10. El beso

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Nayeon durmió horrible toda la noche. Le mando mensajes a Momo cada media hora pero no tuvo respuesta alguna. No se dio cuenta cuando se quedó dormida hasta, que despertó al día anterior. Miró su celular esperando tener la respuesta de algún mensaje pero nada, miró la hora y eran las 10 de la mañana.

Bajó las escaleras con su short y polerón ancho. Cuando llegó a la cocina sólo encontró a Jihyo y Sana. Miró hacia todos lados tratando de encontrar a Momo pero no había rastro de la joven japonesa.

-¿Dónde está Momo? – preguntó desde la esquina de la cocina.

-Buenos días amiga – le respondió Jihyo - ¿Algo para comer?

-Hice una pregunta.

-Se fue – respondió Sana – se despertó temprano y nos dijo que tenía que irse – Nayeon miró a Sana - ¿Qué?, ¿Por qué me miras así?

-¿La dejaste ir?

-¿Se suponía que tenía que rogarle para que se quedara? – Nayeon movió la cabeza negando.

-¿Sabes cuánto hay que caminar para llegar a la carretera?

-No.

-Iré a buscarla – Jihyo miró a Nayeon – quizás aún no llega a la carretera – nadie dijo algo.

-¿Qué?

-¿No dirás nada? – le preguntó Nayeon a Sana.

-No.

Nayeon no esperó más y salió de la casa. Subió a su auto y aceleró a toda velocidad. En lo único que podía pensar era en como todo se había arruinado de un minuto a otro. Si se hubiera dado cuenta de que Sana estaba mirando desde la escalera, quizás, ella no se hubiera acercado tanto a Momo pero a quien quería engañar. Le importaba Momo.

Para hacer lo que Sana le había pedido, tenía que conocer a la futura arquitecta y eso era lo que había estado haciendo pero, ella no podía creer que le gustara conocer a esa chica. Esto terminaría siendo un juego de doble filo.

Nayeon había llegado a la carretera pero no veía a Momo por ningún lado. Comenzó a llamarla, mandó mensajes y nada. La japonesa no respondía – imbécil, imbécil, imbécil – no dejaba de gritarse a ella misma – contesta por favor, por favor – esta vez, el celular sonó sólo dos veces.

-Momo – Nayeon sintió como su corazón comenzó a latir rápido.

-¿Qué quieres?

-¿Dónde estás?

-Yo te pregunte...

-¡DONDE ESTAS! – Nayeon gritó. Era un grito lleno de desesperación – por favor...

-Bájate del auto. Estoy sentada en la banca del lado izquierdo.

Nayeon bajó del auto y caminó hacia donde Momo le había indicado. Se dio cuenta que la banca la tapaba un enorme árbol antiguo.

-¿Por qué viniste? – Momo estaba sentada en la banca mirando su celular.

-¿Eres idiota? – Momo levantó la mirada y frunció su ceño – Te podría haber pasado algo. El caminó hasta acá es peligroso, no sabes lo afortunada que eres Momo. Tienes suerte.

-¿Suerte?

-No sé si sabes, pero la gente de los alrededores no es buena. Suelen asaltar y ese tipo de cosas.

-¿Y tú? – Nayeon no entendía - ¿Eres buena Nayeon? – Nayeon no respondió - ¿Me harías daño?, ¿Me lastimarías? – Nadie dijo algo - ¿Cuál es tu plan Nayeon?

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