Abrí los ojos poco a poco esperando que la luz de la habitación no me cegara, aunque eso no pasó. Sin embargo solo había un punto de luz, solo uno, una luz cálida que intentaba llenar la habitación. Luego al lado de aquella luz, apareciste tú con un abrigo sobre tu pijama haciéndome señas para que siguiera tus pasos en silencio.
En cuanto pudiste ver que estaba despierta me diste un abrigo y comenzaste a caminar lejos del cuarto. No entendía por qué querías que fuera contigo y menos a la media noche.
Y con aquella luz cálida iluminaste nuestros pasos hasta la puerta de salida y aunque el pasillo estaba iluminado mantenías encendida la lámpara. Tomamos el ascensor pero solo te limitaste a decir que Ian estaba dormido profundamente y no se levantaría en medio de la noche, no debíamos estar levantados en medio de la noche.
Entonces llegó el momento de las escaleras, no tenía idea de a dónde íbamos, pero tu linterna de luz cálida estaba y seguía allí guiándome y no pude evitar compararla con mi vida.
Porque en el mismo momento en que nos besamos por primera vez en aquel sofá que se estaba por deshacer comenzó a brillar una pequeña luz cálida. Una luz cálida que poco a poco fue creciendo cada vez más. Una pequeña luz que a partir de aquel día comenzó a iluminar mis pasos intentando llenar de luz el espacio más allá de mis pies solo con la intención que viera el camino.
Porque en el momento en que empezaba a tropezar brillaba más fuerte y más cerca para que no me cayera, porque llegado un punto la linterna se detuvo al lado de mis pies dejándome tomar el mando. Porque tomé el mando y cuando lo necesitaba estaba allí ayudándome.
Así como lo hiciste en la escalera, que me ayudaste solo cuando lo necesitaba y acercaste la linterna en el momento necesario.
Entonces abriste la puerta de la azotea, de donde provenía una tenue luz invitándome a seguir. Y contra todo lo que sabía y estaba consciente, anulando mi regla de no subir a una azotea, pasé la puerta deteniéndome al instante en que vi las velas por el pequeño borde que quedaba resguardando nuestra seguridad.
Cuando volteé a verte solo estabas parado allí mirándome atentamente esperando alguna reacción de mi parte. Y aunque en ese momento no oíste mi voz, estoy segura de que el eco se encargó de hacer escuchar mis pasos. En cuanto estuve frente a ti comenzaste a hablar desesperado intentando explicar lo que sucedía.
Te habías tomado el tiempo de colocar velas por todo el lugar dejando un espacio libre, donde armaste una pequeña cama improvisada con mantas y cojines. Porque te tomaste el tiempo de preparar algo para los dos y solo los dos.
En aquel entonces llevábamos casi dos años y en la mayoría de nuestras citas Ian estaba incluido, porque el tiempo nos consumía a ambos y nunca estábamos realmente solos.
Aquella noche terminamos recostados sobre la manta, comiendo y conversando. Aquella noche tuvimos una cita, un espacio para ambos.
Una estrella es una esfera luminosa de plasma que mantiene su forma gracias a su propia gravedad. Nuestra estrella más cercana es el Sol y el resto son visibles en la noche a simple vista como puntos fijos que a veces parecen titilar en el cielo.
Las más prominentes fueron agrupadas en constelaciones y asterismos y las más grandes consiguieron sus nombres propios, nombres que recordaremos. Y aunque los astrónomos han logrado recopilar catálogos y designaciones estandarizadas, la mayoría de las estrellas en el universo fuera de nuestra galaxia son invisibles a simple vista, incluso si las vemos desde un telescopio de gran potencia.
Las estrellas brillan debido a la fusión termonuclear del hidrógeno en helio en su núcleo, esta energía que se libera atraviesa el interior y luego es irradiada al exterior. Cuando el combustible, el hidrógeno, esta casi por agotarse entre los materiales más pesados que el helio se producen un conjunto de reacciones nucleares dentro de la estrella, lo que puede llegar a producir una supernova.
Cuando terminaste de explicarme me comparaste con una supernova. Al principio no comprendía por qué me comparabas con una estrella muerta y al ver mi sorpresa me explicaste que las supernovas son explosiones estelares que se manifiestan notablemente.
Las supernovas se crean a partir de la muerte de una estrella, de un punto insignificante de luz y energía en el espacio; la explosión que produce esta estrella es algo espectacular y que puede llegar a brillar mucho más que a la galaxia que pertenece. Porque para ti yo no era alguien más del montón, porque así como una estrella moribunda recogí lo poco que me quedaba y decidí volver pero mejor y con mucha más fuerza, porque no quise pagarme y decidí brillar mucho más que la galaxia a la que pertenecía. Porque quise ser una supernova.
Aquella noche con mi cabeza sobre tu pecho, aprendí sobre las estrellas, las constelaciones, nombres y apellidos, de que a veces podemos ser desde gigantes rojas o enanas blancas, o convertirnos en algo tan masivo como un agujero negro.
Aquella noche mirando los pequeños puntos fijos que titilaban sobre el cielo, comprendí lo pequeños que éramos en un mundo tan grande, que vistos desde otro lugar somos insignificante y a veces inexistentes. Comprendí que la luz es más que luz, que las estrellas son más que estrellas y que las supernovas son más que estrellas muertas.
Ahora, así como lo hacíamos todas las noches a partir de aquella, veré las estrellas, las conectaré para formar constelaciones y nombré las estrellas casi en un susurro como lo solías hacer. Y te prometo que conseguiré aquel telescopio que tanto querías para colocarlo en el balcón y así poder ver por si algún día una pequeña estrella se transforma en algo más.
Porque si despiertas y solo si lo haces, no recordarás lo que son las estrellas, ni las constelaciones, cómo surgen o cómo mueren, olvidarás a las supernovas y con ellas llegará el día en que te olvides mí.
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EL DÍA EN QUE TE OLVIDES DE MÍ.
RomanceÉl está en coma, y ella intenta aferrarse a lo que queda de ambos: sus recuerdos. ... A veces me gusta aferrarme a los recuerdos, perderme entre ellos y volver a todo lo que me hacía feliz antes, olvido mi presente, olvido lo que sucede y lo que má...