝐆𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora