Momo no pudo conciliar el sueño esa noche, se despertaba cada una hora a revisar su celular. Tenía la esperanza de que Nayeon le hubiese mandado un mensaje pero nada. Cuando sintió su alarma a las 6 de la mañana ya estaba despierta. Se levantó directo a la ducha. Dejo que el agua caliente recorriera su cuerpo, cerró sus ojos y comenzó a pensar en Nayeon. La japonesa no entendía cómo una persona se había convertido en alguien tan importante en tan poco tiempo, como la coreana estaba metida en su cabeza 24/7. Momo había pasado de ser una persona que no creía en el amor a estar cayendo cada vez más rápido por una persona, que no le había pedido permiso para entrometerse en su vida.
Cuando terminó de vestirse, decidió que desayunaría en la universidad. Mientras antes saliera de ese departamento más rápido dejaría de pensar en Nayeon. Cerró su puerta y caminó por el pasillo en dirección al ascensor. Con todas su fuerzas pasó por enfrente del departamento de la coreana sin mirar hacia la puerta.
-¡Hey! – Momo sintió como la puerta de Nayeon se abría - ¿Te irás sin despedirte? – la japonesa volteo y se encontró con Nayeon recién despertada. Tenía su cabello desordenado, su cara aún estaba hinchada.
-Creí que no me querías ver.
-Siempre quiero verte – Momo se ruborizó – pasa, creo que tenemos que hablar – Momo pensó en que si entraba a ese departamento llegaría tarde a sus primeras clases así que, simplemente decidió no ir – lamento el desorden – el living y la cocina eran un desastre. Había botellas de alcohol por todos lados, vasos rotos y comida preparada.
-¿Qué pasó acá?
-Supongo que me excedí.
-¿Por qué no escuché nada de ruido anoche?
-Puse música y active el aislante para que no se escuchara en otros departamentos, creo que funcionó – Nayeon comenzó a ordenar el living para que se pudieran sentar a conversar. En cuestión de minutos ya estaba todo ordenado – siéntate.
-Gracias – Momo se sentó en un sofá individual.
-Supongo que tienes muchas preguntas.
-La verdad es que no – Nayeon se sorprendió – supongo que es tu mecanismo de defensa cuando algo te daña – la coreana miraba a Momo sin pestañear – yo igual tengo los míos.
-¿No quieres saber porque salí de tu departamento anoche de la forma en que lo hice?, ¿Por qué tengo mi departamento así?
-Tiene que ver con la prueba de paternidad de tu padre – Nayeon bajó la cabeza – y esto, bueno, todos tenemos malos días o noches.
-¿Crees que está bien que reaccione de esa forma?
-No, claramente no está bien pero, no soy quien para juzgarte Nayeon. Tú me viste teniendo un ataque de pánico sólo porque casi me atropellas – Nayeon sonrió sutilmente al recordar ese momento – si lo comiendo, bebiendo y escuchando música sacas tu rabia o tristeza está bien.
-No está bien – Nayeon y Momo cruzaban miradas por primera vez – no debería haber salido corriendo de tu departamento, deberíamos haber hablado. Eso hace la gente adulta.
-Quizás ninguna de las dos lo seamos.
-¿Por qué eres así?
-¿Así cómo?
-Perfecta – Nayeon se acercó a Momo y se sentó en la mesa de centro frente a la japonesa - ¿Por qué no me retas?, ¿Por qué no me dices que quieres lo mejor para mí?, ¿Por qué?
-Porque yo tampoco estoy bien. También tengo traumas Nayeon. También vivo con mis miedos e inseguridades.
-Él nunca me quiso – Nayeon tomó las manos de Momo – cuando era pequeña crecí con esa carencia. Él siempre tenía cosas más importantes que hacer. No le importaban mis cumpleaños ni las reuniones en el colegio. Para el día del padre, mi madre siempre era la que iba a las ceremonias – Nayeon sonrió irónicamente – con el tiempo entendí que mi padre era una persona importante dentro del ámbito económico de este país. Así que comencé a sentir orgullosa de él – la coreana hizo una pausa en su relato mientras miraba sus manos junto con las de la japonesa – el tiempo fue pasando y yo fui creciendo. Me di cuenta de que mi padre realmente no había estado en mi vida porque nunca quiso estar. No estaba en la de mi madre porque no la amaba. Toda nuestra vida familiar, era fingida, una apariencia para las cámaras.