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De las cosas más asquerosas que podía recordar Park Jimin en sus pesadillas, eran las veces en las que su verdugo le decía una y otra vez que lo amaba...
Para una persona de una corta edad que no conocía buen qué era el amor, le resultaba repugnante escuchar esas palabras mientras se atrevían a hacerle tal daño... no sabía qué era el amor; pero en definitiva, ese hombre no lo amaba.

Ese hombre solo edad una persona enferma a la que odiaba con todo su ser.

"Desearía estar muerto..."

Pensaba una y otra vez, ese pensamiento era tan recurrente... le destrozaba el alma no querer morir realmente, pero ¿Qué otra solución tenía ese maldito infierno?

"¿No merezco un descanso? Cerrar los ojos y ya no tener preocupaciones... sin sentir dolor ni nadie que me dañe tanto..."

Si esa era la única forma en la que alguien podía "amarlo" juraba que no quería ser amado por absolutamente nadie.

Estaba cansado, harto, herido y asqueado de si mismo, su alma pesaba tanto que a pesar de no tener nada que interviniera darse la vuelta, decidía quedarse así y aferrarse a la almohada mientras sollozaba lo más bajo que podía

Ese dolor podía matarlo... era agónico, sentía perfectamente como su cabeza se nublaba.

―JiMin. ―Llamó Choi Yeong sin obtener respuesta alguna.

Al ver que el menor no contestó, se dirigió hacia él y le dió la vuelta, pudo ver el rojo rostro del menor empapado en lágrimas por montón, como si no fuera suficiente verle tan roto bofeteó con fuerza el rostro del menor sin importarle ni una poco la expresión de miedo con la que lo miró. Rápidamente colocó su mano alrededor del cuello contrario dejándolo sin entrada de oxígeno alguna.

―Escúchame bien: YangMi está a punto de llegar, así que no saldrás de este cuarto hasta que no quede absolutamente nada que me delate.

El castaño colocó sus débiles manos sobre la mano que apretaba su cuello con fuerza en un vano y débil intento por liberarse.

A final de cuentas, estaba tan agotado y harto que sus esfuerzos dejaban ver que el menor podría dejar de respirar en cualquier momento.

"No quites tu mano, solo déjame ir"

El castaño solo cerró los ojos con fuerza en espera de sentir su cuerpo ceder, sin embargo, una vez más sus plegarias no fueron escuchadas: Lo soltaron en medio de una risa.

El mayor caminó hacia la puerta y la abrió, se detuvo por unos segundos y miró hacia atrás

—Habla y vete despidiendo de tu familia, que tu egoísmo por querer salir de esto mate a quienes amas... adivina quién se quedaría con tu custodia si eso pasa.

Dicho esto dejó salir otra risa y cerró la puerta detrás de él con un golpe.

Choi Yeong estaba loco... no dejaba de pensarlo.

No pasan ni diez minutos cuando logró escuchar cómo las llaves entran en la cerradura de la puerta de la entrada... era su madre.

JiMin se quedó en su lugar llorando, su cuerpo dolía bastante. Con dificultad se levantó como pudo; un horrible dolor en su cadera se presentó al instante, comienzó a mirar las marcas en su cuerpo, su abdómen como siempre tiene cortadas sangrantes... rasguños, su cabello desordenado... era un completo asco... regresó a la cama rápidamente al sentir que sus piernas cederían ante su malestar, subió las cobijas y calló sus sollozos con la almohada más cercana.

SOLO UNA MÁSCARA. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora