•RISA•

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La risa es una respuesta biológica que produce el organismo a estímulos externos. Por otro lado la sonrisa se considera su forma más suave y la más contagiosa. Así como el llanto, es un acto involuntario para la mayoría de las personas. Su mecanismo reside en la respiración, y se produce mediante interrupciones de la exhalación. Siendo el mismo mecanismo del habla.

A nivel cerebral la acción es procesada en el sistema nervioso central, siendo el encargado el sistema límbico, el cual procesa las emociones y es probablemente responsable de los potenciales motores que caracterizan a la risa, incluyendo la expresión facial y los movimientos de los músculos que controlan la ventilación y la fonación.

Según estudios suele aparecer a las seis semanas de vida y constituye el primer lenguaje humano. Al principio es un comportamiento físico y a la medida en que transcurre el tiempo va evolucionando hasta convertirse en una conducta emocional.

La risa.

Una risa, jamás la tomamos en cuenta, solo es la respuesta a un estímulo exterior y aunque los estudios digan que es respuesta emocional, no lo pensamos así. Si algo nos hace cosquillas nos reímos porque es lo que aprendemos desde pequeños.

No tomamos las risas como algo espontáneo, ahora se ha vuelto algo sumamente forzado, algo que hace parte de la vida de las personas casi a la fuerza y en algunos casos ni siquiera existe.

Ya sé que quizás has dejado de leer esto, solo porque inicié con biología; pero, es que la risa forma parte se nosotros, va decodificada en nuestro ADN aunque no la queramos. Ella nos ha acompañado a lo largo de la historia, cuando eran mucho más espontáneas y significativas, porque te alegrabas por haber hecho reír a alguien aunque sea una vez.

Un día escuché que los niños sordos y ciegos sonríen, aunque no sepan lo que en realidad sea una sonrisa. Tal vez eso sea real, aunque no sé la razón de por qué lo hacen, quizás esas personas de cierta manera, pese a sus discapacidades, son mucho más felices que nosotros, tal vez se imaginan un mundo mejor del cual viven. Deberíamos aprender de ellas.

Si despiertas y solo si despiertas, no recordarás mi risa, ni la de Ian, mucho menos la de tu madre. Sin embargo, volverás a escuchar reír a Ian, a tus amigos, podrás volver a reír.

No me molesta que no vayas a recordar la mía, sé que no es culpa tuya, aunque tampoco es buena idea que la recuerdes.

No eras de esas personas que se reían constantemente o de algo que causara mínimamente gracia como los chistes malos. Me gusta que no te rieras seguido, así cuando te reías sabía que era algo sincero. Porque te reías con ganas por las cosas que en verdad te hacían gracias. Porque cuando me sonreías era lo mejor del mundo.

De entre las señales emocionales, es la cosa más contagiosa, esa era la de Ian. Bastaba con hacerlo reír para que termináramos riéndonos todos mientras jugábamos. Porque entre todos los momentos, de todos los recuerdos, la cotidianidad de las sonrisas de Ian son uno de los mejores.

Siempre tengo muy presente lo que me decías y cuando me regañabas por reírme tanto, tal vez tenías razón. Pero, a pesar de lo que me decías, me quedo con el recuerdo del día en que me dijiste que te gustaba oírme reír, que te gustaba mi risa y que no la cambiarías por nada. Yo cambiaría cualquier cosa por oírte reír otra vez.

A la risa le han dado miles de nombres según su intensidad y su duración, así como está la carcajada, la risotada, la risa nerviosa, la risita, el hipido, cascabeleo o chasquido. Pero en todas siempre llegamos a lo mismo: siempre expresamos algo que sintamos o no.

Tu risa era algo sutil, lo suficiente como para recordarla. Era eso que cuando mirábamos al techo por las noches sin poder dormir, rompía el silencio. No sé que pensabas en esos momentos que reías sin razón, tal vez un sueño del día o quizás al un recuerdo que se convertirá en uno inexistente. Era eso que hacía sentir mejor a Ian y lo que parecía reconfortarlo, porque a él le brillaban los ojos en cuanto te veía sonreír.

Aunque no recuerdes mi risa, yo me quedaré con la tuya, en medio de un recuerdo, así tal vez cuando me ría me acuerde de ti con más claridad. Porque sé que aunque suene inverosímil, quizás cuando vaya al mar el sonido de las olas se transforme en tu risa, mientras que desembocan y rompen en la orilla contra la arena.

Porque si despiertas y solo si lo haces, sé que estarás allí en algún lugar del mundo, en algún país de alguno de los cinco continentes de nuestro pequeño planeta, riéndote. Porque tal vez recuerdes mi risa la primera vez que te rías, quizás la segunda hasta pues ser la tercera. Tal vez, cuando escuches a Ian reír la primera vez recuerdes mi risa, o quizás la segunda vez o solo tal vez hasta la décima vez. Aunque, todo esto solo es un tal vez.

Una risa, un sonido.

Un sonido que me enseñaste que era especial que cargaba muchas más emociones de las que parecía contener. Un sonido con que a veces la maldad se puede disfrazar de simpatía y bondad. Tal vez esa sea la razón por la que no te ríes tanto.

Porque ese sonido se quedará conmigo a cada lugar que vaya, en los días más triste intentando ser un punto de felicidad entre todo.

El día en que me vaya, tu risa será un recuerdo tan vívido como distante a la vez, cargado de emociones con tenidas en un golpe y una canción.

Mi risa no sé si fue, es y será tu sonido favorito, pero, tal vez la recuerdes un segundo antes de que abras tus ojos, y yo no este, el día en que te olvides de mí.

.E.

EL DÍA EN QUE TE OLVIDES DE MÍ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora