6 - F

9.6K 1.2K 983
                                    

Dios mío, Hoseok.

Abrí mis ojos a más no poder y me atraganté con mi propia saliva tosiendo. Me acerqué hasta mi pelirrojo amigo, mirando la horripilante escena frente a mis ojos. Hoseok se encontraba en el suelo del baño sentado con la cabeza apoyada en la pared. La sangre que brotaba de su nariz había manchado su ropa y tenía leves inflamaciones en su cara.

Lo moví con gentileza provocando que abriera los ojos con lentitud. Me miró durante unos segundos y comenzó a llorar mientras envolvía sus brazos alrededor de mi. Su frágil cuerpo temblaba como gelatina y su respiración era agitada.

— Mientras te buscaba, Jongyeon me vio solo y no encontró mejor cosa que golpearme.— Susurró débil. —No escuché cuando se me acercó, así que no supe en qué momento comenzó a golpearme. Solo lo supe cuando sentí el ardor venir de sus golpes — Un quejido lloroso salió de su boca con gran dolor. Mi corazón se sentía destrozado. Ver a Hoseok hecho trizas, tanto como sentimentalmente y físicamente, era simplemente devastador. Hoseok siempre había sido una persona de sonrisas, su alegría contagiaba a todo el mundo que lo rodeaba.

¿Por qué tenía que sufrir sólo porque alguien decide dárselas de superior? Él no merecía nada de lo que había pasado. Era simplemente un alma pura.

Perdí la noción del tiempo mientras lo abrazaba. Me quedé completamente en blanco mientras consolaba a Hoseok de la mejor manera que podía. Y cómo no sabía cuánto tiempo había pasado, calculé que me había perdido por lo menos las últimas horas de literatura que tenía ese día, según como se veía el sol en el cielo a través de la venta del baño.

Me separé de Hoseok, mirándolo y él asintió automáticamente, como si supiera lo que pensaba. Lo ayude a levantarse para acercarlo al lavado, él aprovechó lavarse la cara, que ahora se encontraba roja y masacrada por las lágrimas y la sangre seca que habían dejado rastro. Me coloqué frente a él en ademán de cargarlo, dejando claro mi mensaje y él sin quejarse, se subió a mi espalda para apoyar su débil cuerpo en mi.

No nos dirigimos la palabra mientras caminábamos, ya que, nos encontrábamos en un laberinto de emociones.

— ¿YoonGi? — La voz de Jaebum me sacó de mis pensamientos. Nos encontrábamos al frente de la enfermería y el amigo de mi hermano se acercó a nosotros con velocidad. Este al ver el estado de Hoseok, no preguntó nada más y me ayudó a llevar a Hoseok hasta la camilla de la enfermería. Lo acostamos con cuidado y comenzó a chequear su respiración, sus signos vitales y las heridas que tenía en el cuerpo.

Hoseok se veía como una flor marchita.

Apreté mis puños alrededor de la sábana en la que estaba Hoseok y mis ojos se volvieron llorosos. No era justo, una persona tan maravillosa como Hoseok no merecía que alguien con complejo de rey, se las diera para golpearlo.

— No tiene ninguna herida grave, solo la del labio y unos cuantos moretones en su cuerpo. Serán momentáneos, dentro de pocos días desaparecerán completamente. — Habló Jaebum cuando terminó de revisar a Hoseok.

— Duele como la perra. — Agregó divertido mí pelirrojo amigo. Su vista se posó rápidamente en mi acariciando mi cabellos. — Ay cariño, no llores. Jaebum ha dicho que estoy bien, deja de preocuparte. — Con la voz apagada me miró.

— ¿Podrías decirme que sucedió? — Jaebum se cruzó de brazos viéndonos con una actitud seria.

— Me caí. — Tragué saliva, soltando otro sollozo. Y esa era la peor parte de todo.

Nunca podríamos decir algo al respecto. Qué le dijera nos al rector sobre los abusos sólo crearía que lo suspendan unos cuantos días. Por lo que no causaría mis ningún efecto o repercusión, ya que, Jongyeon volvería para golpearnos una vez más. Y eso que no estaba contando el hecho de que si testificábamos nadie nos escucharía. Y lo peor de todo era que tampoco había manera de protegernos o de defendernos.

MUTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora